Y los comentarios y reacciones en redes sociales vinieron a confirmar lo que ya suponíamos: ellos saben mucho mejor que nadie lo que les pasa a las mujeres de este país. Tuvimos exabruptos de todos los gustos y colores, en su mayoría con un rancio olor a Varon Dandy flotando en el ambiente.
Desde los que aseguraban que eso era otra patraña feminista -que hubiera muchos comentarios de mujeres confirmando que, efectivamente, ocurría a menudo es un detalle menor para los señoros– a quienes se sentían ofendidos porque a ellos lo que siempre les ponían era la cuenta -otro de esos machismos normalizados, por cierto- o los que simplemente quitaban gravedad al asunto.
Y es verdad que tener que cambiar una cerveza o una copa de vino de un lado a otro de la mesa no es comparable con los centenares de asesinatos de mujeres, con las manadas que rondan por ahí sueltas, con la diferencia salarial entre hombres o mujeres, o con que algunos -políticos incluidos para rascar votos- cuestionen la veracidad de las denuncias por violencia.
Evidentemente, con este panorama, una cerveza servida a él en vez de a ella es casi un chiste sin importancia. Lo mismo que la tontería esa de que el vino blanco sea para ella y el tinto para él, que la carta de vinos también sea para el hombre, que a las mujeres se les sirva primero en una mesa -otra de esas costumbres instauradas con normalidad y de la que algún día tendremos que hablar- o que se de por hecho que la cuenta es para él. Cada vez pasa menos, por suerte, pero sigue pasando.
Pensándolo bien, más que chistes son el reflejo de ese machismo diario, instaurado durante décadas en la sociedad y que también se da en el mundo de la gastronomía. De hecho, casi más preocupante que los comentarios de turno es comprobar que en ese sector también hay muchos que firmarían ese tipo de argumentos. Por llamarlo de algún modo.
Los del ‘ni machismo ni feminismo’ que se ofenden cuando alguien echa cuentas de las Estrellas o premios para ellas y para ellos, habla sobre acoso sexual en la cocina, o de ninguneo histórico a las mujeres.
Pero seamos optimistas, ese tufo a rancio pasará. Sólo es cuestión de abrir bien las ventanas y de un poco de tiempo. Por ahora, que se hable cada vez más de estos temas y que a algunos les moleste tanto parece un buen síntoma.
IKER MORÁN
Fuente: 20 minutos La Gulateca
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