Cuba es una excepción por su modelo económico entre los países que tienen mucho protagonismo en el mercado de los destilados: la producción de alcohol es un monopolio estatal. Por muchas marcas que aparezcan últimamente y muchos acuerdos de colaboración entre el estado y empresas internacionales, todo el ron cubano depende de un mismo proveedor. Una situación única.
Con el Daiquiri y el Mojito, Cuba es la cuna de dos de los 10 cócteles clásicos más populares del mundo, según la revista Drinks International, colocando al país caribeño por delante de Reino Unido en esa mini liga de creadores de tragos inmortales e incluso, si consideramos la ratio por habitante, delante de Estados Unidos. Parte del mérito lo tiene el ingrediente base de estos dos cócteles: el ron cubano.
El actor principal —pero no único— de esta saga de éxito es la marca Bacardí, fundada en 1862 en Santiago de Cuba por una familia originaria de Sitges. El patriarca, Facundo Bacardí, creó un estilo nuevo de ron, ayudado por las tecnologías más punteras de la época, que permitían la obtención de un destilado de mayor pureza. Hasta entonces, las grandes potencias del ron, como Jamaica y Barbados, destacaban por un estilo más intenso y potente marcado por los antiguos alambiques de cobre que utilizaban.
Mezclando con mucho arte destilados de alta graduación casi neutros obtenidos gracias a las nuevas columnas de destilación y aguardientes de menor graduación, más potentes y aromáticos, Bacardí dio luz a un ron más ligero, que no necesitaba tanto añejamiento y se podía disfrutar en combinados refrescantes.
Esta revolución fue tan exitosa que muchos competidores –Arechabala y su Havana Club, Matusalem, etc- intentaron imitarles, aunque hubo que esperar otra revolución, política y económica, para ver el declive de Bacardí. En octubre de 1960, menos de un año después de la huida de Batista y de la asunción del poder por Fidel Castro, el nuevo gobierno decidió nacionalizar una parte significativa de la economía. Bacardí y varios otros productores de rones y cervezas se vieron expropiados.
Esta revolución fue tan exitosa que muchos competidores –Arechabala y su Havana Club, Matusalem, etc- intentaron imitarles, aunque hubo que esperar otra revolución, política y económica, para ver el declive de Bacardí. En octubre de 1960, menos de un año después de la huida de Batista y de la asunción del poder por Fidel Castro, el nuevo gobierno decidió nacionalizar una parte significativa de la economía. Bacardí y varios otros productores de rones y cervezas se vieron expropiados.
Foto de la plantilla en la vieja planta de Bacardí. |
Como es bien sabido, Bacardí sobrevivió al embiste, ya que por la inestabilidad política en Cuba que precedió al cambio de régimen, había abierto destilerías en otros países e instalado su sede en Puerto Rico. Pero el Bacardí cubano había muerto y el ron producido en la isla desaparecido de los mercados mundiales. Para resumirlo, para los aficionados al ron, lo de octubre de 1960 significó que el Daiquiri ya no se podía hacer con ron cubano, sino con ron de estilo cubano. Esta situación perduró durante más de treinta años. Es cierto que en los años 70, Cuba había empezado a reintroducir rones en los mercados internaciones, con el foco puesto en el bloque del este (y España, a través de Cinzano y de la familia Boadas) pero con volúmenes muy bajos.
Todo cambió el 22 de noviembre de 1993, cuando Fidel Castro firmó un acuerdo con el gigante francés Pernod Ricard para la explotación y el desarrollo internacional de la marca, propiedad desde entonces a partes iguales de la empresa gala y Cuba Ron, un ente público cubano. Un éxito rotundo: Havana Club es ahora la quinta marca de ron más vendida del mundo y Havana Club 7 años es, según la marca, el ron super premium más vendido. Y eso sin poder acceder al mercado estadounidense, claro.
