¿Tomar o no tomar? Aprende a conocer tu cuerpo y evita consumir bebidas alcohólicas cuando estés deprimido, muy cansado y deshidratado. FOTO: FOTO DE COTTONBRO EN PEXELS / PEXELS |
Existen muchos factores cotidianos de nuestro estado físico y mental, que intervienen en los efectos del alcohol en el organismo
El vino está pasando por un momento candente. No solo es una de las bebidas alcohólicas más populares y benéficas para la salud (claro con moderación), su elaboración es todo un arte. No en vano recientemente las propuestas de vinos artesanales y naturales, son cada vez más novedosas e increíblemente deliciosas.
De hecho tal vez no lo has notado, pero los estadounidenses están bebiendo más vino que nunca. Una encuesta reciente reveló un dato muy relevante en torno al consumo de vino: aproximadamente el 75% de los adultos beben vino. ¿Las razones? Principalmente por que les agrada su sabor, es el maridaje perfecto con la comida y simplemente porque “los hace felices.”
La misma encuesta revela otro dato curioso: el 42% de las personas encuestadas consideran que beber vino es saludable. Y lo primero que debemos decir, es que claro que el vino es una bebida que se asocia con bondades para la salud y en gran parte debido a su poder antioxidante, es considerado la bebida que recomienda la dieta mediterránea. No en vano la investigación científica ha sugerido que de manera específica el vino tinto, aporta beneficios cuando se disfruta con moderación.
Sin embargo y aunque no lo creas obtener los maravillosos beneficios del vino, es una cuestión que se relaciona con el momento de consumo. ¿Qué significa esto? Existen muchos aspectos de nuestra salud física y mental, que se relacionan con los efectos del alcohol en nuestro organismo. De hecho se cuenta con estudios, en los que se ha comprobado que los peores momentos para beber vino, se relacionan con estados de ánimo alterados y altos niveles de estrés.
De tal modo que es momento de comprender cómo inclusive los hábitos más cotidianos, pueden intervenir en los efectos del alcohol en el cuerpo. Finalmente el organismo humano es un sistema complejo, que depende de muchos factores para su óptimo funcionamiento. Con base en ello probablemente no lo sepas, pero todo se relaciona, desde el grado de actividad física del día, la cantidad de comida y agua que has ingerido, el estado de ánimo actual y muchos otras cuestiones pueden influir en cómo respondes a esa copa de sauvignon blanc o un buen shiraz. Es por ello que nos dimos a la tarea de investigar cuáles son los peores momentos para beber vino. ¡Seguramente has caído en varios!
1. Cuando te sientas estresado, ansioso o triste
Sin lugar a dudas tomar una copa es uno de los recursos más comunes para relajarnos cuando estamos estresados, de hecho es bastante tentador y en principio nos puede hacer sentir mejor. Sin embargo, es una pendiente resbaladiza con consecuencias potencialmente perjudiciales. Los especialistas coinciden, en que el alcohol puede ser altamente adictivo y es muy importante evitar su uso como “estrategia de afrontamiento”, ya que muchas personas que lo consumen en exceso suelen utilizarlo como una salida ante las preocupaciones y presiones. Lo que sucede según la ciencia, es que el alcohol altera los niveles de ciertos neurotransmisores en el cerebro, como es el caso particular de la serotonina, que es la sustancia responsable de estabilizar el estado de ánimo y promueve sentimientos de felicidad. Lo cierto es que probablemente al inicio te sientas más animado y feliz, cuando en realidad eventualmente pueden empeorar los estados de ansiedad y depresión una vez que el efecto desaparece. Recordemos que beber cuando estamos tristes es una forma de escapar o olvidar el dolor, y aunque para algunos simbolice de cierta manera un alivio, no es la forma saludable de lidiar con los problemas.
