Tomar café es de por sí una experiencia. A quienes amamos el café no nos lo tienen que vender, disfrutamos de cada sorbo y algunos hasta creamos un ritual desde la compra del grano hasta el último sorbo tomándonos el tiempo apropiado para disfrutar su aroma, su sabor y su textura.
A mí el café me fascina. Aprendí a tomarlo sin azúcar, luego de aprender a prepararlo de la manera correcta gracias a mis estudios en la Escuela Venezolana del Café, en donde me hice Barista, y me he dado cuenta, en las distintas actividades que desempeño con café de una manera satisfactoria, que no era la única que tenía mi paladar mal acostumbrado.
Así, pude constatar que cada taza que disfrutaba, la mayoría de las veces, estaba acompañada de una conversa, de gestos discretos, de los sonidos que nos rodean, el tacto de las tazas, el color y aroma del café y el placer que se desarrolla en el paladar y el olfato llegando a nuestro cerebro en perfecta armonía, lo que hacia del café una experiencia sensorial por sí misma.
Alrededor del mundo, están apareciendo establecimientos especializados en café. Ofrecen variedad de granos de todo el mundo, con diferentes perfiles de taza, a los que lo acompañan y complementan los diferentes métodos de preparación, que enriquecen las propiedades de cada grano y que con buen conocimiento de las técnicas apropiadas nos entregan lo mejor en cada taza.
Los clientes aprecian la dedicación, la destreza y la paciencia del Barista, esa persona quien le prepara el café; compartir y enriquecer cada grano, con la información apropiada, los distintos métodos de extracción y hacer participar al cliente en estos rituales traspasando el hecho de la novedad al momento de prepararlo, otorga al consumidor un producto sorprendentemente nuevo. Es como de repente el café, se convierte en un objeto de deseo, único y personal, un café emocional.
Es por ello que al momento de desarrollar un negocio de café, las emociones involucradas no sólo deben ser la de nuestras ambiciones personales, sino que debemos trasladarnos al otro lado de la barra, para saber entregar a cada cliente en cada taza más que un simple desahogo aromático.
Hago énfasis en la importancia de educarnos en cada fase que involucra el desarrollo de nuestro negocio, y esta fase a mi parecer es la que más debemos considerar. Una buena taza de café va más allá de un espresso, de una buena maquina, de los factores económicos y diseño del ambiente, del servicio, de un buen grano; debemos crear además esa conexión emocional con nuestro cliente, que cada vez se hace más exigente y quiere saber más de como llega esa bebida deliciosa a sus sentidos, factor que será determinante del éxito de nuestro negocio.
En conclusión estamos en una etapa donde nuestra calidad de vida ha cambiado por distintos factores externos, exceso de trabajo, tecnología, contaminación, tráfico, entre otros, que hacen que dejemos nuestras emociones a un lado, es por eso que tengo la certeza que al igual que yo, cada cliente agradecerá encontrar el lugar apropiado para recuperar y conectarse nuevamente aunque sea por un rato con sus emociones, desde luego con lo hoy me atrevo a bautizar como café emocional.
Toma el café en serio.
Jannina Poján Ruiz
@lacoffeeteacher
Barista SCAE - Gerente Gastronómico
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