Todo lo escrito en la etiqueta debe estar dentro de la ley. Un ejemplo es el grado alcohólico que tiene dicha bebida.
No cualquier cosa puede ir a una etiqueta de vino. Por más creativas que sean las bodegas, por más ingeniosas que resulten algunas ideas a la hora de etiquetar un vino, la realidad es que el marbete tiene un alto grado de regulación, algo que comienza a ser impactada por ola desreguladora que tiene el actual gobierno.
Como la etiqueta de un vino funciona como su DNI, todo lo que se dice en ella tiene que estar dentro de la ley. Algunos ejemplos sencillos: es obligación que figure el origen –y cómo debe usarse–, es obligatorio el grado alcohólico, si el vino es varietal, se puede mencionar en la etiqueta si es que se trata de una variedad aprobada por el Instituto Nacional de Vitivinicultura. Sobre este último punto, acaba de acontecer una novedad en la materia. Desde el 16 de agosto de este año se puede usar la variedad Criolla como tal.
Hasta ahora, no se consideraba una uva tinta y, por lo tanto, no se podía usar para esos vinos.
En lo que va de 2024, algunas palabras y conceptos nuevos entraron a la órbita de las etiquetas, como resultado de un cambio de época, que refleja también un cambio de estilo en los vinos. Estas son algunas de las novedades.
Listán Prieto & Criolla
Esta semana se publicó en el boletín oficial una largamente esperada modificación respecto a la uva Criolla Chica. En la resolución 2024-30-APN-INV#MEC, el INV aprobó su uso como sinónimo de Listán Prieto. Y, en el mismo acto, la considera como variedad tinta. No parece gran cosa. Pero hasta el lunes pasado, la Criolla Chica se consideraba una variedad rosada. Y todo aquel vino que quisiera etiquetarse como tinto elaborado con Criolla Chica infringía la ley. Ahí había un problema tonto, pero un impedimento para etiquetar un vino como tal.
Era un problema clásico de Lost in translation. Como la mayoría de las uvas consideradas Criollas son rosadas, todas las Criollas lo eran para la ley. El caso más exótico era el de la Criolla Chica que, en rigor, no es una uva criolla, sino una tinta proveniente de Canarias. De modo que desde ahora es considerada una uva tinta y una uva de elaboración fina. Por lo tanto, ingresa al podio del etiquetado.
Pero no es el único caso notable de las resoluciones que llegan a la etiqueta del vino.
Vinos livianos
Hasta el 19 de marzo de este año no se podía denominar legalmente, y, por lo tanto, etiquetar como, un vino liviano. Sucede que la tendencia global hacia bebidas de menor graduación alcohólica no encontraba eco en la legislación local, siempre atenta a reglamentar el grado alcohólico de los vinos como una forma de evitar el fraude por estiramiento con agua. Era un pedido largamente esperado (el primer trámite data de 2011). De modo que ahora un vino puede legalmente llamarse “liviano” o de “cosecha temprana”, si cumple con: un contenido alcohólico entre 5% y menos de 11,5% de alcohol total; pondrán ser carbonicados hasta un contenido de una atmósfera de presión; y la relación de rendimiento entre uva/vino no podrá ser inferior a 130 kilos de uva por cada 100 litros de vinos.
Vinos parcialmente desalcoholizados
Otro de los anhelos para los productores de vino era la posibilidad de quitarle algo de alcohol a vinos maduros. El dato a considerar es el siguiente: en 2006 se aprobó el uso de la primera técnica para desalcoholizar un vino; y en 2018 se establecieron los conceptos de “Vino Parcialmente Desalcoholizado” o “Vino Con Grado Alcohólico Modificado Por Desalcoholización” (dos nombres muy marketineros).
Pero hasta ahora no se podía emplear, ni ella ni ninguna de las otras, en los conceptos básicos de un vino. Desde mayo de este año es posible, según Resolución 5/2024 RESOL-2024-5-APN-INV#MEC, que reza: “Incorpórase al Artículo 17 de la Ley General de Vinos Nº 14.878 como “VINO PARCIALMENTE DESALCOHOLIZADO” al producto obtenido por desalcoholización parcial de vino que presenta una disminución del contenido alcohólico del vino por desalcoholización superior al VEINTE POR CIENTO VOLUMEN (20 % vol.), siempre que su contenido alcohólico volumétrico final sea igual o superior a CERO COMA CINCO POR CIENTO VOLUMEN (0,5 % vol.).
IG Tandil
Entre los orígenes que se sumaron recientemente al etiquetado del vino argentino, Tandil es la última adquisición. En julio pasado entró al listado oficial de Indicaciones geográficas el partido de Tandil, de modo que ahora los vinos que ahí se producen pueden emplear ese origen en las etiquetas. La lista crece y, si la cuenta no nos falla, esta sería la indicación geográfica 107 de Argentina.
Joaquín Hidalgo
Fuente: lmneuquen
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