El turrón y la Navidad van de la mano. |
La Navidad llega cargada de dulces, pero este es uno de lo más demandados para dar carpetazo al año
Son toda una tradición y tienen una gran industria detrás. Hay auténticos especialistas (también en Euskadi) que dedican su vida a elaborar los mejores productos dulces para la época navideña. Y entre una amplia oferta de propuestas, cada vez más extensa, el turrón sigue siendo uno de los favoritos para poner fin al año. Por su variedad de sabores y texturas, el abanico es tan amplio como los gustos de los consumidores.
Alicante se ha convertido en el centro neurálgico de la producción de estos dulces, siendo Jijona una de las localidades más populares. Tal es el nivel alcanzado en la elaboración de este producto que existe incluso un Consejo Regulador de Jijona y Turrón de Alicante que ejerce de filtro para garantizar la calidad de todos aquellos turrones que forman parte de la Indicación Geográfica Protegida.
La calidad del turrón está garantiza en la Indicación Geográfica Protegida
Dentro de la gran variedad de propuestas que ofrece el mercado, dos son los básicos que todo el mundo conoce. El turrón de Jijona es conocido como blando y el turrón de Alicante como duro. Obviamente, el nombre viene dado por la sensación que produce en la boca cada uno de ellos, por su textura.
Almendra, azúcar y miel
El proceso de elaboración de los turrones arranca tostando la almendra repelada para, posteriormente, cocerla en el fuego junto a una mezcla de azúcar y miel. Sí, es un dulce que no es del todo saludable, pero hay fechas señaladas en las que es mejor no mirar la báscula y disfrutar de la compañía y de los postres más sabrosos.
Una vez culminado el primer paso, el turrón de Jijona y el de Alicante cogen diferentes caminos. El de Jijona requiere que la masa obtenida, todavía caliente, se extienda manualmente. Es cuando esta baja de temperatura cuando se procede a la molienda de las láminas, que deja ya un producto que se asemeja en su estética al turrón que finalmente comemos. Pero a la masa le queda una segunda cocción con 'boixets', que son mazos que permiten la correcta compactibilidad. A partir ahí, 72 horas de reposo para que el turrón pueda exudar la alta cantidad de aceite de almendra que contiene.
En el caso del turrón de Alicante, una vez concluida la primera cocción se añade la clara de huevo diluida que ejerce como blanqueante para lograr el conocido 'punto de bola', momento en el que se añade la almendra tostada. Posteriormente, queda mover hasta que la masa sea homogénea.
Fuente: Diario Vasco
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