El Gourmet Urbano: Daniel Delgado (@warmth): ¿Cómo escoger un detalle gourmet?

viernes, 5 de agosto de 2011

Daniel Delgado (@warmth): ¿Cómo escoger un detalle gourmet?

A todos se nos ha ocurrido alguna vez regalar un detalle gourmet, desde una botella de vino hasta organizar una cena entera. Pero, ¿cuántas veces nos ha salido todo como quisiéramos? El resultado varía dependiendo del gusto de la persona a la que va dirigida la sorpresa. Pocas veces pensamos en el homenajeado y buscamos, egoístamente y sin querer, algo que nos guste a nosotros pensando que seguramente le gustará a la otra persona, error garrafal.

 

En otros ocasiones pensamos que gastando mucho dinero en el detalle en sí o en los preparativos, sorprenderemos a la persona, pero la verdad es que podríamos estar cometiendo la ingenuidad de pensar que la otra persona tiene los mismos conocimientos que nosotros acerca del presente, cuando ésta podría tener menos comprensión del tema y desvalorizarlo, o más entendimiento del mismo y juzgarlo.

 

La primera pregunta a hacerse, antes de inventar algo tan complejo, es si realmente conocemos a la persona o podemos averiguar de sus gustos. Si conocemos al homenajeado de años pues seguramente sabremos de sus preferencias a la hora de elegir comidas y bebidas; sin embargo, sigue resultando difícil y arriesgado elegir. Si es alguien con quien recién comenzamos a compartir, la sorpresa podría convertirse en un desastre si no tomamos previsiones, ejemplo, una alergia a los mariscos en una cena del mar.

Es por esto que debemos estar totalmente convencidos que para hacer un detalle de este estilo debemos preparar todo con anterioridad. Averiguar a fondo información entre amigos, familiares, perfiles de Facebook y hasta comentarios en Twitter podrían ayudarnos; pero, según mi experiencia, una que otra pregunta inteligente, teniendo cuidado de no revelar la sorpresa, es el arma más fiable.

 

Lo segundo que debemos tener claro es que no somos la otra persona por lo que nuestros gustos no pueden influir en las decisiones. Puede que te encante el vino blanco (la mayoría de sus cepas), pero quizás a esa persona no le gusten los pocos vinos blancos que ha probado y tenga un prejuicio hacia el mundo de las flavonas. Yo, en particular, no regalaría un vino si no me he tomado uno antes con esa persona y he discutido acerca del área para saber sus opiniones.

 

Uno de mis secretos mejor guardados hasta este momento es el siguiente: una vez elegido un rango de posibilidades para la sorpresa, uso un familiar, amiga o amigo de largo tiempo para filtrar dichas opciones previamente elegidas por mí. A lo mejor, si planeo 4 platillos para una cena, seguramente esas personas que conocen más al festejado me sabrán dar una segunda opinión subjetiva acerca de mi elección que me ayudará a decidir. Siempre el último veredicto lo tenemos nosotros y nunca éste dejará de ser un riesgo, pero haciendo todo esto previamente reduciremos al mínimo posible cualquier mala eventualidad.

 

Una vez elegido el regalo, viene la parte más importante a mi parecer: la presentación. De nada vale elegir el mejor vino y preparar la mejor cena si damos la botella sin el correspondiente envoltorio o si servimos la cena en una mesa sin arreglar. Es hora de usar el sentido común y pensar cómo nos gustaría a nosotros que nos dieran dicho agasajo. Usando eso como punto de partida, sumado a los consejos de sus seres cercanos, teniendo en cuenta protocolos y reglas, sin dejar atrás un poco de creatividad, seguramente lograremos un detalle excepcional.

 

Imaginemos el caso que estemos delante de una persona que ama los postres y el vodka, alguien a quien le agrada mucho el chocolate y no soporta el hielo en los vasos, ¿qué harían? Yo, invitaría a esa persona a una noche de cócteles, buscaría una bebida dulce con vodka y chocolate que no incluyera hielo, ejemplo, un UltimateMudslide en la copa correcta con una buena música que nos guste a ambos.

 

Recuerdo particularmente una vez que me vi regalar una botella de vino muy costosa envuelta en papel periódico a una persona que conocía mucho de vinos y la impresión que se llevó al ver la misma, luego de la “desilusión” de ver el envoltorio, el cual lo engañó totalmente, fue mejor que el mismo hecho de que la botella fuera o no buena. Así mismo, desde que descubrí los estuches para llevar dos botellas en vez de una, descubrí la posibilidad de disminuir el riesgo al regalar dos diferentes en vez de una.

 

El secreto entonces está en conocer lo más posible a la otra persona, organizar todo muy bien, nada de regalos a última hora, y arriesgarse un poco. ¿Qué opinan al respecto?

 

Hasta una próxima oportunidad.

 

Daniel Delgado

 

 

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