Xochitl Valencia Torres, directora de capacitación laboral del organismo, aseguró que en este nuevo proyecto la fundación comenzó a recibir respaldo financiero del gobierno federal; sin embargo, advierte que la clave para la “cura de la violencia” está en el espíritu y fuerza de las víctimas, más allá de cualquier tipo de terapia que se aplique.
Con una sonrisa radiante y luciendo su viejo mandil de “maestra repostera”, esta profesora y sobreviviente de la violencia admite que el camino hacia la recuperación de la dignidad por parte de una mujer sometida y violentada sistemáticamente no es para nada fácil, ya que alrededor de 40% de las víctimas que llegan desesperadas en busca de ayuda finalmente se vencen y reinciden en la violencia.
Regresan a sus “hogares” y al lado del agresor, pero curiosamente “luego de una probadita de libertad y alegría aquí, al menos la mitad de esas que se van, regresan y terminan generalmente su proceso”.
Por eso dice que son cerca de 80% las que tarde que temprano vuelven y renuncian a la violencia.
La terapia de pasteles ha tenido tanto éxito en la fundación que se han comenzado a dar cursos en salones repletos de 30 ó 40 personas, muchas adolescentes y muchas hijas, madres o incluso abuelas que llegan hartas de los golpes y están decididas a darle un giro a su vida”.
El propio proceso que va desde anotar una receta, aprender conceptos básicos en pastelería como “mezclar”, “incorporar”, “hornear” o “batir” les permiten desprenderse poco a poco de su problemática y al mismo tiempo introducirse en nuevos espacios, incluso psicológicos.
El intercambio de experiencias con otras mujeres violentadas y con aquellas más avanzadas en su recuperación, las despegan al proceso de reconstruirse y empezar de nuevo.
Las víctimas aprenden a confeccionar tartas, pays, panques y hasta a iniciar su propio negocio, calcular precios y evaluar oportunidades de mercado. Todo un mundo nuevo.
Fuente: eluniversal.com.mx
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