Consejos de una experta sobre cómo maridar con acierto el menú que hemos preparado con la inmensa oferta de vinos del mercado
Decidir qué vino vamos a servir para acompañar la cena que hemos estado preparando para nuestra visita es toda una responsabilidad. Hace un tiempo, los maridajes se hacían de una manera algo más sencilla: carnes con vinos tintos y pescados con vinos blancos. Sin embargo, el gusto por añadir matices a la gastronomía, la incorporación de nuevos platos procedentes de otras culturas, y la innovación y creación de nuevos productos en las bodegas y en las cocinas de todos los hogares, han hecho que las opciones para hacer del maridaje una experiencia gastronómica, sean mucho más amplias.
Botellas de vino en una tienda especializada en Barcelona - REUTERS/Albert Gea
Y como sabemos que no es lo mismo un sushi que unas cocochas en salsa verde (aunque ambos sean pescados), ni un albariño gallego que una moscatel de Alicante (aunque ambos sean vinos blancos), es importante tener en cuenta algunas recomendaciones para que, cocines lo que cocines, siempre sepas qué vino dará lugar al mejor maridaje.
En el equilibrio está la virtud
El equilibrio en un maridaje es combinar platos suaves con vinos ligeros y comidas más intensas con vinos de mayor estructura y peso.
La fuerza o el peso de un alimento se lo da su intensidad aromática y gustativa y la cantidad de grasa que contiene. Cuanto más graso, más pesado es el alimento.
El peso de un vino viene marcado por su grado alcohólico (mayor fuerza cuanto más alcohol contiene el vino), su estructura (asociada con la variedad de uva y con el proceso de elaboración del vino), y su intensidad aromática y gustativa.
Y, ¿cómo sabemos todos estos datos de un vino? Debes saber que el grado alcohólico aparece siempre en la etiqueta y que la variedad, generalmente, también. De la elaboración es importante conocer su crianza o fermentación en barrica y si el proceso de maceración ha sido intenso o no. Sabremos entonces que un tempranillo con 12 meses de crianza es mucho más pesado que un tempranillo joven de maceración carbónica, o que un chardonnay fermentado en barrica es más estructurado e intenso que un macabeo joven. Y cada uno maridará su plato de acuerdo a su intensidad. Además, hoy es fácil encontrar estos datos en las webs de las bodegas.
Marida con la forma de cocinar mejor que con el alimento
Las salsas y guisos van a marcar extraordinariamente tu plato, así que trata de maridar con la manera en la que has cocinado antes que con el propio alimento. Una carne de pollo a la plancha es un plato ligero, ya que es poco graso y la forma de cocinarlo no le ha aportado grandes aromas ni sabores intensos. Sin embargo, la misma carne de pollo, guisada con salsa de setas, da lugar a un plato con algo más de grasa y, sobre todo, más intenso en sabor y aromas. Por lo tanto, este último podremos maridarlo con un vino con más fuerza (más alcohol, variedades más tánicas como tempranillo o cabernet sauvignon, o vinos blancos secos con algo de crianza) y el pollo a la plancha nos sabrá mucho mejor si lo combinamos con un vino blanco joven y fresco o un vino tinto joven y afrutado.
Los contrastes también son divertidos
Alimentos y vinos que tengan alguna característica que les marque intensamente son muy fáciles de maridar por contraste. El queso azul hace una pareja excepcional con vinos dulces y generosos. El dulzor del vino contrasta con el sabor intenso del queso azul y van creando en tu paladar un juego de lo más placentero y divertido. De la misma forma, vinos blancos con buena acidez o muchos de los vinos espumosos que encontramos en el mercado, transmiten una sensación refrescante que compensará la calidez que aportan a tu paladar las comidas picantes. Para crear maridajes por contraste, los vinos blancos, rosados y espumosos pueden ser tus mejores aliados.
Fíjate en la gastronomía autóctona
Ante la duda, escoge vinos procedentes de la zona donde es típico el plato que vas a cocinar o a consumir. Vinos de la variedad albariño o godello son capaces de potenciar el sabor de una buena mariscada sin invadirla por completo. Y, de la misma forma, tomar una garnacha tinta con un buen queso manchego es un placer difícil de olvidar ¡Los lugareños lo tienen más que comprobado!
Rompe con los estereotipos
Si pones en cuestión algunos de los tópicos relacionados con los maridajes descubrirás cosas fantásticas. Verás que los postres no tienen por qué ir siempre acompañados de vinos dulces. Que el chocolate pasa al podio de los postres cuando lo acompañamos con un vino tinto concentrado y con gran estructura. Y que los vinos espumosos, además de ser fantásticos para brindar al final de cada cena, son inmensamente mejores cuando comenzamos la cena con ellos, en el aperitivo. Sus burbujas y su acidez «resetearán» tu paladar después de tomar un bocado de un queso cremoso y harán del aperitivo un inicio de cena sumamente placentero.
Innova y experimenta
Por último, te proponemos que innoves. Crea tus propias parejas. Haz nuevos maridajes y descubre con tu propio paladar que hay sensaciones únicas que sólo tú puedes descubrir. Haz tuyos estos consejos y experimenta para añadir muchos más a esta lista.
Silvia Burruezo Escobar
*Silvia Burruezo: Ingeniera Agrónoma y Máster de Viticultura y Enología por la Universidad Politécnica de Madrid. Ha desarrollado su carrera como enóloga en distintas bodegas de Chile, California y España. Actualmente es asesora enóloga en BurruezoEscobarWINE.
Fuente: ABC
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