"Se elabora en cantidades muy limitadas y a México llega ocasionalmente, pero cuando se vea una botella hay que aprovecharla, aunque sea de alto precio, porque es uno de los tesoros de la zona del Véneto.
"Las uvas tintas, que son las mismas usadas para el amarone (Rondinella, Molinara y Corvinone, principalmente), se dejan secar al aire libre hasta por seis meses lo que le da la complejidad y lo que ayuda a que retenga el carácter de especias y flores, además de la concentración de fruta, azúcar y ácidos", menciona el experto, aunque también hay una versión con uvas blancas, proveniente de Verona.
Debido a que el mosto de estos frutos es reducido, se necesitan muchos racimos para elaborarlo.
La diferencia con el amarone es que la fermentación se detiene antes y por eso permanece azúcar que da el dulzor y que se complementa con el carácter agrio de las uvas; una mezcla inusual que queda bien con un ingrediente inusual para el vino, como el chocolate, de preferencia con un alto contenido de cacao (amargo o semiamargo).
Vinos fortificados como el oporto, madeira o marsala son otras opciones para el chocolate, e incluso para algunos sommeliers la potencia de uvas como Syrah o Malbec llegan a tener características que pueden unirse a este producto.
Fuente: am.com.mx
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