La localidad de Fernández Oro es uno de los pocos lugares del mundo donde crece el lúpulo, el ingrediente que le otorga un sabor especial a la bebida más apreciada por los jóvenes.
Existen tantos encantos como destinos. Y todos se transforman en experiencias únicas. Por cómo se transitan, y de acuerdo al modo que se perciben. La vivencia sensorial se convierte, en la mayoría de los casos, en la encargada de dar el veredicto. Y sus revelaciones abren senderos de entusiasmo hacia la necesidad de conocer un poco más. Por eso, caminar por una plantación de lúpulo entra en la categoría de trances atrapantes. Porque participan todos los sentidos y encierra un cúmulo de ingredientes para saborear. Mientras tanto, y también después. Porque conocer las propiedades de la flor de esta planta que nace en la localidad de Fernández Oro, en la provincia de Río Negro, delata una íntima relación con el paladar. Porque, aunque no sea demasiado reconocida, es uno de los cuatro ingredientes que componen a la cerveza. No el de mayor renombre, ni el más reconocido, pero sí el que le otorga el "carácter" o la "personalidad" a esta milenaria bebida. Y que, de a poco, va tomando mayor trascendencia a partir del boom de las cervezas artesanales y la familia de las IPA.
Unico. El lúpulo es el ingrediente menos reconocido de la cerveza si se lo compara con los otros tres: malta, levadura y agua.
Probablemente, el lúpulo es el ingrediente menos marketinero de la cerveza. O, mejor dicho, el menos reconocido si se lo compara con los otros tres: malta, levadura y agua. Pero esta flor tiene una larga historia. De esas que atesoran versiones que son atrapantes y que además encierran un recorrido sensible y que al mismo tiempo guarda estaciones de incertidumbre. Es que se transmite entre trascendidos y relatos, algunos que naufragan entre falta de certezas.
Una de las hipótesis, y por cierto la más "colorida" y más repetida, indica que el lúpulo que crece en Argentina vino de Alemania. Que llegó de la mano de un productor de esas latitudes, después de la Segunda Guerra Mundial, porque no pudo continuar con su actividad.
Otra habla de que fueron los galeses los que lo trajeron a través de Puerto Madryn. También hay versiones de que un alemán lo ingresó al país a través de Chile. Incluso algunos apuntan que hay plantas silvestres en la zona de Trelew.
Pero lo cierto es que el lúpulo crece en la Patagonia debido a que los días en verano son muy largos, y a que en el invierno la temperatura del suelo es menor a los cero grados. Bajo esas condiciones, las primeras variedades del mismo fueron la Traful, Mapuche, Nahuel, Naguet y Victoria. Pero con el correr de los años y el desarrollo tecnológico, se comenzó con una etapa experimental de mejoramiento que provocó un gran crecimiento. Hoy hay más de 90 genotipos, aunque no todos se pueden utilizar para hacer cerveza.
Los ingredientes de la cerveza son cruciales para lograr los sabores y la complejidad de la misma. Pero el lúpulo tiene propiedades claves a la hora de transmitirle amargor, principalmente, aroma y sabor. Y estas características están cada vez más presentes en esta espumante bebida porque con el paso del tiempo son más los estilos de IPA que se están produciendo. Por eso de a poco se va convirtiendo en la "estrella" de ese tipo de cerveza.
El lúpulo se destaca por su complejidad y su amplio abanico de sabores. En los últimos años comenzó a tener mucho más protagonismo porque no sólo aporta amargor. Sino que incorpora una importante cantidad de variedades de aromas y de experiencias sensoriales. Por eso, cada vez son más las cervezas lupuladas.
En Fernández Oro está la chacra de Cerveza Patagonia, donde nacen sus distintos tipos de cerveza. Pero hay uno que se diferencia notoriamente del resto: la Fernández IPA. La distinción respecto del resto es que se trata de una Wet Hop IPA. Es que incorpora, en maduración en frío y mediante la técnica de wet hopping, las flores húmedas de lúpulo Nahuel recién cosechadas, y cuenta además con siete variedades de lúpulo agregadas mediante la técnica tradicional. A su vez, se utiliza una moderada base maltosa para que la presencia de las flores sea la estrella.
De esta manera, el equipo de cerveceros busca llevar a la pinta los aromas de los campos de lúpulo de Fernández Oro. Una variedad imperdible que se elabora sólo una vez al año.
Una cualidad diferencial de esta variedad es que se reemplazó una parte de la malta de cebada base por malta de centeno, lo que le aporta un color cobrizo claro y un carácter a cereal en boca muy agradable. Esto le otorga la frescura del lúpulo recién cosechado con un amargo elegante y bien presente que invita a tomar con facilidad. El aroma esperado es entre frutal, herbal y cítrico. Esta variedad de cerveza también es ideal para acompañar con platos aromáticos intensos, con vegetales grillados o carnes rojas con especias y salsas verbales.
Fuente: La Capital
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