Los chiles son un ingrediente imprescindible en la gastronomía de Centroamérica y de México. FOTO: Julio César Herrera |
La respuesta tiene que ver con los pueblos prehispánicos y con el efecto que tiene el ají en el cerebro humano.
La cocina de cada país es un emblema de su idiosincrasia y una muestra de su historia y de su geografía. Por eso el chicharrón es el trozo de carne predilecto de los paisas, el pescado frito es el rey de las gastronomías costeras y el ají -el chile- es el mandamás absoluto en las papilas gustativas de los mexicanos.
Siendo las cosas así, no deja de despertar la curiosidad de los internautas el hecho de que los mexicanos aderecen su comida con sustancias picantes y lo hagan a un punto que los demás latinoamericanos no soportarían.
Varias razones explican esta pasión gastronómica. La primera es de naturaleza histórica. Según numerosas investigaciones el chile fue una de las primeras plantas en ser “domesticadas” en la región mesoamericana. De esta forma, la comida picante hizo parte de las dietas de las poblaciones prehispánicas. Esto explica la presencia del ingrediente en muchas de las recetas más tradicionales de la cocina de Centroamérica y de México.
Este peculiar gusto ha incidido también en la economía. “México es el segundo mayor productor de chile y el principal exportador a nivel mundial”, informa el portal The FoodTech.
Otra de las razones para el gusto mexicano por el ají tiene que ver con la química del alimento. En el ají hay capsaicina, una sustancia cuyo impacto en el cerebro es parecido al del dolor. Esto, aunque parezca ilógico, es un gran anzuelo. Y la razón es sencilla: cuando el cerebro recibe señales relacionadas con el dolor procura aliviar el asunto con la liberación de otras sustancias químicas.
De esta forma la historia y la fisiología ofrecen una respuesta al particular gusto de los mexicanos por la comida “picosa”.
Fuente: El Colombiano
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