Imagen de un crookie en Maison Louvard Maison Louvard |
Tanto que es habitual encontrar una larga fila en la puerta de la pastelería con gente de todo el mundo.
Puede que no haya ningún alimento tan parisino como un croissant, crujiente hojaldre por fuera y tiernas capas de mantequilla en su interior. También puede que no haya ningún otro tan internacional y variado. En cualquier continente del mundo es posible comprar un croissant, desde Guatemala hasta Tokio.
Técnicamente, se clasifican como viennoiserie, una categoría en la que se engloban también los pain au chocolat o los chausson aux pommes. Los orígenes del croissant se sitúan en 1830, en la Boulangerie Viennoise de la rue de Richelieu. Su propietario, August Zang, nativo de Viena, llevó a París el considerado como proto-croissant
El actual croissant se elabora mediante una técnica llamada laminación, en la que una masa con levadura se "gira" o se dobla tres veces alrededor de láminas de mantequilla, creando 27 capas de mantequilla recubiertas por 28 capas de masa. Una idea francesa que tiene origen árabe, donde la laminación ya se utilizaba en el s. XIII.
Cronut, cruffin, cromboloni...
En 2013, Dominique Ansel, nacido en Francia, pero residente en Nueva York, inventó el cronut, un híbrido de donut y croissant. En el mismo año nació el cruffin, de la mano de Kate Reid en Melbourne.
Pasaron casi diez años hasta que, en 2022, el Lafayette Grand Café de Nueva York inventó el cromboloni, mitad croissant, mitad bomboloni (rosquilla rellena de crema pastelera italiana) y que fue el primer híbrido viral y que también se conoce como New York Roll.
Y llegó la crookie
Su inventor es Stéphane Louvard, de la Maison Louvard en la parisina rue de Châteaudun, surgió un sábado por la mañana, cuenta a la BBC, después de haber horneado unos croissants. "Pensé para mis adentros… ¿sabes qué? Divirtámonos un poco", reconoce.
Dejándose llevar, Louvard cortó los croissants por la mitad y los rellenó con masa para galletas con chisps de chocolate. Después, los volvió a hornear hasta que la galleta quedó hecha. El éxito del nuevo invento fue modesto en sus inicios, con entre 100 y 150 vendidos cada día, hasta que una influencer los descubrió en febrero de 2024.
Desde entonces, Louvard ha tenido que trabajar horas extras para satisfacer la demanda, con más de 1.500 crookies al día (y hasta 2.000 los sábados). El precio (casi 6 euros) no ha impedido que la gente viaje desde todas partes para probarlo. Es habitual encontrar una cola en la puerta que serpentea hasta la vuelta de la esquina.
La popularidad del crookie no se debe solo al poder de las redes sociales. Su elaboración comienza por un croissant casero, cuya masa tarda tres días en estar lista. Una vez horneados, los croissants se dejan reposar durante unas pocas horas, el tiempo suficiente, explicó Louvard, para cortarlos cuidadosamente por la mitad.
Después, se rellenan con 60 g de masa para galletas y se cubren con otros 40 g, y se vuelven a hornear durante 10 minutos para obtener un interior salpicado de chocolate que permanece pegajoso mucho después de que la galleta se haya enfriado. ¿Deseando probarlo?
Marta Lahuerta
Fuente: El Español
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