El Gourmet Urbano: Lecturas nocturnas: ¿El vino moderno vuelve al barro de otros tiempos?

viernes, 16 de octubre de 2015

Lecturas nocturnas: ¿El vino moderno vuelve al barro de otros tiempos?

Proclamaron Patrimonio de la Humanidad al kvevris, la tinaja donde empezó todo. Ya hay enólogos que elaboran como hace milenios.

Hace seis mil años, en una remota cueva de Armenia llamada Areni, un grupo de hombres y mujeres hizo la vendimia y pisó sus uvas. Para esos antepasados, el paisaje montañoso en el que se hallaba la caverna era todo el mundo. Sin embargo, todo el mundo pondría los ojos en ellos algún día. Más que en ellos, en lo que hacían.

Eso dice la arqueología, que desenterró en 2010 lo que se conoce como la bodega más antigua del mundo. Aquellos enólogos a su manera empleaban tinajas enterradas para fermentar sus vinos. Esperaban obtener un poder de la bebida: entre la uva y el vino mediaba un milagro que no podían explicar sino por medio de sus dioses.

Hoy en el mundo hay enólogos embarcados en la misma búsqueda: trabajar vinos al natural y rescatar el poder de la naturaleza y, de ser posible, fermentado en tinajas de barro. Por ejemplo, en la bodega Bernabé-Navarro, en Alicante, España, o en Paolo&Gustav en Claire Valley, Australia. Para ellos, el vino no es cosa de dioses, porque conocen de microbiología, pero elaboran como si no lo supieran y se encomiendan a la naturaleza para que algunas vasijas resulten extraordinarias. 

Ánforas de barro


No muy lejos de Armenia, en la vecina Georgia, un grupo de familias encabezadas por el productor Beka Gotsadze se aferra a la tradición de milenios y elabora vino en kvevris: ni más ni menos que una tinaja pequeña, como una damajuana –aunque las hay más grandes también-, que entierran en la ladera para que el suelo haga las veces de aislante térmico. No son una secta de quáqueros, sino hombres del campo apegados a un modelo tecnológico que, según la arqueología contemporánea, dio la vuelta al mundo. El kvevris, para más datos, acaba de ser reconocido como Patrimonio Mundial de la Unesco, por su importancia en la creación de la cultura del vino.

Desde las laderas del Cáucaso a Anatolia y Siria, adentrándose en el Mediterráneo y Grecia, el kvevris consiguió diversos nombres y formas. Lo curioso, y esto es el patrón que revela la importancia del modelo cultural establecido por los hombres y mujeres de la Era de Bronce en Areni, es que siempre se elaboró de esa manera: en recipientes de mediana escala hundidos en la tierra. 

Más allá del nombre y las representaciones que pudo haber tenido la tinaja, la supervivencia de la técnica encontrada en el Cáucaso –y con 6100 años de antigüedad- les permite explicar a los hombres de ciencia que la dispersión del invento prueba su eficacia y preeminencia. Pero no termina acá la historia.

La vuelta de las ánforas


Este mes la revista británica Decanter publicó una reseña sobre 12 vinos elaborados en tinajas o ánforas. En pocas palabras, se trata de tintos elaborados en Chile y España que tratan de emular los viejos tintos de otro tiempo. La cata, dicho sea de paso, fue promocionada por Les Caves de Pyrene, un distribuidor que se especializa en vinos elaborados con antiguas técnicas.

A la lista de Decanter se le suman algunos productores de tinajas en, por ejemplo, Oregon, al norte de Estados Unidos. Ahí, un ceramista de nombre Andrew Beckham las ofrece para la industria del vino, que ya las adoptan para elaborar pinot noir. Otros empeñados en el asunto son los franceses de Terre D’Autan (ver recuadro). Por no hablar de las que se fabrican en Toscana y alcanzan un precio de 4500 dólares la unidad y se venden en el globo.

En todo caso, ahora que la arqueología desentierra verdades de otro tiempo, aparecen cada vez más fanáticos del pasado. Tanto que ahora incluso se pueden beber algunos vinos que emulan a aquellos de un par de milenios atrás. Habrá que ver. A juzgar por los puntajes publicados por Decanter, hablaríamos de grandes vinos.

Joaquín Hidalgo
Especial

Fuente: lmneuquen.com/

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