Viejo cartel publicitario de Bacardí |
No es casualidad que el acuerdo con Pernod Ricard se firmase en 1993. Cuba estaba entonces atravesando el llamado “período especial”, la crisis económica causada por el fin de la Unión Soviética y una intensificación del embargo estadounidense. El gobierno veía el ron como posible fuente de esa liquidez que tanto necesitaba. De un modo similar, se puede decir que el contexto de los últimos años ha subrayado la importancia del negocio del ron para la economía local. Primero, la esperanza de un fin a medio plazo del embargo bajo Obama y el ejemplo del éxito de Havana Club empujaron a muchos actores a abrir negociaciones con el gobierno cubano. Segundo, la crisis económica que ha seguido a las sanciones bajo Trump y la desaparición del turismo con la pandemia llevaron otra vez el gobierno a buscar fuentes de ingresos. Si a eso sumamos que desde 2018 Pernod Ricard no tiene exclusividad con Cuba Ron, no puede sorprendernos el aluvión de marcas nuevas que están llegando a nuestros mercados.
En 2019, Cuba Ron firmó una alianza con Diageo, uno de los líderes mundiales del mercado de espirituosos, para la comercialización de Santiago de Cuba, la otra marca mítica del ente público cubano, que se sigue produciendo en las históricas instalaciones de Bacardí. En 2020, el gigante Louis Vuitton Moët-Hennessy (LVMH) lanzó Eminente, también con Cuba Ron, que ahora es el proveedor de tres de los grupos más importantes del sector. Otras compañías más pequeñas se han posicionado en el mercado, trabajando esta vez con el segundo proveedor cubano, la también empresa pública TecnoAzúcar. En 2018, los españoles de Amer Gourmet lanzaron Santísima Trinidad, mientras los hispano-noruegos de Island Rum Brands firmaron un acuerdo de colaboración para relanzar el ron Vigía bajo la marca La Progresiva.
Santísima Trinidad, de Amer Global Brand. |
Buenas noticias, quizás, para el aficionado al ron cubano, pero que no deja de presentar problemas, sobre todo de transparencia: si todos los rones salen de destilerías controladas por el Estado, ¿cómo se diferencian?
Para entender este problema, toca volver atrás. La nacionalización de 1960 también supuso la fuga de talentos y la reorientación completa de la economía. Cuando en los años 70, en uno de los muchos bandazos económicos del régimen castrista, se decide volver a producir ron para vender fuera, la infraestructura ronera está en un estado pésimo y el saber hacer queda en manos de un puñado de viejos técnicos que no han salido al exilio. José Navarro, un químico brillante, es encargado de restaurarle su brillo. Originario de Santiago de Cuba, empezó en la antigua destilería Bacardí de la misma ciudad.
Durante las dos décadas siguientes, Navarro y sus compañeros del Plan Integral del Ron no sólo renovaron el equipamiento de las destilerías y restauraron la capacidad de envejecimiento, sino que codificaron científicamente los conocimientos técnicos heredados de los maestros destiladores anteriores a la revolución, y crearon un sílabo para la formación de la nueva generación. De este trabajo surgió la figura de los Maestros del Ron Cubano, un título oficialísimo otorgado por Cuba Ron a sus mejores técnicos después de un proceso que puede alargarse más de una década. A día de hoy, esta élite de la destilación de ron se compone de tan solo 14 personas en todo el país, y se debe no tanto a las marcas sino, en palabras de Navarro, “a la cultura de Cuba”. Patria y ron. (El año pasado, la UNESCO incluyó el saber hacer de los maestros del ron cubano en la lista del patrimonio inmaterial de la humanidad. Navarro, ese gigante de la historia del ron moderno, creador además de Havana Club 7 y de varios de los rones de la gama Santiago de Cuba, no llegó a verlo, ya que murió en 2020.)
