El haber pensado estudiar en Cambridge, Inglaterra, no fue al azar, fue una de esas decisiones que disfruté al tomar, ya que sabía que me prepararía no solo en cuanto al idioma y cursos de especialización en materia ambiental, que para aquellos años era la actividad que ejercía en una empresa familiar, sino que me haría conocer cómo se vive y se disfruta siendo estudiante en una de las ciudades Universitarias más importantes del mundo.
Solía, los fines de semana, visitar a la gran capital de Inglaterra y del Reino Unido, Londres. Tomar el tren en Cambridge directo a London King Cross es un paseo que no toma ni una (1) hora para llegar a una de las estaciones que sirve de punto de salida y llegada de trenes provenientes de Leeds, York, Durham, Newcastle y Edimburgo; claro, también provenientes de Cambridge. Una de las atracciones principales al llegar a esa estación es la señalización del anden 9 ¾, la cual formo parte en los libros de Harry Potter, lo que ocasiona un aglomeramiento de seguidores de la saga para fotografiarse en dicho anden.
Una de las cosas que hacía apenas tocaba la estación era ubicar una cadena de ventas de sándwiches elaborados con pan baguette y rellenos con jamón de York y uno de mis quesos preferidos ingleses como lo es el Cheddar. Por cierto, si viajan a Londres busquen en todas las estaciones de metro (the tube) esos puestos de venta de sándwich llamados para los ingleses Upper Crust y luego, al regreso, me cuentan qué tal.
Los ingleses han hecho de los sándwiches de pan de molde algo como suyos. Impresiona verlos por doquier, donde uno menos se lo imagina se encuentra neveras repletas de esos espectaculares manjares cuyo contenido se disputan entre las creaciones comunes y corrientes, hasta aquellos con firmas de chef conocidos o cocineros que han desarrollado productos con niveles de gran gourmet dentro de un empaque diseñado para contener y preservar el producto, el cual sirve de comida rápida, eventual, o aquéllas que por la condición de estudiante se convierte en una de las opciones mas económicas y variadas que podremos encontrar.
Visitar Hyde Park y no disfrutar de un picnic sobre su verde grama es no haberse recreado en uno de los Parque Reales de Londres más emblemáticos y de la ciudad. El sol rompe la frágil línea entre la leve brisa gélida proveniente del norte y el cielo azul intenso sobre la ciudad.
Ver a la aristocracia londinense pasearse con hermosos corceles en los espacios del parque destinados para la práctica y recreación equina es todo un lujo, mientras, eso sí, degustando un sándwich de roast beef y una cerveza Guiness; es sentirse a todo lo ancho, al propio estilo inglés, sin que nada ni nadie perturbe la tranquilidad y el sosiego que brinda la inmensidad que el parque le permite a nuestros ojos.
La forma más práctica y urbana de conocer Londres es en el metro. Entrar en una estación es conocer la historia del metro más antiguo del mundo, conectando toda la ciudad y haciéndolo tan fácil de usar, a pesar de sus 12 líneas y sus 274 estaciones.
Si no has ido a Londres, te recomiendo que la recorras usando el metro y verás cómo palpita una ciudad cosmopolita. Los “Double Decker Bus”, o simplemente los autobuses rojos de dos pisos que inundan la ciudad, son igualmente una manera de conocer la amabilidad que nos permite la urbe, sus calles adoquinadas llenas de historias y de lugares apasionantes, donde la presencia de la Reina Victoria y su época Victoriana aún se apodera de plazas, calles y edificaciones con la firma indeleble de una soberana que dejó su huella para siempre.
Los días sábados en Londres no podría estar completo si no visitaba el mercado de antigüedades de Portobello. Tomando el metro con destino a Notting Hill, el mismo lugar que hizo famosa a la película homónima, protagonizada por Julia Robert y Hugh Grant por allá a finales de los noventa, hace de la zona un lugar repleto de vendedores de antigüedades, ropas, monedas y cuanta cosa puedas imaginar, unos de los lugares imprescindibles de visitar y disfrutar.
Comer en algunas de las tantas opciones que encontramos durante el paseo del mercado hace interesante la gastronomía inglesa, desde el famoso fish and chips, roast beef, Steak and kidney Pie (pastel relleno de carne y riñón), papas rellenas, etc., hasta simplemente entrar a una casa de té para disfrutar del “Afternoon Tea”, acompañado con tortas o sándwich.
Terminar un día de paseo y admiración por la ciudad de Londres no estaría completo si no caminamos por Piccadilly Circus, lugar de encuentros y atracción turística. Los neones en los anuncios publicitario rompen con el estereotipo de una ciudad con clase y elegancia, haciéndola parecer como un lugar de lujuria, pecado, y desenfreno; quizás esa sea la razón por la cual la escultura que se encuentra sobre la fuente erigida en memoria de Lord Shaftesbury no sea otro que el mismo Dios del Amor de la mitología griega Eros. Con boleto en mano, a poca distancia caminando de Piccadelly Circus, y bajando por la calle Haymarket, me encontraría haciendo la cola frente al Her Majesty´s Theather para disfrutar del musical más famoso de la historia, El Fantasma de la Ópera, una obra teatral que haría el fin de una noche inolvidable, musical y placentera.
Allí está Londres, con sus historias y sus días grises bañados por un perpetuo manto de fina lluvia; junto al río Támesis regando a la ciudad con la parsimonia y la elegancia de un caballero inglés, y a la arrogancia y el linaje de una monarquía rendida a sus pies.
¡Buen provecho!
Humberto Silva
Maestro Panadero
No hay comentarios. :
Publicar un comentario