El Gourmet Urbano: @Paramaconi Acosta: El café sabe mejor con cuentos.

martes, 22 de noviembre de 2011

@Paramaconi Acosta: El café sabe mejor con cuentos.

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Desde hace mucho tiempo me he topado con una gran cantidad de cuentos, anécdotas y experiencias de personas amantes del café. Desde luego, yo también tengo mis toneladas de cuentos relacionados a la negra bebida, como el recuerdo de mi abuela tostando, moliendo y colando el café en casa.
 
Una de las cosas interesantes que he descubierto con estas historias de café es que para tener hermosos cuentos, anécdotas, o como lo quieras llamar, no es necesario ser un tomador de café.
Uno de mis grandes amigos de toda la vida, José Rodríguez, tiene un cuento comiquísimo. Él no toma café, le desagrada por asociarlo con un evento de su infancia bastante incómodo. Cuando Mamá Irma preparaba café, tanto la fragancia como el aroma del café lo hipnotizaban, le fascinaban esas frecuencias de volátiles. Desde luego, por ser aún un niño no le daban café. Un día, mientras Mamá Irma estaba en la sala con unas amigas hablando y tomando su cafecito, llegó este tremendo niño, entró a la cocina, se subió a la despensa, abrió el envase del café y se metió a la boca una gran cucharada de café molido. Acto seguido, el llanto y la escupidera. Desde luego, el gran regaño de Mamá Irma vino incluido después de la gran carrera a la cocina.
 
Otro de los hermosos cuentos con los que me he topado es el de mi amiga Vanessa Silva. Hace pocos días me envió el link de uno de sus post y debo confesar que me conmovió. Después de su autorización, comparto sus líneas con ustedes.
 
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Yonotomabacafé...
 
Por Vanessa Silva, @Vaness169
 
Uno de los recuerdos de mi infancia era ese aroma a casa que aparecía a los pocos minutos de que despertara a mamá. Primero era el famoso "colado" y recuerdo que me parecía asquerosa esa telita que mamá lavaba con tanto afán y conservaba en la nevera. Luego vino ese armatoste plateado que renovaba cada año en las ofertas de Beco. Me gustaba escuchar cómo salía el vapor de esa especie de enano de hojalata. Mucho tiempo después llegaría la cafetera Oster que muy orgullosa le compré cuando comencé a trabajar y que aún está en su caja en el closet del cuarto. Mireya decía que el cafecito no sabe igual...

 
Pero yo nunca fui amante del café... cuando pequeña me obligaban a tomarme el "guarapo" y terminé odiando esa agüita coloreada de la cual mi abuela se tomaba hasta 4 tazas... Al crecer, compartiría con mamá cuentos de trabajo y hombres frente a un Capuccino Americano, era nuestro hobby probar Capuccino en cualquier local que se nos atravesara un sábado por la tarde. Yo, casi siempre dejaba la mitad.

 
La mañana del 18 de mayo de 2010 nadie hizo café. Se esfumaron esas tardes de Capuccino Americano. Mi roommate, confidente, amiga y hasta psicóloga dejó este mundo físico para abonar las flores en un rincón en Galipán...

 
Pasaron varios meses y por cosas de la vida, volví a probar un Capuccino, quizás el mejor, el que ella nunca probó... Cada vez que percibo ese olor característico me siento en casa. Si cierro los ojos puedo imaginarla sonriendo, limpiándose el bigotito de leche y casi puedo escucharla:

 
"Vane, tienes que aprender a tomar café y vino, eso hacen los hombres interesantes"

 
Lo intento mamá... lo estoy intentando.

 
Hasta la próxima taza de café... ¿llena de cuentos?
 
Gracias.
 
Paramaconi Acosta
Barista CertificadoBGA,SCAA ySCAE.
Director/Instructor de laEscuelaVenezolanadelCafé.
www.Paramaconi.com

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