Hemos venido comentando en artículos anteriores, la función de los elementos, agua, madera y fuego y cuáles son los alimentos que le corresponden. En muchas representaciones de los cinco elementos, la tierra es la continuación del fuego, cuando en realidad su verdadero lugar en ésta dinámica es el CENTRO.
En todas las tradiciones de la antigüedad, el papel del centro era un concepto no solamente geográfico- lugar equidistante de otros formando todos ellos una configuración- sino que el papel del centro era un referencial, es decir, un factor que siempre había que introducir, en la medida que se actuaba sobre otros factores. Tan importante era esta visión para los antiguos chinos que China (zhong en chino) significa el país del centro.
El centro es el lugar de encuentro donde convergen las influencias de otros lugares, un lugar de poder y de equilibrio. De tal manera que la tierra es el lugar de equilibrio entre el agua, la madera, al fuego y el metal. Es además un propulsor del movimiento donde confluye la información de las otras cuatro orientaciones. Los antiguos Chinos no consideraban la tierra, como el planeta centro y le asignaban como planeta regente Saturno. Su estación es el estío, es decir no tiene soberanía en una estación, le corresponden 28 día inter-estacionales de cada uno de las cuatro estaciones. Su color es el amarillo, la energía celeste es la humedad, el sabor que le corresponde es el dulce y también el insípido, su olor el perfumado, su sentimiento la reflexión, su órgano el bazo y su entraña el estómago.
El ser humano precisa de los alimentos para sobrevivir, por eso es que el centro está representado por el bazo, que es según este punto de vista el gran distribuidor de los sabores de los alimentos y por el estómago, que es el gran receptor, una estructura perfecta para recibir la comida, y la consecución de placer debido a su ingesta. No en vano reza un refrán “estómago lleno, corazón contento “. Son entonces el estómago y bazo- páncreas la estructuras dentro de nuestro cuerpo más comprometidas con el alimento material en sí mismo, el estómago como receptor de agua y alimento y como transformador del mismo, el bazo-páncreas además de su función transformadora también tiene una función distribuidora y asimiladora.
Ahora bien, como también hemos comentado para ésta visión China lo que nutre la esencia de cada órgano son los sabores. El bazo con su sabor dulce o el insípido y por su posición como centro va a ser vehículo que conduce los otros cuatro sabores: salado, ácido, picante y amargo.
Una buena nutrición para el elemento tierra (centro) incluye frutas (por el color olor): manzanas amarillas, cambur, plátano, ciruela amarilla, pera, níspero, piña amarilla. Frutos solo por el olor perfumado: peras verdes, uvas, patilla, chirimoya, guanábana, frambuesa, mora, guayaba, lechosa y lima. Frutos secos dulces como higos, castañas dátiles, pasas y ciruelas pasas. Verduras como pimentones dulces, papa, batata, zanahoria, ajoporro, remolacha y auyama. Legumbres tipo lentejas y caraotas rojas y blancas, cereales trigo y centeno. Animales de piel salvaje, buey y bovinos. Bebidas por el color: cerveza y sidra. Manzanilla por el color y olor, vainilla, vino blanco y tinto.
Todos los postres en general flanes, tartas, natillas, helados, gelatinas, bombones, pasteles, nutren la tierra, pero deben consumirse con moderación, para evitar estancamientos los cuales puede traer como consecuencia patología como por ejemplo la diabetes.
A nivel más espiritual, alimentar el centro implica el desarrollo de la solidaridad, ya que es el lugar de reunión, de convergencia de equilibrio de la totalidad, de la disponibilidad más allá de la propia individualización.
Valentina Inglessis
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