Bouza Bodega Boutique.
Es cierto que los viñedos uruguayos reciben todos la influencia del Océano Atlántico. De un extremo al otro de este país no hay más de 500 kilómetros, y sus territorios sur y este están expuestos casi totalmente al vaivén de las olas en mar abierto. Sin embargo, de todas las zonas vitivinícolas nacionales, el sureste del país parece ser de momento la más seductora, pues combina un paisaje serrano con el romanticismo de plantar una viña a orillas del mar.
Con un mínimo porcentaje del total de viñedo plantado en el país, la mayoría de los emprendedores allí son entusiastas sin experiencia en la viticultura y con poca tierra para cultivar. No obstante, tres empresas de trayectoria, y un matrimonio que convirtió el vino en su vida, se instalaron en la zona en los últimos seis años con apuestas fuertes de viñedos con entre cinco y 160 hectáreas. Y son: Familia Deicas (de los mismos dueños de Establecimiento Juanicó) y Bodega Garzón (del empresario argentino Alejandro Bulgheroni, inversionista en su país de la bodega Vistalba) en Garzón; Alto de la Ballena en la Sierra de la Ballena, y Bouza Bodega Boutique al pie del cerro Pan de Azúcar.
Cerros elevados
Ubicados sobre ruta 9 a más de 100 kilómetros de Montevideo, en la ruta 12 sobre la Sierra de la Ballena y en la zona de Garzón (a 175 km de la capital), estos viticultores buscan la altura de los cerros, elevados entre 200 y 350 metros sobre el nivel del mar, suelo rocoso, bajos contenidos en materia orgánica y gran porcentaje de arena.
A fines de los años 80, el doctor Luis Hidalgo estableció que en el sureste del país (Maldonado, sur de Lavalleja y sur de Rocha) la tierra es propicia para obtener uvas con las que elaborar vinos de alta calidad. A partir del siglo XXI, más de una decena de productores de uvas, locales y extranjeros,
siguieron su consejo.
Como en el resto de Uruguay, la vedette en estos nuevos viñedos es el Tannat, presente en todos los viñedos de la zona, y existe una preponderancia de cepas tintas como Merlot, Syrah y Cabernet Franc, aunque también se cultivan Viognier, Albariño, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Thierry Patalavigne, por ejemplo, (un bordelés radicado en Punta del Este) compró su campo en 2006, para incursionar por primera vez en el mundo del vino, aunque aún sus etiquetas no están en el mercado.
“Planté Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Merlot, Carménère, Syrah, Sauvignon Blanc y Chardonnay”, explicó el viticultor. Y señaló que estas tierras le gustaron porque formaban parte de una antigua cantera, con mucho contenido de piedras y una pendiente pronunciada, característica que define en general a toda la zona.
Marcela Baruch
No hay comentarios. :
Publicar un comentario