Le toco la hora a la capital de la Madre Patria, lugar anhelado por muchos en estos momentos de inmigraciones forzosas con la convincente creencia que el idioma es un obstáculo menos en ese andar y desandar cuando uno se aleja de su país. Nada mas distante de la realidad, pocos han visto sus esfuerzos recompensados, siempre con la nostalgia a cuesta y los deseos de surgir y prosperar como norte. Afortunadamente las veces que he estado en Madrid han sido por placer o trabajo, que por cierto, me caracterizo en convertir los viajes de trabajo en un placer. En mi caso trato de combinar y disfrutar la magia de la gastronomía, la cultura y de todo aquello que encierra la grandeza de una gran ciudad como Madrid, con el tiempo productivo y laboral.
Llegar al aeropuerto de Barajas nos da la sensación de un destino que nos deparará muchas satisfacciones, quizás por la configuración modernista de la nueva terminal T4 que nos abraza con su techo en formas de olas y soportadas por multicolores columnas de acero como complementos a su gran fachada de cristal, o por que Madrid es un destino que todos los hispanos tenemos que ir aunque sea una vez en la vida como si se tratara de una peregrinación a la Meca, no lo se, pareciera que es así.
Recuerdo mi primera visita a Madrid. Recién terminaba el mundial de futbol que habría de tener como escenario la gran final entre Italia y Alemania Federal en el majestuoso Estadio Santiago Bernabéu, con la gran victoria de Italia 3 a 1, sobre los teutones. Aun recuerdo la ciudad con la mascota del mundial por doquier, Naranjito, era una naranja sonriente que exhibía el uniforme de la selección, además con pies y manos, la cual representaba al fruto de las ciudades de Valencia y Murcia. La ciudad estaba vestida de color anaranjado por donde uno la mirara, el merchandising había hecho su labor de posicionar la mascota, la cual estaba presente hasta en el gazpacho.
Una de las principales calles que todo visitante debe ir es La Gran Vía, sus característicos edificios con arquitectura de principios del siglo XX, hace un destino lleno de comercios, restaurantes, ocio e historia. Recuerdo haberla recorrido en su mayoría, desde Plaza España, con su gran monumento dedicado a Don Miguel de Cervantes Saavedra, en conmemoración a los 300 años de su muerte y por supuesto con Don Quijote y Sancho Panza como fieles representantes en bronce de la figura mas importante de la literatura española, hasta la calle de Alcalá. Aun recuerdo cuando escuche por primera vez la palabra “chaval”, y fue cuando gentilmente le recogí el bastón a un señor en plena Gran Vía, y diría con marcado acento español “gracias chaval!!”.
Recientemente tuve la oportunidad de volver a Madrid por trabajo, fui a aquellos lugares que mi mente recordaba, los que guardaba silentemente en mi memoria, y que traerían a ella sitios como La Plaza Mayor, rogando la presentación de alguna zarzuela, lamentablemente no era temporada, o visitar nuevamente el restaurante “Las Cuevas de Luis Candela”, para ir tras la búsqueda de un cocido madrileño, acompañado con una buena hogaza de pan recién horneado de costra dura, para luego ungirlo con la salsa que quedaría como garantía de haber llegado al final del plato sin dejar rastro de mi eminente gula. Vino de la Denominación de Origen “D.O. Vinos de Madrid”, seria mi complemento en el almuerzo. La selección “El Rincón 2006”, autoría del Marques de Griñón, con su ensamble de uvas Syrah y Garnacha, harían el maridaje perfecto. Caminar seria necesario para aminorar los efectos de mi almuerzo, recorrer la Plaza Mayor, su arquitectura y sentir a una ciudad vibrante. Pase por el museo del jamón y en dirección por la Calle Mayor caminaría hasta el Palacio Real para palpar la monarquía desde los Jardines Lepanto.
La “marcha” madrileña comienza muy tarde en la noche, los lugares de moda compiten con los bares de fina estampa o de larga tradición en la ciudad. El pan de barra o como le llaman en Madrid “pistola”, no entiendo el porque del nombre, es parecido a nuestra “canilla”, pan de uso frecuente en los hogares y como soporte a cuantos “montaditos” podríamos encontrar en esas marchas nocturnas, como productos fieles a la gastronomía de a pie. En relación a los lugares que recorrer, La Fuente de Cibeles es adornada para ofrecer una policromía en franco contraste con la elegancia de la Ciudad Real iluminada con las luces cálidas de los edificios contiguos al lugar predilecto de celebración del equipo Real Madrid, cuando de ganar un titulo se refiere. La puerta de Alcalá, una de las cinco puertas que le da acceso a la ciudad de Madrid y que en la antigüedad les daba la bienvenida a los viajeros provenientes de Francia, Aragón o Cataluña, es actualmente un lugar de visita turística para admirar una obra arquitectónica de paso por la Cibeles y el Parque El Retiro.
Madrid, Madrid, Madrid, pedazo de la España en que nací, por algo te hizo dios, la cuna del requiebro y del chotis… todo un clásico de Agustín Lara que deberán pedir que les canten en una noche de farra, de jaleo, de marcha. Para mi lo ideal seria luego de haber estado en un tablao flamenco, escuchando canto jondo y guitarra española y al salir para continuar de marcha, pedirle a una de esas hermandades de estudiantes universitarios llamados “Tuna”, los cuales seguramente podremos encontrar en fondas, bares o restaurantes, con sus característicos trajes, instrumentos y un entusiasmo palpable, lo que harán el complemento de disfrutar de una capital con placer, con su magia, con ese olor a tarde de tauromaquia en las Ventas y sobre todo del colorido, el salero, los trajes con lunares y sobretodo del taconeo de las bailadoras de Madrid y… Olé!!
Buen provecho!!!
Humberto Silva
Maestro Panadero
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