El Gourmet Urbano: Daniel Delgado (@warmth): Rompiendo mitos del vino – Parte V: La Etiqueta

viernes, 21 de octubre de 2011

Daniel Delgado (@warmth): Rompiendo mitos del vino – Parte V: La Etiqueta

11-09-16 daniel delgadoInevitable amar este mito, porque es justo acá dónde se ve quién sabe de vino, quién es un amante, quién es un novato y por su puesto quién no sabe absolutamente lo que está bebiendo. Empecemos por aclarar algo, la etiqueta de un producto es su carta de presentación por ende si su objetivo es ser vendido dicha tarjeta reflejara virtudes y esconderá defectos. Todo lo reflejado en la etiqueta será lo que al productor le convenga colocar para que su vino sea adquirido por el grupo de personas para el cual este vino fue diseñado y no lo que realmente nosotros obtendremos de dicho producto.
 
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Fuente: http://www.winepros.org


 
Usualmente, las botellas poseen una etiqueta principal que busca llamar la atención dando la información más básica y llenando nuestros ojos de colores, diseños, dibujos, fotos y palabras complicadas en diferentes idiomas solo para impresionarnos. En la parte trasera se sube un poco de nivel y se habla más de las características del vino hasta el punto en el cual el productor decida qué es lo suficiente para que la persona conozca de que va su producto.
Nombre del vino, fechas, cepas, numeración de botellas, nombres de bodegas, consejo regulador, alturas de viñedos, notas de cata, medallas, recomendaciones de armonías o maridajes, entre otras cosas que se escriben en la etiqueta y contra-etiqueta son todas informaciones opcionales nada es obligatorio y solo depende del productor y del consejo regulador por el cual se rija, si es el caso, de decidir que va y que no. La conveniencia de dar o guardarse una información puede ser característica histórica de dicho caldo o puede ser un error bastante caro que puede terminar en la relegación de esa botella por otra o en el otro extremo la curiosidad de ver que misterio guarda.
 
En una etiqueta se pueden conseguir indicios de si el vino es tranquilo o espumo, si es dulce o seco, si es ecológico o tradicional, que método se usó, fecha de vendimia (en espumosos solo en vintages), si es de cosecha normal o tardía, si es con alcohol agregado (generoso) o no, si se hizo con la uva a temperatura ambiente, fría o congelada, si contiene sulfitos o no, notas legales, porcentaje de alcohol, dónde fue embotellado, quién lo importó, la cantidad de líquido que se encuentra en la botella, advertencias de salud para embarazadas y conductores, información nutricional y muchas cosas más. Tanta información que al final nos aporta muy poco para saber la calidad pero que nos dan lo justo para hacer una selección minuciosa del tipo de vino que estamos buscando.
 
Con eso claro, entremos en lo que de verdad importa: ¿Cómo leer una etiqueta? Hay métodos que enseñan cómo hacerlo en una manera ordenada. Por ejemplo buscar el nombre del vino, el nombre de la bodega (en el caso que este no coincidiese con el nombre del vino), la o las cepas, la fecha de vendimia y así buscar en la contra-etiqueta indicios de características que nos gusten en la nota de cata, si la poseyera.
 
Pero entonces entramos en el estado del comprador crédulo, un consumidor que cree en todo lo que le dice su vendedor. La empresa vitivinícola normalmente no va a mentirnos acerca de su producto pero si nos puede dejar de decir cosas que no le convengan o puede exagerar tratamientos recibidos por las uvas y los caldos. Algo muy común actualmente es esconder el porcentaje de las cepas usadas en los vinos con más de una variedad de uva, dicha proporción puede decirnos demasiado del vino y muchos la omiten para evitar copias o para tapar corrección de errores en la vinificación.
 
