Los checos consumen 148 litros de cerveza al año por habitante, una media que le sitúa entre los mayores consumidores de cerveza de Europa. Calidad y máximo cuidado del producto están en el ADN de una filosofía de vida que tiene en el tiraje de la cerveza un ritual centenario.
Tres maneras de tomar la deliciosa cerveza checa
“El maestro cervecero elabora la cerveza y el bartender la crea”. Este dicho es ley en Pilsner Urquell. La cervecera checa cuida al máximo, desde su fundación en 1842, el tiraje de su cerveza, que ha convertido en un arte para que el consumidor tenga una experiencia perfecta.
Y, aprovechando su presencia en el Barcelona Beer Festival que se hasta mañana domingo, 18 de marzo, se está celebrando en La Farga L´Hospitalet, esta prestigiosa marca ha querido mostrar en España las tres maneras de tirar la cerveza checa, que es imprescindible conocer.
Los tres tirajes de la cerveza checa
NA DVAKRÁT: es el método más común usado por la mayoría de las cerveceras. Utilizando una copa limpia, húmeda y fresca, se inclina a 45 grados sirviendo el cuerpo dorado de la cerveza, después colocando la copa en vertical se corona con una densa capa de crema de 30 mm. El resultado es una cerveza que mantiene la carbonatación durante más tiempo y en donde el ligero amargor de la cerveza gana el protagonismo. Tiraje apropiado durante las comidas porque el amargor y la carbonatación ayudarán a armonizar los platos que se degusten.
HLADINKA: es el método más común usado en República Checa. Utilizando una jarra limpia, húmeda y fresca, se inclina a 45 grados y se añade primero una capa húmeda de crema, después se introduce el grifo por debajo de esta capa y se sirve el cuerpo dorado de la cerveza, esto hará que todos los aromas queden sellados por debajo de la crema dando como resultado una cerveza menos carbonatada, con un amargor menos pronunciado y donde los aromas y sabores provenientes de la malta ganan todo el protagonismo.
MLÍKO: es el tiraje más sorprendente. Utilizando una jarra limpia, húmeda y fresca, se abre el grifo de manera que solo se permita salir una fina, húmeda y cremosa espuma. El resultado es una jarra llena de crema que sorprende por su dulce sabor.
Fuente: Diario de Gastronomía
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