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La pandemia nos ha enseñado a comprar más vino en plataformas on line y a beberlo en casa, en un entorno más íntimo y con menos gente alrededor. Por eso cobra especial importancia saber cómo conservarlo, tanto cerrado como si hemos sucumbido a la tentación de abrir esa botella a la que le teníamos ganas.
“Las mejores condiciones para conservar el vino son las que no varían. No es tanto la posición, en vertical u horizontal, como el hecho de mantener constante la temperatura, que el vino reciba poca luz y que pueda mantenerse en silencio”, comenta el experto vitivinícola Juancho Asenjo, que cuenta en su haber con una extensa colección de más de 2000 botellas.
Y es que hacerse con una colección de vinos en casa requiere conocer algún que otro truquillo o herramienta para conservarlo, tanto cuando se compra y se quiere almacenar, como cuando se abre y no se consume toda la botella.
Los mejores métodos para conservar el vino.
¿Cómo conservar el vino?
Conservar el vino sin abrir la botella
No todos los vinos se pueden conservar por un largo periodo de tiempo. Por eso es importante tener claro si hay perspectivas de guardarlo (por ejemplo, si te haces con un vino porque acabas de tener un bebé y quieres descorcharlo con él o ella cuando cumplan los 18) o de tomarlo en las próximas semanas. Por lo general, los vinos jóvenes tienden a aguantar menos que los vinos con algún tipo de crianza (no necesariamente en madera, pero sí en contacto con lías, por ejemplo). Blancos o tintos, hay que tener en cuenta su capacidad de aguante. ¿Lo mejor? Consultarlo con la persona a cargo de los vinos en tu tienda favorita, que te puede orientar sobre una teórica fecha de “caducidad”.
¿Dónde conservarlos? En una ciudad, donde el espacio, por lo general, es limitado, lo ideal es hacerse con una vinoteca de calidad, donde almacenar tus vinos favoritos y conservarlos a una temperatura constante. ¿La temperatura ideal de la cava? Unos 12 o 14 grados. El tamaño de la vinoteca ya lo decides tú, dependiendo de cuán winelover te sientas y si eres de esos que pasa por una vinoteca, entra y sale como Papá Noel o si solo tienes algún vino que abres cuando viene tu cuñado a cenar a casa.
¿Y si no tienes cava de vinos? Si no tienes cava ni opción de meterla en casa, lo mejor es buscar un rinconcito tranquilo, oscuro y fresco en tu casa, donde dé poca luz y los vinos puedan reposar, que es clave para alargar su conservación.
¿Por cuánto tiempo puedo conservar los vinos en mi casa? Buena pregunta y difícil respuesta, porque, hablando en gallego… depende. Y depende de unos cuantos factores. Por lo general, vinos con indicación de crianzas largas, tipo reserva y gran reserva si hablamos de tintos y blancos españoles, aguantan más de una década bien conservados. Tintos poderosos y bien elaborados como buenas referencias de Burdeos o Borgoña, Barolo o Chianti, también, y no digamos nuestros generosos de Jerez o Montilla, que aguantan sin despeinarse varias décadas (te ponen a prueba y quizá seas tú quien sucumba y los abras antes de lo que tenías previsto). Vinos tipo cosechero, o maceración carbónica o espumosos de muy bajo precio, mejor consumirlos cuanto antes. Los espumosos como Champagne o cavas gran reserva también pueden crecer en seis, ocho o diez años ¿Te podrás resistir?
Y si abres el vino, pero no terminas la botella… ¿Cuáles son los mejores métodos para conservarlo?
Cuando a uno le apetece una copita pero solo una, o le apetece abrir uno de esos vinos que entre winelovers llaman pepinos (es decir, grandes vinos del mundo, para el resto de los mortales, o vinos complicados de encontrar, añadas antiguas…) pero tampoco terminarse la botella por aquello de alargar el placer, llega el momento de escoger un buen método para conservar ese resto. Y es cuando aparecen varias opciones.
Taparlo tal cual, con el corcho o rosca que traía, y a la nevera. Lo de la rosca, que es una magnífica opción para vinos de consumo rápido y para otros de consumo menos inmediato, porque hay grandes avances que están consiguiendo tapones de rosca muy efectivos a la hora de conservar el vino, es mucho más fácil que si el vino tiene tapón de corcho. Como solución para guardar el vino unas horas, o incluso hasta un par de días, estirando mucho, y no notar grandes cambios, la nevera y un buen retaponado se presentan como opciones más que recomendables para un bebedor casero. Eso sí, para consumirlo en más de dos días, conviene buscar otras soluciones.
Usar una bomba de vacío. Las bombas de vacío se presentan como una solución muy aceptable para vinos que se abren y, también, se van a consumir en un plazo corto. ¿Qué plazo? Pues no más de una semana, pero dado el precio que tienen (desde unos ocho euros en adelante hay bombas muy dignas), y teniendo en cuenta que una semana- diez días es un período más que razonable para un consumo moderado de vino, son una solución que todo winelover tendría que tener en su casa. Eso sí, lo mejor es abrir vinos que, seguro, se vayan a consumir, porque una vez descorchados, no hay vuelta atrás.
Usar alguno de los modelos de ese prodigioso invento llamado Coravin. Está pensado para poder servirse el vino sin descorcharlo, y permite meterle mano a pepinos sin tener que beberse toda la botella por obligación. Esto abre una serie de posibilidades, pero, primero, hay que explicar que Coravin funciona mediante un sistema de aguja que permite traspasar el corcho, servirse el vino sin quitar el tapón y rellenar lo que nos bebemos con gas argón, que impide que el vino se oxide y pierda sus cualidades. Así, con este invento se puede abrir un buen burdeos comprado en primeur para testar su evolución, comprobar si tiene algún defecto o, lo mejor, para disfrutarlo en el momento y poder tomarse una copa meses, e incluso años después. Aunque su precio es sensiblemente mayor que el de las bombas de vacío, sí que es una solución ideal para amantes del vino avanzados, que tienen una colección de vinos de alto valor y disfrutan descorchándolos y comprobando su evolución (la longevidad sigue siendo, de momento, una de las cualidades irrenunciables de los grandes vinos). Por eso, no es raro que se use Coravin también en entornos profesionales y que, gracias a este método de conservación, algunos winebars puedan servir por copas vinos que de otro modo solamente ofrecerían por botellas, ya que el riesgo de estropear el vino, al “coravinearlo”, se reduce de forma notable.
La gama de “coravines” es bastante amplia (hay para vinos tapados con rosca y se acaba de incorporar el modelo de espumosos, que asegura el perfecto estado hasta dos semanas); se pueden comprar repuestos de agujas y de gas argón en su web (cada una de ellas tiene seis gramos y medio de gas argón, por lo que es recomendable aprender a servir muy bien el vino para no desperdiciarlo, y tener en cuenta que, cuanto más se vacíe la botella, más gas es necesario emplear para rellenarla y también aumenta la posibilidad de oxidación).
Los modelos van desde los 119,99 euros del modelo Pivot, el más básico, a los 449,99 del último en salir, el Sparkling, especial para espumosos. El sistema es ideal para singles amantes del vino y gente a la que le gusta probar varios distintos, por ejemplo, en un mismo día. Las posibilidades son amplias.
Raquel Pardo
Fuente: Sobremesa
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