Havana Club Selección de Maestros. |
Un ejemplo de esta filosofía que pone el saber hacer de los maestros por encima de los intereses de las marcas, lo proporciona uno de los mejores rones cubanos, el Havana Club Selección de Maestros. Es una creación colectiva que se mezcla a partir de reservas antiguas y se finaliza bajo la supervisión de todos los maestros roneros del país, es decir, tanto los que trabajan a diario para Havana Club como los que lo hacen para Santiago de Cuba o Eminente. Es una situación totalmente única: imagine a los maîtres de chai de Hennessy, Rémy Martin y Martell, acérrimos rivales en el mercado mundial, creando juntos un cognac que comercializaría Courvoisier. ¡Imposible! Pero claro, en Cuba, los Maestros del Ron son, en última instancia, empleados de Cuba Ron -y no de Pernod Ricard, LVMH o Diageo- y por tanto del Estado cubano.
A situación única, temores únicos. Si un productor de whisky escocés, por ejemplo, teme que un rival contrate a alguien a quien ha formado durante años, le basta con hacerle una mejor oferta. Imagine el miedo de Pernod Ricard: los empleados que guardan los secretos de la fabricación de Havana Club se deben al país, por encima de la marca.
Los acuerdos comerciales con grupos extranjeros son efímeros. El arte del ron cubano es eterno. En octubre de 2017 se presentó, para los 150 años de El Floridita de La Habana, un ron de tres años presentado como más cercano a los rones de antes de la revolución (es decir con mayor proporción de aguardiente aromático), llamado Havana Club Esencial de los Cantineros. Le siguieron, bajo la misma marca, dos referencias de estilo similar, llamadas Edición A y Profundo. El creador de esta fórmula es César Martí, maestro ronero de la destilería Villa Clara, cuyo principal producto era entonces el ron Cubay. Tres años más tarde, el mismo Martí dirigió la creación de la marca Eminente para LVMH. Se lanzaron dos rones, un 7 años y un 3 años llamado Ambar Claro. Al igual que las ediciones limitadas que Martí elaboró para Havana Club, se trata de rones con un contenido de aguardiente superior al normal. Imposible saber si Havana Club se benefició del trabajo que Martí estaba haciendo para Eminente o si, al contrario, Eminente heredó de lo aprendido en el proyecto anterior, pero no hay duda de que esta situación no se daría en ningún otro contexto que no fuese el del ron cubano.
Havana ha creado Don Navarro, en homenaje a José Navarro. |
Para complicar aún más la situación, TecnoAzúcar, empresa bajo el control del Ministerio del Azúcar, que hasta ahora se dedicaba sobre todo a producir marcas de menos prestigio, está empezando a activarse en el mercado internacional. No han contestado a nuestros correos, pero no parecen trabajar con Maestros del Ron Cubano. De hecho, los españoles de Amer Global Brand contaron con un asesor externo para Santísima Trinidad (una muy buena gama en el puro estilo cubano, con expresiones de 3, 7 y 15 años), el experto cubano (ahora afincado en España) Juan Alberto Álvarez.
Cuba es un país notoriamente opaco, pero se cree que entre Cuban Ron y TecnoAzúcar, existen al menos nueve destilerías de ron y una docena de marcas. No es nada sorprendente que intenten promover la enorme producción que implica una infraestructura de este tipo. Pero la tensión que existe entre la necesidad imperiosa de aumentar las exportaciones y la defensa de las tradiciones (además de los Maestros, Cuba cuenta también con una Denominación de Origen para sus mejores rones) da lugar a contradicciones y a una falta de transparencia que puede costar muy cara a la hora de promocionar los destilados de mayor calidad. En particular, la política de alianzas de Cuba Ron con todos los grandes grupos de bebidas espirituosas puede ser contra productiva para la reputación de sus rones. El consumidor busca hoy productos únicos y no puede ser único lo que se vende bajo X marcas producidas por la misma empresa. Ojalá esto no ocurra. La historia del ron cubano es demasiado bonita y sus mejores referencias actuales merecen ser reconocidas por lo que son: patrimonio espirituoso.
Fuente: 7 canibales
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