Es importante que tomes muy en serio la introducción de nuevos alimentos en la medida que el pediatra lo vaya recomendando y que no postergues la introducción de semisólidos y sólidos.
Una dieta rica en variedad de texturas, sabores y contexturas es necesaria, no sólo para garantizar una alimentación balanceada y para que nuestros hijos aprendan a “ver de todo en el plato”, sino para contribuir al correcto desarrollo de la musculatura oral y facial que más tarde va a influir en el desarrollo del lenguaje.
El terapeuta del lenguaje, Leonardo Largo, de Alternativas para el Desarrollo, comenta con respecto a la importancia de la alimentación en el desarrollo del lenguaje oral lo siguiente: “La infancia es el periodo de la vida en la que las personas adquieren una gran cantidad de habilidades básicas y dentro de ellas encontramos la comunicación, los mismos músculos que usamos para comer los empleamos para hablar y para esto es esencial tener una musculatura orofacial con el tono adecuado y la coordinación precisa para poder articular de manera secuencial lo que deseamos comunicar. Los músculos se van tonificando de acuerdo al tipo de alimentos que ingerimos (líquidos, semilíquidos, semisólidos y sólidos). Por esto es importante no “estancarse” en texturas que no estimulen la tonicidad; en ocasiones los niños tienden hablar poco debido a que a medida que se comunican su habla se vuelve poco entendible y manifiestan fatiga o cansancio al hacerlo, por esto es importante supervisar qué comen, cómo lo hacen y qué tiempo duran en alimentarse (no debe ser mayor a los 30 minutos)”
Comentábamos también que cada vez es más frecuente encontrar niños “grandes” de 2 y 3 años que no comen alimentos sólidos y cuyas nanas o mamás han optado por darles todo licuado, pues de lo contrario no comerían. Es cotidiano escuchar razones como “yo prefiero licuarle todo y así sé que se está alimentando bien”, “cuando siente algún trocito sólido lo escupe”, “tiene flojera de masticar”. En este punto es importante que te asegures de diferenciar entre qué realmente es un mal hábito patrocinado por mamá y papá (o las abuelas o las nanas) y que tu chiquito tiene cierta dificultad real para tolerar y tragar alimentos sólidos.
¿Cómo hacer esta diferencia? De esto hablaremos con más detenimiento en un próximo artículo; sin embargo, puedo decirte que el niñito que tiene dificultad sensorial real para admitir sólidos tiene esta dificultad con cualquier sólido, incluyendo las chucherías, mientras que el niño que, como Natalia, le gusta el pancito con Nutella y las galletas pero no el pollo, es malacrianza.
Así pues, lo recomendable es que de acuerdo a las sugerencias de tu pediatra vayas incorporando alimentos sólidos en la medida de lo posible. Los bebés antes del año pueden comenzar a familiarizarse con el arte del masticado con algunos granitos de caraotas o cualquier otro grano que esté suave, puedes darle con la cucharita uno o dos granitos a la vez, es muy divertido ver las caritas que hacen. Seguramente le resultará un poquito difícil al principio mantenerlo en la boca, pero eso es justamente lo que hay que empezar a ejercitar. Recuerda no forzarlo o regañarlo y permitirle irse adaptando a esto a su ritmo. Obviamente, además de este ejercicio debes darle su sopita o papilla habitual, no pretendas que la comida la haga de esta manera. Puedes probar también algunos vegetales cocidos y muy fáciles de masticar para sus encías como zanahoria, aguacate, papa, remolacha, apio, plátano… lo importante es que los piques muy chiquiticos de acuerdo a la edad de tu bebé y que los incorpores en su dieta diaria, de manera tal que se familiarice con ello y ejercite toda la musculatura necesaria para la masticación y la deglución.
Si tu bebé es de los comelones que lloran entre una cucharadita de sopa y otra porque quiere más, haz este ejercicio a partir de la mitad de su platico o hacia el final, de manera tal que ya esté de buen humor para experimentar. Por el contrario, si es de lo que nunca quiere comer, pues hazlo a manera de juego para que disfrute la actividad.
Si tu hijo ya es “muy mediano” como dice Natalia, y todavía sigues licuándole la comida, pues ya es hora de hacer algo al respecto.
El menú que les traigo hoy son unas mini hamburguesas muy sabrosas. Como ya les he comentado, aprovecho de agregarle a la carne todos los vegetales rallados o picados que sea posible (y sabroso); esto, además de su valor nutricional, le da una suavidad notable a la carne… aparte de que Natalia no se comería la hamburguesa con una rodaja de cebolla, otra de tomate y una hoja de lechuga, ¡jamás!
Para ella uso pan pita (del que es algo gordito), pues el pan de hamburguesas convencional es muy grueso para el tamaño de su boca, así que este pan es perfecto para su tamaño “muy mediano”.
Estas hamburguesitas son ideales para los almuerzos de consentimiento de las vacaciones, cuando tienes invitados en casa o cuando vas a la playa. Si las envuelves de manera individual, créeme que son de lo más ricas y pueden comerlas a temperatura ambiente. Puedes agregarles queso y tal vez tomate, el resto de los vegetales se marchita con el calor y el traslado.
¡Suerte y feliz semana!
Nadyra Muhammad Mirabal
Psicopedagoga y la mamá de Natalia.
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