Utilizadas en golosinas, snacks y productos de panadería, son dañinas para la salud. Desde el 10 de diciembre, estará prohibida su comercialización.
Argentina está a un paso de convertirse en el primer territorio libre de grasas trans del continente americano. Es que el 10 de diciembre vence el plazo para que la industria alimenticia termine de adecuarse a la legislación que prohíbe la comercialización de productos que contengan ese tipo de ácidos grasos (galletitas, alfajores, snacks, productos de panadería), responsables de efectos adversos en la salud, ya que aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes y hasta muerte súbita.
Hay una conciencia extendida acerca de que las grasas trans son malas para la salud, que no siempre va acompañada del conocimiento sobre qué son. "Se trata de una variedad de grasas que se forman en procesos industriales llamados hidrogenación para lograr que los aceites vegetales sean sólidos y resistentes a la oxidación. Esta grasa facilita su uso en la producción de muchos alimentos de confitería, panadería y snacks, entre otros. En las etiquetas aparece como 'aceite vegetal hidrogenado", responde Edgardo Ridner, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.
Desarrolladas hace más de medio siglo, nacieron como una solución para la industria, ya que permiten mejorar la productividad y abaratar los costos dado que ofrecen mayor tiempo de conservación, son más estables durante la fritura y más sólidas y maleables para el uso en productos de repostería. Al principio, incluso, "se llegó a decir que eran más beneficiosas para el organismo que las grasas animales. La evidencia científica arrojó que son perjudiciales", afirmó en diálogo con Clarín Sebastián Laspiur, director del área de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades no Transmisibles del Ministerio de Salud.
Las grasas trans elevan el colesterol malo (el LDL) y disminuyen el bueno (HDL), lo que se traduce en eventos cardiovasculares, ya que su consumo en exceso tiende a engrosan las paredes de las arterias. También se lo asocia con la prevalencia de obesidad y diabetes. Hace diez años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la recomendación de eliminarlas de los alimentos procesados destinados al consumo humano. En base a eso, la Argentina modificó el artículo 155 del Código Alimentario y en 2010 reglamentó la resolución conjunta de los ministerios de Salud y Agricultura para prohibir su comercialización. Desde ese momento, la industria -que ya había hecho avances autorregulándose- encaró un plan para terminar de eliminar las grasas trans de los alimentos.
Sondeos realizados por el Instituto Nacional de Alimentos y entidades públicas y privadas revelaron que a principios de este año menos del 10% de los alimentos que se venden en el país contenían este tipo de grasas. "Esperamos que con esta medida se alcance al 100%", sostuvo Laspiur y agregó: "La industria ya hizo los cambios necesarios. Paulatinamente va a haber un recambio de góndola en el que se van a reemplazar los productos elaborados antes del 10 de diciembre por los libres de grasas trans".
El año pasado la Fundación Interamericana del Corazón (FIC Argentina) analizó 878 productos entre margarinas, galletitas dulces y saladas, golosinas, barras de cereal, baños de repostería, masas panificadas, batidos y masas dulces, masas para hojaldre, snacks y alfajores, entre otros. De ese número, 42 sobrepasaban el límite establecido por el Código Alimentario (las grasas trans no deben superar del 2% del total de grasas en aceites vegetales y margarinas destinadas al consumo directo y al 5% del total en el resto de los alimentos). Los baños de repostería encabezaron el podio de los que más infringen la norma, con un 83% más de grasas hidrogenadas que lo permitido, seguidos por los alfajores (20%) y los productos de panadería (10,5%).
Lorena Allemandi, directora del área de políticas de alimentación saludable de FIC, destacó que "resulta muy alentador constatar que la mayoría de los productos ya informan nulas o mínimas cantidades de grasas trans de origen industrial, de acuerdo a lo que establece el Código Alimentario", no obstante considera "de suma importancia que los cambios alcancen a todos los productos comercializados en el país, sin excepción y que se compare la información provista en los paquetes de alimentos con el análisis químico desarrollado por el Estado, a fin de garantizar un monitoreo efectivo del cumplimiento universal de la política".
"Resulta muy alentador constatar que la mayoría de los productos ya informan nulas o mínimas cantidades de grasas trans de origen industrial", destacó Allemandi
No obstante, algunos productos seguirán informando que contienen grasas trans en su composición. A no inquietarse, "no es la dañina", afirma el funcionario del Ministerio de Salud. Se trata de la que se genera naturalmente y en pequeñas cantidades en el estómago de los rumiantes (vacas, ovejas, cabras) y que no representa riesgos para la salud.
Cero trans, más omega
La pregunta que surge es ¿con qué reemplazó la industria a las grasas trans? "Con grasas insaturadas ricas en ácido oleico, popularmente conocido como omega 9, y con otras grasas modificadas que combinan ácidos saturados con insaturados. Argentina ha sido pionera en el uso de aceites altos en ácido oleico con la difusión de semillas de girasol que tienen esa característica. Las grasas insaturadas, que figuran en las etiquetas como monoinsaturadas son los omega 9, y las que figuran como poliinsaturadas comprenden las omega 6 y las omega 3. Estas últimas, que naturalmente se encuentran en el pescado y en algunas semillas y frutas secas, suelen consumirse poco y por lo tanto es recomendable estimular la inclusión de estos alimentos", explica Ridner, que es también presidente de FarmaFoodCare. El médico nutricionista aconseja leer las etiquetas. "La información nutricional está dirigida a toda la población, requiere pocos minutos para familiarizarse y nos permite saber qué estamos comiendo".
"Argentina ha sido pionera en el uso de aceites altos en ácido oleico", comentó Ridner
En unos días, entonces, Argentina se convertirá en el primer país del continente en ser libre de grasas trans (y en Europa sólo Dinamarca, Austria, Suiza e Islandia tienen legislación al respecto). "Esta es una medida que tiende globalmente a mejorar los perfiles lipídicos de la población. A nivel individual se aconseja que las personas lleven un estilo de vida saludable, hagan actividad física, se controlen la presión, coman frutas y verduras. En este caso hay una normativa del Estado donde ya no se apela a la decisión individual responsable, si no que se está cuidando a la población a través de una medida regulatoria", concluyó Laspiur.
CLARIN
Fuente: sinmordaza.com
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