Estas últimas semanas he podido conversar con algunas personas acerca de los artículos y me he ido dando cuenta que piensan que ser flexible es caer en manos de la anarquía total por parte de los hijos… ¡nada más lejos de eso!
Quienes nos conocen a Leo y a mí saben que tenemos con Natalia normas claras y constantes, que procuramos crear para ella un ambiente armónico, nutritivo y estable… esto no quiere decir que siempre lo logremos y mucho menos que nos resulte siempre fácil; en esta familia, ¡Natalia se encarga de hacerlo un reto para nosotros! Lo que sí es cierto es que por muy complicada que sea alguna decisión en un principio, estamos seguros que nos hará la vida más fácil a los tres en corto plazo, así que procuramos perseverar y mantenernos firmes en ella.
En oportunidades nos ha pasado que debemos reconsiderar una norma o su nivel de exigencia porque nos damos cuenta que no se adecúa a lo que esperamos o que simplemente no podemos con ella… de eso se trata ser padres: ensayar con las estrategias más no con las metas.
En el asunto de la comida resulta claramente igual, es necesario tener normas claras, esto le da seguridad a los niños y estabilidad a la dinámica familiar. Sin embargo, las normas, además de claras, deben ser justas y posibles de cumplir, y es allí donde entra la flexibilidad en juego.
Ser flexible a la hora de la comida no quiere decir que existen unas normas hoy, mañana otras y pasado das millones de oportunidades. Ser flexible implica establecer unas normas ajustadas a la edad y características particulares de tu hijo, pero que se cumplen todos los días.
Ser flexible no es permitir que los niños establezcan las reglas del juego en la mesa, es tomar en cuenta sus opiniones, respetar sus preferencias y considerarlas a la hora de establecer las normas, pero al final las normas son establecidas por mamá y papá.
Ser flexible no es disculpar de antemano el incumplimiento de las normas, es crear las condiciones de manera tal que a nuestros pequeños les sea posible cumplir las normas y sentirse orgullosos de sí mismos.
Ser flexible no significa improvisar, es hacerle saber a tu hijo qué esperas de él en cada momento teniendo en cuenta lo que realmente puede hacer, en lugar de poner metas incumplibles que te obliguen a improvisar para serlo.
Ser flexible no significa inventar para hacer cumplir las normas, es que todos en casa conozcan las normas y las consecuencias tanto de cumplirlas como de no cumplirlas.
Lo que sí significa ser flexible es criar con sentido del humor, con tolerancia y con respeto. Y cuando sientas que algo de esto te está faltando (que nos sucede a todos) apóyate en tu pareja, y quien se sienta más fortalecido y capaz de perseverar sea quien lleve la batuta en ese momento.
Hoy te traigo a Poppy, un cachorrito dálmata jugando en el jardín con su pelota, uno de los paisajes favoritos de mi Natalia. Es pescado empanizado, puré de papas, vainitas, zanahorias y por supuesto plátano.
En recuerdo de uno de los mejores padres que haya pasado por esta vida: Armando Ferrer; ojalá que Leo y yo logremos parecernos, aunque sea un poquito, a él.
Un abrazo y que tengas un feliz comienzo de semana.
Nadyra Muhammad Mirabal
Psicopedagoga y la mamá de Natalia.
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