Reglas de oro para la temperatura ideal de degustación de vinos
Desde el práctico consejo de utilizar un cubo de hielo para mantener la temperatura del vino, hasta las sutilezas de cómo el calor puede afectar a los aromas, es bien sabido que la temperatura juega un papel fundamental en la apreciación y el disfrute de los vinos. Sin embargo, a menudo resulta difícil conocer las reglas exactas que definen cuál es la temperatura adecuada para cada tipo de vino. Por ello, vamos a desgranar algunas de las reglas más importantes que se deben tener en cuenta a la hora de disfrutar de un buen vino.
Servir el vino a la temperatura correcta: ¡Una cuestión de equilibrio!
No es ningún secreto que la temperatura a la que se sirve el vino puede hacer o deshacer su sabor. De hecho, la diferencia de un grado puede tener notables consecuencias en la percepción de un vino. Por ejemplo, si el vino está demasiado frío, se pueden endurecer los taninos y resaltar la amargura. Por otro lado, un vino excesivamente caliente puede inhibir la percepción de los aromas al mismo tiempo que realza de manera desmedida la presencia del alcohol.
Ahora bien, no todas las botellas de vino deben ser servidas a la misma temperatura. La regla general dicta que los vinos tintos deben servirse a una temperatura ligeramente más elevada que los blancos, pero incluso dentro de estas categorías, hay variaciones dependiendo del cuerpo y el estilo del vino.
Podemos resumir algunas nociones básicas sobre la temperatura ideal para cada tipo de vino en la siguiente lista:
1. Los vinos que suelen servirse como aperitivo, por su carácter ligero y fresco, deben presentarse ligeramente más fríos.
2. Si bien es cierto que el hielo puede ser un aliado para mantener los vinos a baja temperatura, no conviene abusar de su uso durante toda la velada. De hacerlo, corremos el riesgo de enfriar en demasía el vino e incluso de que éste adquiera sabores no deseados.
3. Es importante evitar que la temperatura del vino supere los 18 grados. Como mencionábamos, un vino sobrecalentado puede arruinar su bouquet y resaltar el alcohol, dando lugar a una sensación desagradable al beberlo.
En último lugar, debemos hacer una mención especial a los vinos con riqueza en azúcares, como los vinos licorosos. Estos deben ser servidos frescos pero no helados, alrededor de los 8 grados. Su complejidad aromática permite elevar ligeramente su temperatura de servicio, pero sin llegar a superar los 12 grados.
Esperamos que estos consejos te ayuden a disfrutar aún más de tus vinos favoritos y a respetar al máximo sus cualidades únicas. ¡Salud!
Jorge Haro Larrea
Fuente: Noticias del Vino
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