El Gourmet Urbano: #vinos Bonarda: la variedad que no es

domingo, 6 de mayo de 2012

#vinos Bonarda: la variedad que no es

 
Fruto de una larga controversia, investigadores realizaron un estudio en el ADN de la variedad para determinar a qué correspondía.
 
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Por JOAQUÍN HIDALGO

El resultado, además de sorprendente, abre nuevos interrogantes.

¿Puede una variedad de uva ser otra? Puede… Y el viejo dilema de la identidad llega también a los vinos. El caso emblemático es el de la Bonarda. Sospechada durante décadas de no ser la que se decía que era, los estudios genéticos más modernos desenmascararon uno de las más largas disyuntivas identitarias que había en nuestro país en materia de variedades.

Para que tengamos una idea de la magnitud del misterio, Bonarda es la segunda variedad tinta más plantada en nuestro país, detrás del Malbec. Con unas 18 mil hectáreas cultivadas -principalmente en Mendoza y San Juan- y con claro número puesto como sucesora para el varietal insignia en algunos mercados, el dilema de su identidad no era menor. Más ahora, que las legislaciones internacionales se pusieron duras al respecto.

Para los ampelógrafos -la vieja ciencia de identificar las variedades de uva-, la Bonarda era un enigma complejo. Desde el punto de vista morfológico, es decir, de la forma y tipo de sus hojas, no se podía afirmar que se tratara de alguno de los dos tipos de Bonarda conocidos en Italia, de donde se sospechaba que había llegado. No era ni Bonarda Piamontesa ni Bonarda di Gattinara, mejor conocida como Croatina.

Pero tampoco se podía afirmar con certeza a qué otra variedad correspondía.
De modo que la costumbre, a lo largo del siglo XX, confirmó al uso cotidiano como única certeza. Y la Bonarda conservó su máscara, porque daba un vino fácil de beber, aromático y de cuerpo medio, que servía como apoyatura de volumen -es decir, para estirar la cantidad- de casi cualquier varietal tinto. De ahí que se la plantó tanto y siempre estuvo en las bambalinas de la góndola.


El secreto del ADN


En 2009, sin embargo, un grupo de investigadoras del INTA Luján de Cuyo, apoyadas en un caso similar que había tenido lugar en California, decidieron desenmascarar a la Bonarda. La pista estadounidense, que sirvió como puntapié, era el de la conocida uva Charbono, regularmente confundida con las bonardas italianas o bien con Barbera. En ese caso, empleando marcadores moleculares a nivel de ADN, lograron identificar con precisión que se trataba de una variedad francesa conocida como Corbeau, y la Charbono tuvo un lugar en el árbol genealógico de la vid.

En el caso de la Bonarda local, las investigadoras María Inés de Rosas, Cecilia Agüero y Liliana Mertínez, por su parte, recogieron muestras del varietal a lo largo del territorio argentino y las sometieron a un análisis de marcadores moleculares que, sin duda alguna, correspondió con la misma variedad francesa: la Corbeau.

Los nuevos interrogantes


Es interesante observar que se trata de la misma variedad equivocada en dos rincones muy distintos del globo. Corbeau es una uva muy cultivada en Saboya, Francia, en el límite alpino con Italia. La cercanía geográfica en un área donde los límites de usos idiomáticos no están bien establecidos es parte del problema.

El otro interrogante es que existe una serie de sinónimos confusos para la uva Cobreau: en Saboya es conocida como Douce Noire, que traducido al italiano sería Dolce Nero, sinónimo piamontés de una uva llamada Dolcetto. De lo que se deduce que incluso para los piamonteses pudo existir una confusión de uso. Y luego todas las confusiones posibles que denomina genéricamente el Bonarda Piamontés.

Así las cosas, el problema para los argentinos es otro. ¿Qué hacer con una uva que claramente es otra? O bien sostenemos nuestro sinónimo Bonarda para Corbeau o, como proponen algunos estudiosos, nos declinamos por “Bonarda Argentina” tal y como existe una “Piamontesa”. Si nos remitimos a otras soluciones históricas, debiera primar el nombre de uso como cuando el Malbeck perdió la k -y no fue por motivos políticos sino de comodidad-. Pero también podría pasar que, así como Tockai Friulano hoy es Friulano a secas -por reclamo húngaro sobre el Tokaj, su vino insignia- podría suceder que los piamonteses se pongan en pie de guerra y nos quedemos sin el uso comercial del nombre Bonarda. Así las cosas, el debate recién comienza y promete dividir las aguas.

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