El Gourmet Urbano: Fiat Pannis por Humberto Silva

viernes, 24 de diciembre de 2010

Fiat Pannis por Humberto Silva

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El pan de la abuela María: Bolo Do Caco


Si hay un pan festivo que me encanta y que la familia disfruta a plenitud es el Bolo Do Caco. Es un pan de gran aprecio dentro de la comunidad portuguesa, ya que éste está presente en todas las fiestas de la celebración de Nuestra Señora de Fátima, patrona de la comunidad portuguesa. Una comunidad tan laboriosa que si todos hiciéramos la mitad del trabajo que ellos hacen estoy seguro que Venezuela sería otra.
La historia del Bolo do Caco, también llamado pan hecho sobre piedra, tiene sus orígenes de manos de los árabes, los cuales llevaron este pan en sus peregrinaciones a la Isla de Madeira donde los Madeirenses lo hicieron tan propio como las lapas (molusco), los couves (coles), la espetada o el milho frito (milo frito).
Su elaboración es una de las que he considerado más complejas por la naturaleza de su masa, ya que la utilización de sus ingredientes la hace muy difícil de manipular: aguay batata dulce como algunos de los componentes que logran cautivar tan especial pan.
 
La abuela María Quintal de Vieira es una de las artesanas panaderas que mejor prepara el Bolo Do Caco. Testigo he sido de la paciencia y dedicación que tiene para enfrentar la tarea de complacernos, haciendo uso de esos conocimientos trasmitidos por generaciones para llevar a la mesa el producto de su trabajo. He estado a su lado como fiel aprendiz, dispuesto en silencio a seguir sus instrucciones escritas en los surcos de sus manos, las cuales no se borran con el pasar del tiempo sino que son el reflejo del trabajo y la pasión por la elaboración del pan. Debo confesar que este pan tiene una de las amasadas más extenuante que, como panadero, he tenido que enfrentar: lo pegajoso de la masa hace que las manos se sientan atadas, sin la libertad de los movimientos que debemos hacer durante dicho proceso. Sólo las diminutas y hábiles manos de la abuela hacían ver con sencillez la elaboración. Les confieso que lo pensaría nuevamente para enfrentarme a esa masa.
Luego que se obtiene el punto exacto, la masa se divide en bastones de 250 gramos y se deja que doble su tamaño. Este pan, a diferencia de la mayoría de los panes que conocemos, no se hornea sino que se dispone sobre una plancha caliente o sárten para su cocción, dándole la vuelta una vez que el ojo experto de la abuela considera propicio hacerlo.
Existe una manera mecanizada para su elaboración, la cual no difiere mucho de los otros panes. Lo interesante es disfrutar de la improvisación de la panificación en las fiestas de Fátima: en un toldo disponen de todo los equipos necesario: amasadoras, plancha caliente y una mantequilla aderezada con ajo y perejil que los fiesteros -como se les denominan a los que participan en la celebración- esperan estoicamente el tiempo necesario para untar en el interior humeante, y aún caliente del bolo do caco, la porción de grasa vegetal como armonía perfecta para acompañar la famosa espetada portuguesa o varas de laurel verde donde se ensartan generosos trozos de carne magra que, al son chispeante de las brasas, hace que éstos cedan ante él.
He querido preservar la técnica artesanal y la importancia de este pan Madeirense para las próximas generaciones -aquellos como mis hijos o sobrinos- que quizás sólo podrán ver este producto en los anaqueles de los supermercados, empacados al vacío y con un código de barra que marcará la diferencia de aquel pan que elaboraba nuestra abuela. Esa forma industrializada que no lleva consigo la complejidad, la dedicación y sobre todo el amor de las raíces que heredamos de nuestros padres.
Si usted escucha de alguna celebración de Nuestra Señora de Fátima por el mes de mayo -sea en San José de los Altos, El Hatillo, El Paraíso, El Cují- vaya sin pensarlo, ármese de una cámara fotográfica y de muchas ganas de comer y disfrutar de una gran celebración cristiana y, por supuesto gastronómica. Todo esto al compás de ritmos y músicas de distintos grupos folclóricos portugueses en férrea disputa de quién podrá captar la mayor atención de los visitantes. Si por el contrario tiene algún conocido lusitano, y estoy seguro que sí, entonces coméntele que quiere probar el Bolo Do Caco con mantequilla de ajo y perejil, estoy seguro que le responderá “sera um prazer meu amigo”.

Humberto E. Silva











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