Pero aunque el tema no es nuevo, no hemos podido resistir la tentación de rebuscar en la hemeroteca para descubrir la historia de esta singular cerveza que, lógicamente, muchos pensaron al principio que era una broma. Según explicaban en su momento los creadores de esta original cerveza, tras fracasar en la búsqueda de una nueva cepa de levadura, se les ocurrió que la tupida barba de John Maier -el maestro cervecero de la casa- podía ser un buen sitio en el que “buscar”, teniendo en cuenta que no se afeitaba desde 1978 y que llevaba muchos años trabajando entre cervezas y fermentos.
Y parece que la cosa funcionó, porque a partir de 9 pelos de esta barba se pudo capturar -ese es el término que se usa en el mundillo cervecero- un fermento salvaje que añadir a la fórmula de la nueva cerveza para, según apuntan sus creadores, reforzar el terroir de la bebida.
Tres años después, la Beard Beer de Rogue no sólo sigue existiendo, sino que incluso tiene su propia entrada en la Wikipedia, y puede presumir de seguir siendo una de las más extrañas del interminable panorama de cervezas artesanas que se ha multiplicado en los últimos tiempos.
De tipo American Wild Ale, tiene 4,8 grados de alcohol, cuesta unos 6 dólares, y quienes la han probado aseguran que su sabor no tiene nada que pueda vincularse al singular origen del fermento utilizado. Afortunadamente, nos atrevemos a añadir. Porque lo de “oiga, que hay un pelo en mi cerveza” es de esos chistes que no tienen ninguna gracia, por muy real que pueda ser en este caso.
Fuente: 20 Minutos
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