2. Antes de dormir
Tenemos una mala noticia para ti, la idea de relajarse con una copa de vino por la noche antes de acostarte te ayudará a dormir; es en realidad un mito. Si bien en muchas ocasiones no simboliza mayor alteración, existen días en los que somos más sensibles y esto dependerá un poco de cómo se dio nuestro día en general. Según los expertos: cuánto más cercano al horario de dormir consumamos alcohol, más se verá interrumpido el sueño y esto se relaciona directamente con posibles bajas en el nivel de azúcar en la sangre. De manera específica se ha comprobado que beber vino, o cualquier otro tipo de alcohol, justo antes de ir a dormir puede causar una disminución de la latencia del inicio del sueño, que es el factor que nos ayuda a conciliar el sueño más rápidamente. Si bien es una cuestión que suele variar mucho en cada persona, en última instancia, puede resultar en un sueño de mala calidad porque, aunque el hígado metaboliza el alcohol, este afecta la duración de los ciclos de sueño. Otra afectación nocturna que no podemos dejar de mencionar, es que el alcohol suele irritar el revestimiento del estómago y aumenta los síntomas del reflujo gastroesofágico, especialmente cuando estamos acostados. Como última referencia se cuenta con un estudio de 2018, en el cual se encontró que incluso cantidades moderadas de alcohol (dos porciones al día para los hombres y una porción al día para las mujeres) disminuyen la calidad del sueño en un 24%.
3. Antes o después de un entrenamiento
Claro que es evidente que no es nada recomendable ni tiene sentido, consumir bebidas alcohólicas previo a una sesión de actividad física. De cierta manera beber alcohol le manda un mensaje opuesto al cerebro, y afecta nuestro rendimiento y también somos más propensos a lastimarnos o cometer alguna torpeza. Sin embargo, también debemos evitar beber una copa de vino inmediatamente después del entrenamiento, y la principal razón es el efecto diurético del vino. Según un estudio, el alcohol disminuye la producción de vasopresina en el cuerpo, lo que hace que los riñones eliminen más agua en forma de orina, lo que puede provocar deshidratación. Es por ello que la mejor recomendación post-entrenamiento es consumir alguna bebida fortificada con electrolitos para rehidratar al organismo.
4. Cuando estas deshidratado
El cuerpo humano es sabio y siempre nos manda señales, claro entre las más comunes están la sed y el hambre. Como regla general, nunca debes tomar una copa de vino si tienes sed, porque lo más probable es que eso significa que tienes algún grado de deshidratación. También es importante tener en cuenta que la sed no siempre es un signo confiable de deshidratación, siempre deberás tener en cuenta otros signos de advertencia, como orina de color oscuro o micción menos frecuente, fatiga, mareos y confusión. Otra afirmación de los expertos, es que cuando estamos deshidratados solemos consumir más alcohol a mayor velocidad para saciar la sed. Esta es una conducta que no solo es metabólicamente dañina, sino que el alcohol puede aumentar la deshidratación y derivarse en otras complicaciones. Y claro, con seguridad tendrás una resaca más intensa al día siguiente.
5. Después de recibir una vacuna
Este es un punto importante sobre todo actualmente con la popular aplicación de la vacuna COVID-19, aunque también aplica con otros tipos de vacunas, como es el caso de la aplicación anual contra la influenza. La recomendación médica es contundente, evita tomar una copa de vino inmediatamente después de la aplicación. Si bien no es que el vino interactúe directamente con la vacuna, sin embargo el alcohol a corto plazo puede deprimir el sistema inmunológico, que es lo opuesto a lo que se desea después de una vacuna.
Aunque no se cree que cantidades moderadas de alcohol afecten la efectividad de la vacuna contra el coronavirus, algunos expertos dicen que se debe evitar beber en exceso durante al menos una semana antes de la primera dosis y un mes después de la segunda dosis. Complementario a ello se cuenta con un estudio de 2015, en el cual se encontró que el alcohol puede causar inflamación en el intestino y alterar el microbioma en general, lo que podría causar daño a los microorganismos que apoyan la salud del sistema inmunológico.
6. Cuando no has comido nada
Después de leer esto probablemente pensarás dos veces antes de beber una o más copas de vino, antes de cenar. Cuando bebemos con el estómago vacío, el cuerpo absorbe el alcohol con mucha más rapidez en el intestino delgado. Como resultado, muchos de los efectos secundarios de beber pueden amplificarse, sobre todo en cuestiones de coordinación y pensamiento. Por otro lado cuando hay comida en el estómago, el alcohol se absorbe más lentamente. Así que otra regla de oro para disfrutar y cuidarte: cuando bebas vino, asegúrate de comer algo. Una buena recomendación por las características del vino, es combinarlo con un buen equilibrio de proteínas, carbohidratos complejos y grasas saludables. Por ejemplo: una tabla de embutidos, con algo de carnes frías, queso, algunas galletas saladas y una pequeña porción de uvas ¡El acompañamiento perfecto!
Lorenza Amor
Fuente: El Diario NY
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