Como apasionado del vino y amante de los viajes, la posibilidad de combinar lo mejor de ambos mundos siempre resulta excitante, por decir lo menos. En estas vacaciones se dio la oportunidad de lograr esa maravillosa combinación, cuando incluimos en nuestro itinerario de viaje a la ciudad de Reims, en la región de Champagne-Ardenne, Francia. Ahí visitamos dos importantes bodegas (caves, en francés) de Champagne: Taittinger y G. H. Mumm. En esta primera entrega les contaré de la visita a Taittinger.
Taittinger
La casa Taittinger se puede considerar de tamaño medio entre las casas productoras de la región de Champagne. Es de las más antiguas entre los productores de champagne actuales, ya que fue fundada en 1734. Vuelve a estar bajo el control de la familia Taittinger, con participación minoritaria del banco Crédit Agricole, después de pasar algunos años bajo propiedad de un grupo norteamericano. Se encuentra ubicada casi en las afueras de Reims y tiene entre sus vecinos más cercanos a la famosa casa Veuve Clicquot, que lamentablemente no pudimos visitar pues ya no disponían con cupos para visitas. Hicimos a pie el recorrido desde el hotel para llegar a la bodega, apreciando en el camino la fastuosa belleza de la magnífica Catedral Notre-Dame de Reims.
Al llegar a Taittinger, apreciamos una edificación cuya sencillez contrasta con la imagen de elegancia y sofisticación habitualmente asociada al champagne. Las galerías subterráneas donde maduran los champagnes de Taittinger se encuentran a unos 20 metros de profundidad. Tienen su origen en excavaciones Galo-Romanas del siglo IV, en su momento utilizadas para extraer bloques de tiza (creta) del subsuelo. Nueve siglos más tarde, en el mismo lugar se construyó la Abadía de Saint-Nicaise y las excavaciones originales fueron ampliadas con una red de galerías que ya entonces fueron utilizadas para almacenar vino. Aunque la abadía fue destruida en la Revolución Francesa, en el recorrido por la bodega se pueden apreciar algunos vestigios de los subterráneos de la antigua abadía, que le añaden interés histórico a la visita.
En Taittinger no hacen reservación para las visitas. Ofrecen visitas guiadas en francés e inglés. Corrimos con mucha suerte, pues al llegar estaba por comenzar un tour en inglés. Nos embarcamos en la aventura formando parte de un grupo de algo más de 20 personas. Una escalera de caracol nos condujo a las profundidades de la bodega. Es realmente emocionante ver en vivo esas galerías tantas veces vistas en fotos y videos, así como la inmensa cantidad de botellas, bien sea apiladas horizontalmente madurando, o ya en los pupitres viviendo el proceso que las llevará al degüelle. Sentir en la piel la temperatura casi de nevera (de 10 a 12 ºC), la alta humedad (85%), y saber que esas condiciones son prácticamente constantes todo el año, ayuda a entender el porqué el champagne y sus burbujas son algo tan maravilloso y especial.
El tour transcurrió a ritmo pausado, con una explicación bastante buena de los pasos para la elaboración del champagne, al tiempo que recorríamos, embelesados, esas galerías casi mágicas. En ocasiones hubo algún apoyo visual para la exposición; por ejemplo, una botella donde se observaban las lías, producto de la segunda fermentación en botella (toma de espuma) característica del método tradicional (champenoise). No dejaron de ser señalados algunos restos de la Abadía de Saint-Nicaise. Un dato interesante es que estas galerías, en su momento, sirvieron de refugio tanto a cristianos perseguidos, como a gente que huía de los Nazis. Llaman la atención, en diversos puntos del recorrido, espacios más amplios y de mayor altura, con orificios en la parte superior que comunican al exterior: Se trata de recuerdos del pasado minero de estas instalaciones. Otro dato importante que nos dio nuestro guía: Hay unos 3 millones de botellas en esta bodega.
El periplo terminó en un amplio salón con la degustación por parte del grupo de una copa de Taittinger Brut Réserve, a la que, increíblemente, le faltaba frío. Este hecho anecdótico, que no logró enturbiar la visita, sólo confirma el viejo dicho: En todas partes se cuecen habas. En un lateral del mismo salón está la tienda donde se pueden comprar souvenirs y artículos del vino con la marca de la casa, y por supuesto, champagne Taittinger. Una pared del salón está cubierta con chapas de madera con los nombres de los distribuidores e importadores de Taittinger en todo el mundo. En una de las placas aparece Caracas
Todo el recorrido llevó una hora aproximadamente y el costo por persona fue de 14 €. Realmente muy poco para una experiencia tan memorable y que recomiendo ampliamente. En la próxima entrega les hablaré de la visita a G. H. Mumm.
¡Salud!
A continuación comparto con ustedes algunas de las fotos tomadas en esta visita.
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