miércoles, 15 de diciembre de 2010
El Editorial de la semana: Un ingrediente especial que no puede faltar en la cocina de 2011
Esta semana no trataremos un tema de servicio, ni de atención u opinión con sus posibles soluciones, línea en la que siempre se ha movido la editorial. El de esta semana va dirigido a ustedes, a nosotros, a todos como venezolanos.
La mayoría sale de vacaciones esta semana, compartiremos con nuestras familias los compromisos navideños: las invitaciones, la compra de los regalos, la cena del 24 y “la pinta” del Año Nuevo.
Diciembre siempre nos pone reflexivos. Pensamos en quiénes partieron de nuestro lado, en los nuevos que llegaron, en los que regresaron, en los que decidieron tomar otro rumbo, en los que están e incluso en los que deseamos que vengan. También hacemos nuestra revisión de la lista de promesas del año pasado y vemos qué puntos de ella cumplimos y cuáles quedaron impresas en el papel. Siempre hacemos una nueva con la firme promesa de que “este año sí lo hago”
Pero este año, que aún no termina, los invitamos a reflexionar un poco más allá del entorno de cada uno de nosotros. Permítannos decirles que ese entorno, cuando lo enfrentamos, nos hace más humanos, más sensibles y nos hace ver lo que tenemos y que, muchas veces, no valoramos en su justa medida.
Muchas son las familias que en estas fiestas decembrinas estarán donde no desean estar, pero tratarán de mantener ese espíritu y esa ilusión para salir adelante. Bien es sabido que la familia venezolana, incluso en las situaciones más duras, mantiene su alegría y una fe, para muchos casi absurda, que la ayuda a superar los problemas. También es cuando más se unen sin importar si son ricos, pobres, de la capital o del interior, del este o del oeste.
Esta unión se refleja mucho en las cocinas, incluso aquellas improvisadas, donde hombres y mujeres se unen y colaboran para compartir un plato de comida que lleva un ingrediente valioso y que no cuesta nada porque está en cada uno de nosotros: amor
Ese ha sido uno de los objetivos principales que El Gourmet Urbano ha querido compartir a lo largo de este año que culmina: expresar que la comida no vale más por el sitio o por el renombre que tenga la persona que la haga. La comida vale por lo que con ella deseamos expresar. La comida es una extensión de nuestros sentimientos, del amor que podamos sentir. Es la emoción que siente un cocinero cuando ve la cara de fascinación en sus comensales al disfrutar un platillo que tardó horas en preparar con esmero. Es la emoción de un sommelier cuando los participantes de un curso identifican aromas y sabores en los vinos. Es la emoción de un restaurador cuando después de un intenso año de trabajo ve su restaurante caminar con fuerza y hacia nuevas metas. Es la emoción de aquellos que se dedican a explotar lo mejor de los alimentos (dulce o salado) y de las bebidas (café o té) y se convierten en referencias gastronómicas para sus comensales. Es la emoción de aquél que saca de las cenizas,o de lo más profundo de la selva, recetas que llevan intrínsecas las raíces venezolanas para presentarlas a la urbe y humanizarla. Es la emoción de quiénes escriben de gastronomía tratando de plasmar una enseñanza lo mejor posible para que otros se eduquen y conozcan. Es la emoción de llegar a casa, pensar en el otro (padres, esposos, hijos, cualquier familiar o amigo) y esperarlo con una comida para que se sienta atendido al llegar cansado de la calle.
Por eso, en esta oportunidad la Editorial del Gourmet Urbano los invita a que hagan sus promesas como todos los años, pero agreguen una más: disfrutar de cada expresión de amor -y dar amor- a través de la gastronomía.
Entonces en el 2011, párense unos minutos más temprano y prepárenle a su pareja ese “guayoyito” que tanto le gusta y llévenselo a la cama un día de semana. Busquen a sus hijos al colegio un día cualquiera y llévenlos a comer pizza mientras ellos les cuentan cómo fue su día. Busquen a sus padres un día en la mañana e invítenlos a desayunar y tengan una amena conversa sobre cómo era Caracas varias décadas atrás. Levántense un domingo y busquen a un amigo o amiga para compartir un agradable charla junto a un rico café. Abracen a esa persona especial si quema la comida que tanto le costó hacer y sean comprensivos cuando alguien, con una sonrisa, les brinden algo que no les guste mucho pero que fue preparado y dado con cariño.
La comida, para muchos, es la manera de expresar lo que sienten por otros. Por eso queremos que lo pongan como propósito para el año 2011 y vean el esfuerzo y el cariño tras cada comida que prueben de algún familiar, amigo o cocinero famoso. También dénlo cada vez que puedan. No necesitan ser “expertos”. Vale la intención.
Para finalizar, viene ideal la frase que muchos de nosotros hemos dicho en algún momento: “Preparas tal platillo como lo preparaba mi abuela”. Piensen cuál era ese ingrediente “secreto” que estaba tras las sonrisas de nuestras abuelas cuando esperaban nuestra aprobación al primer bocado.
Amigos Gourmets, de parte de todo el equipo de El Gourmet Urbano, queremos desearles una Feliz Navidad y un Próspero Año 2011 lleno de esperanza, fe, salud y, sobre todo, lleno de amor y que se refleje en cada uno de los fogones venezolanos.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada
(
Atom
)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario