El Gourmet Urbano: #lLICORES #ESPAÑA 🥃 | BRANDY DE JEREZ LUSTAU: UN PAISAJE EN UNA BOTELLA

viernes, 22 de marzo de 2024

#lLICORES #ESPAÑA 🥃 | BRANDY DE JEREZ LUSTAU: UN PAISAJE EN UNA BOTELLA

BODEGAS LUSTAU

El espíritu de Jerez aflora en la gama de Brandy de estas bodegas catedralicias gracias a su vejez, calidad y amabilidad.

¿Se pueden condensar 125 años de viña, de historia, de dedicación, de pasión por el trabajo o, incluso, capturar el alma de una ciudad en un trago? Bodegas Lustau así lo considera con su Brandy de Jerez, una joya destilada por el tiempo y tallada en maderas centenarias que huele y sabe a Andalucía.

En Jerez de la Frontera hay callejuelas vestidas de blanco, alcázares de tiempos pasados, parras que calan sombra entre sus aleros y un olor que impregna a viña, madera y uva su casco viejo. Pero no hay hueco para los atajos ni para las prisas.

Bodegas Lustau lo sabe desde hace más de 125 años cuando decidió poner su impronta en el mundo de los vinos de Jerez y de los destilados. Un trasiego más que centenario que se cita, con maestría casi de alquimista, en el Brandy de Jerez que ahora alumbra a una inédita colección que hace del tiempo su valor de ley.

Finamente destilados a partir de la propia uva, el Brandy de Jerez ocupa las más altas cotas de la nobleza en el mundo de los espirituosos. Por un lado, su origen en la viña. Por el otro, una destilación mimada para que los perfumes de la uva, esa misma que impregna las calles de la ciudad, no huyan entre los alambiques. Por el otro, el triángulo virtuoso se cierra en el largo sueño de sus bodegas.

Botas centenarias, casi arcanas, que durante décadas han servido de cama a los legendarios vinos de Jerez sirven como reposo para el brandy. Botas que ansían en otras latitudes para perfumar sus espirituosos como en Escocia, donde buscan la caricia jerezana que un día olorosos y amontillados vertieron en estas maderas para que sus whiskys multipliquen sus aromas.

BODEGAS LUSTAU


Unas mismas botas y una misma religión que confía en el tiempo y en el buen hacer, basado en el sistema de solera y criaderas, que permite que cada brandy reúna unas condiciones únicas, perfilado por el maestro destilador. No hay una fórmula estandarizada, no hay una matemática que dicte sentencia. Sólo el sentido común y el hecho de convivir en el día a día durante años con estas botas y su preciado contenido apuntan a ese eureka que el mismísimo Arquímedes habría firmado.

Bajo esta rúbrica, Lustau desenvuelve lo mejor de su bodega jerezana con una colección de brandis que expresan, en tiempo y origen, sus singularidades y su versatilidad. Más allá de la sobremesa, el brandy de Jerez demuestra que su paso gastronómico no tiene parangón. En coctelería, reivindicando clásicos como el Old Fashioned -pero con acento andaluz- o atreviéndose (Navidad mediante) a comprobar que puede ir de maravilla con mariscos o con carnes, el brandy destapa su tarro de las esencias para acompañar desde el aperitivo al postre, donde chocolates y copas con un poco de hielo son grandes aliados.

BODEGAS LUSTAU

LOS CUATRO FANTÁSTICOS


Del equilibrio y la suavidad de Lustau Brandy Solera Reserva a los larguísimos aromas de café tostado y nueces que se desentrañan con Lustau Brandy Solera Gran Reserva. Sin embargo, en esta corona cuajada de joyas, hay brillos que refulgen con especial fuerza. Lustau Brandy Solera Gran Reserva Finest Selection, tras 15 años de envejecimiento, se deshilacha en una deliciosa complejidad que pone a la fruta deshidratada y a las especias en un delicado estallido en el paladar.

Mimo y transición que se condensan todavía con más profundidad en Lustau Brandy Solera Gran Reserva 1/5 Family Reserve, el tesoro mejor guardado de la bodega. Antiguamente, solo estaba disponible para la propia familia Lustau, que se atrevió a abrir el gran cofre para entregar al público su secreto más preciado: un brandy de gran intensidad, redondo, profundo, que vibra en la memoria gustativa del que lo prueba con un tempo centenario. Frutas pasas, almendras, caoba, nueces, canela, clavo… Y toda la potencia que se embota en Jerez, alargando ese vibrato destilado por el tiempo y mecido entre botas en un trago que sirve para viajar al pasado desde el propio presente.

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