Muchos leen la contra-etiqueta y piensan que las notas de cata reflejan una verdad única, y lo es una verdad única de la persona que lo cato y lo escribió. Pueden estar seguros que alguien con bastante conocimientos de vinos, probablemente el mismo enólogo que lo diseño, es quién lo describió con palabras elaboradas y bonitas que sus sentidos entrenados pudieron detectar pero quién dijo que un consumidor ordinario sentirá lo mismo o le gustará eso mismo que el sintió y no lo que él no quiso escribir.
 
Aunque actualmente la mayoría poseemos acceso a internet sea en casa o nuestros móviles podría ser complicado buscar información sobre el vino en el momento de comprarlo. Y es por esto que mi recomendación es muy simple no comprar vino para el momento, si un vino se quiere disfrutar se debe investigar, antes de gastar cientos de bolívares, euros o dólares en una botella sería sensato leer varias opiniones al respecto, sentencias tanto de profesionales como de novatos del vino.
 
Leer una etiqueta para mí no te da información sino pistas de lo que puede estar adentro, entonces usando esas pistas se puede filtrar a un máximo de 5-6 vinos, un número manejable para investigar desde un teléfono móvil o anotarlo en una libreta y al llegar a casa revisarlo con calma para volver al día siguiente. Probablemente las fichas oficiales de los vinos en la propia página de las bodegas tenga más información, no duden en buscar primero ahí.
 
Algo que es importante de las etiquetas, pero no es definitivo, es el concepto de las denominaciones de origen. Es común que los amantes del vino descarten vinos que no posean un consejo regulador que por lo menos rija las reglas de dicha producción. Pero esta característica no está presente en muchos de los vinos del nuevo mundo sino en los del viejo, entonces no nos aporta mucho en esta instancia. También las denominaciones pueden ser engañosas, me he topado con personas que solo toman DO Rioja por ser la más popular de España pero yo he probado Vinos de la Tierra (vinos que no poseen una denominación de origen) de Aragón que no solo son mejores en todas sus propiedades organolépticas sino que además cuestan un tercio del valor, así que cuidado con fiarse de esto.
 
El juego de las etiquetas es simple, nombres conocidos como Vega Sicilia no necesitan llamar la atención y por ende no gastan en diseños vistosos sino en la producción misma del vino en la otra mano están los desconocidos quién mueren por llamar la atención del usuario poniendo desde cuadros de artistas famosos hasta un grafiti en la etiqueta para captar público de diferentes edades pero en el interior son vinos pobres conocidos por su buen marketing pero que te dejan un sabor en boca amargo al saber que pagaste más de lo que debiste por un producto mal logrado.
 
Personalmente soy un tercio arriesgado, un tercio curioso y un tercio cuidadoso. Tomo notas, busco información extra pero de vez en cuando me arriesgo con bodegas desconocidas, descripciones precisas en vez de adornadas, añadas buenas de cierta zona y lo más importante no me dejo impresionar por una bonita botella de autor y mucho menos por una llamativa etiqueta. Una regla básica es sigue tu instinto y busca lo que te gusta si una botella te indica que tiene alto porcentaje de Pinot Noir, y como yo te gusta dicha cepa pues no tienes mucho que perder probándola.
 
Me asombra mucho que la gente me pida ayuda para elegir sus vinos señalándome precios y dándome de referencia solo el color del caldo, aunque a veces es confundido con el de la botella. Yo no puedo recomendar un vino que no he probado es por eso que siempre les pido que me lean las etiquetas de unas pocas elecciones para indicarles lo que yo creo que irá mejor con la comida, la cena o el evento que sea que se estén planteando, sin poner las manos en el fuego. Me gustaría saber sus opiniones al respecto, alguna curiosidad que les haya sucedido con respecto a las etiquetas. Espero sus comentarios y hasta la próxima.
 
Como curiosidad les dejo este link de un coleccionista de etiquetas que se dedica a clasificarlas por sus diseños y contenidos de las botellas: http://www.winegirl.ch/Languages/Spanish.html

Saludos a todos, nos leemos en mi siguiente artículo.
Daniel Delgado

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