Pienso que son una joya de nuestra despensa por varias razones.
- Esta leguminosa (Phaseolus vulgaris) puede crecer en varias regiones de país. Su cultivo es fácil, económico y rendidor.
- Desde el punto de vista nutricional contiene muchas virtudes:
- Son fuente de carbohidratos complejos, proteína, vitaminas, minerales y fibra. (Los carbohidratos complejos ofrecen la ventaja de que se absorben más lentamente que los carbohidratos simples, como el azúcar y las harinas refinadas)
- Son una rica fuente de hierro, tiamina, riboflavina, niacina y ácido fólico.
- Son bajos en grasa y en colesterol
- Contienen poca sal, sodio y calorías.
- Si se combina con un cereal, constituyen un alimento de alto valor proteico y nutricional.
- Son bonitas. Obviamente este es un criterio muy personal. Cada vez que veo unas caraotas negritas me dejo encantar por su hermoso color que nos recuerda los misterios del universo, por su forma de riñón que nos habla del agua y del origen de la vida, por su brillo especial que nos dice que en lo oscuro también hay luz.
Los granos en general han tenido muy baja estimación social en nuestro país. También en muchos países caribeños se les desprecia y a las caraotas se le llama “caviar de pobre “dado su color negro y por su aspecto en forma de “pepitillas “. Nombre bastante inapropiado porque si hay algo bien “rico “es comerse un buen plato de caraotas.
La forma tradicional de prepararlas es en sopas o refritas para que formen parte de un desayuno con arepas o parte del pabellón. Pero existen otras maneras de cocinarlas como en purés, salsas, budines, ensaladas e incluso postres. Una de las delicias de la cocina Trujillana son las hallaquitas de caraotas, las cuales constituyen un alimento muy completo debido la combinación del cereal en este caso maíz con la legumbre.
Cuando comencé a servir caraotas en mi comedor, recibí en una primera etapa un rechazo. En esos momentos me percaté de que efectivamente hay un desprecio por ellas y que no se consideran un ingrediente “gourmet “. Algunos comensales llegaron a decir “para comer caraotas voy al mercado “. Ha sido un proceso de paciencia, de cada tanto presentar unas caraotas preparadas de una manera u otra. Esa persona que comentó lo del mercado, la última vez me dijo: son las mejores caraotas que me he comido.
Con alegría veo como muchos de los buenos cocineros venezolanos incorporan este fabuloso grano en sus cartas y en preparaciones especiales. Estamos en un buen momento para reivindicar ese noble alimento que nos ha acompañado durante largo tiempo de nuestra historia culinaria. Toca también enseñar a nuestros comensales, a nuestros amigos, a los vecinos, a la gente que nos encontramos en los mercados, toca enseñar que nuestra despensa está llena de ingredientes como la caraota negra, aparentemente humildes pero que son en sí mimos unas joyas.
Valentina Inglessis
Chef
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