Siguiendo con nuestro serial dedicado a las variedades de uva más importantes del mundo, hoy nos detenemos en la que, para algunos, puede ser considerada “la más grande entre las blancas”. Sin embargo, la reputación de la Riesling ha estado, y está en ocasiones, por los suelos. Os estaréis preguntando, ¿cómo una variedad que se considera de las mejores puede tener tan mala reputación a nivel mundial?
Pues bien, aunque no sea fácil de explicar, las causas se podrían resumir en dos principalmente: Alemania, aún siendo el hogar de la Riesling, se ha dedicado a exportar (sus mayores productores) vinos de una calidad decepcionante que han llegado a todos los confines del “planeta vino”, lo que ha conseguido ensuciar el buen nombre de los mejores vinos alemanes (como siempre, estamos hablando de manera general). La segunda causa habría que encontrarla en países que se han apropiado de la palabra Riesling para designar variedades mucho menos nobles. Ejemplos de esto son la australiana y sudafricana Cape Riesling o Clare Riesling, respectivamente (en verdad es la variedad Crouchen). En Europa del Este la historia se repite y podemos encontrar como Riesling una variedad que en verdad recibe el nombre de Riesling Itálico, Welschriesling, Laski Rizling u Olasz Risling entre muchos otros. Lo peor no es que estas variedades sean impostoras de un nombre, el problema es que no se parecen en nada a la variedad original y de la que reciben su famoso apelativo.
La Riesling es una variedad de marcado carácter afrutado, sea cual sea el lugar donde se elabore el vino y sea cual sea el estilo de producción (seco, semidulce, dulce,…). Sin embargo, las diferentes características edáficas y climáticas modulan bastante su aspecto final (quizás en un grado como no hacen en ninguna otra variedad). Por ello, es normal que los productores de vinos elaborados con Riesling los embotellen indicando el nombre del viñedo en la etiqueta (algo similar a lo que veremos en próximas entradas que ocurre con la Chardonnay).
La cepa de hoy es una variedad “puñetera”. Si se planta demasiado cerca del Ecuador madura rápidamente y hace los vinos planos; si se planta tan alejada de éste como en Alemania, le cuesta madurar. A pesar de ello, la Riesling es una variedad cultivada en grandes zonas productoras mundiales entre las que destaca Alemaniasobre toda las demás. Regiones como Mosela (Mosel), Rheingau o Palatinado (Pfalz) han elevado a un nivel casi místico a sus mejores vinos. Además de sus vinos, lo que más llama la atención de los Rielsings alemanes es su clasificación en Qualitätswein y Prädikatswein, con numerosas subcategorías y apartados, pero eso es otro tema y lo abordaremos en próximas entradas de nuestro Blog.
Vinos de calidad elaborados con Riesling podemos encontrar cruzando la frontera natural que es el río Rin, es decir, llegando a Francia; concretamente a Alsacia. Otoños largos, secos y de temperaturas moderadas son perfectos para la maduración de la variedad. Una variedad que en este lugar permite elaborar vinos secos, de cuerpo medio y con una gran potencial de envejecimiento en botella, aspectos estos que los separan de las características más dulces y ligeras de sus vecinos alemanes.
Austria, concretamente Wachau Kremstal, es otro de los países productores de vinos de calidad elaborados con Riesling. Son vinos a medio camino entre los secos alsacianos y los fragantes alemanes. Destaca sin embargo, por la elaboración de vinos dulces de vendimia tardía; vinos de un perfil más ahumado y mineral. No sólo podemos encontrar Riesling de calidad en el “Viejo Mundo”, también en países como Australia (Clare Valley y Eden Valley, principalmente; lugares éstos que recibieron en el siglo XIX una gran oleada de inmigrantes procedentes de Silesia), Nueva Zelanda (en la Isla Sur) o Estados Unidos (destacan los elaborados en Willamette Valley, en el estado de Oregón y los del estado de Washington) hay ejemplos extraordinarios de estos vinos.
Fco. Teixidó
Dr. Enólogo de WineFocus /
Fuente: www.winefocus.es
No hay comentarios. :
Publicar un comentario