Estaba muy feliz, pasaría todo el día con mis amigas y además con la gran ilusión de llegar a mi casa en la tarde con mis panes de jamón, llevaba material para preparar 2 panes grandes.
“¿Estás lista? Me preguntó mi hermano, que era el que me llevaría. “Sí, pero ayúdame a cargar las cosas, por favor”, le dije con una amplia sonrisa, ya que estaba medio fastidiado porque lo hice levantar muy temprano el día sábado.
Toqué el timbre, y ya había llegado Sol que también prepararía sus panes, estudiaba con nosotras y era y es también mejor amiga. Aunque distanciadas geográficamente, la amistad de las tres perdura en el tiempo y en el espacio.
“Pasa”, me dijo Mildred, “te esperábamos para iniciar”. Con la misma felicidad que salí de mi casa me dispuse a sacar los ingredientes que me había pedido:
Levadura, azúcar, sal, leche en polvo, huevos, 1 ½ barra de mavesa, 1 ½ kg de harina panadera, jamón, pasas y aceitunas.
“Muy bien, vamos a colocarnos en la mesa cada una en un ladito y empezamos todas juntas”, nos decía con mucha autoridad, ya que ese día dependíamos de ella y sabía que haríamos todo los que nos dijera. “Empecemos pues”, y dicho esto iniciamos nuestra labor. No sabría describir las emociones que me invadían en ese momento, pensaba: “¿será que me saldrá mi pan?”, era la primera vez que haría pan, que les confieso es una de mis grandes pasiones, soy cocinera pero también panadera.
Mildred nos decía qué hacer de manera muy clara y con mucha paciencia. Primero preparamos 3 tazas de leche y colocamos 2 cucharadas de levadura en polvo en una taza de agua con una cucharada de azúcar. Luego hicimos un volcán con la harina y en el centro colocamos la leche, 3 cucharadas de azúcar, 3 huevos, la mantequilla y el agua con la levadura y comenzamos a mezclar todos estos ingredientes; una vez unidos iniciamos la amasada, y pasados unos 7-8 min agregamos 1 cucharada de sal y seguimos amasando intensamente por 3 minutos más.
Una vez que nuestra masa estaba lista, la dividimos en dos para preparar dos (2) panes. “Muy bien, ahora estiren la masa con este rodillo”, nos dijo e inició el proceso para que la observáramos. Me tocó el turno, la masa se me iba a todos lados y no lograba realizar un cuadrado como ella nos lo había indicado, y nos dijo: “Tienen que sentir y consentir la masa para que les haga caso”. Todas la miramos y nos fuimos en una sola carcajada, pero saben, tenía razón.
Una vez que logré controlar la masa, después de romperla, estirarla de un lado a otro y casi que le hablé, me disponía a colocarle el relleno. Empecé por el jamón, a colocar mis rebanadas superponiendo unas con otra, luego coloqué las pasas y por últimos las aceitunas, organizándolas para que quedarán bien distribuidas por todo el pan. Enrollamos, y con un tenedor les hicimos huequitos. Lo dejamos reposar durante una hora, pintamos con huevo y al horno durante 45 min.
Durante el tiempo de levado del pan y el horneado, limpiamos todo rapidito para sentarnos a echar cuentos con los cuales nos divertíamos mucho.
Les cuento: Según Miro Popić, periodista y columnista venezolano especializado en gastronomía, el pan de jamón nació en Caracas, atribuido a la receta de don Gustavo Ramella en su panadería ubicada de Marcos Parra a Solís en diciembre de 1905. Aparentemente, en aquel entonces sólo llevaba jamón como relleno. Su rápida aceptación provocó que otras famosas panaderías, como las de Montalbán y Banchs, lo incorporaran a su oferta, éste último anexándole pasas. Para los años 1920 ya habían variedades con otros ingredientes: almendras, aceitunas, nueces y alcaparras. Posteriormente, gracias a su atractivo y calidad, su consumo se fue expandiendo por todo el territorio nacional, muy especialmente durante las festividades navideñas.
Cuando salieron aquellos panes del horno, con aquellos aromas que desde hacía rato nos perturbaban, mi emoción era tal que quería llegar pronto a casa para compartir el resultado de mi aprendizaje con mi madre y mi familia.
Agradezco a Mildred su paciencia y haberme enseñado este pan, símbolo de tradición venezolana y de nuestra navidad, no sabe ella lo que me motivó en ese momento y que esa motivación me llevo a seguir amasando, horneando y amando el mundo de los panes.
Quise compartir la receta tal cual, sin tecnicismos ya que es la receta de mi historia.
Aún cuando hago pan de jamón , recuerdo aquellos días con mis amigas, donde ni siquiera el cielo era nuestro límite, llenas de sueños, de deseos de vivir, llenas realmente de felicidad y una dulce nostalgia me embriaga de poder revivir un día de aquellos días felices, con aromas a Pan de Jamón.
Yelitza Acosta
Cocinera
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