Aunque la semilla del café es originaria de África, su consumo en la forma en que ahora se conoce se popularizó en el mundo árabe del siglo XV. Constantinopla, hoy Estambul, fue la primera ciudad en establecer lugares públicos para tomar café, los cuales eran llamados “escuelas de sabios”.
Desde entonces, las tertulias de café han sido centros de reunión de artistas, literatos e intelectuales y, en ocasiones, la bebida ha sido incluso fuente de inspiración para grandes creaciones.
Se le rinde homenaje en la Cantata del Café, del compositor Joahnn Sebastian Bach, en la que una hija hace caso omiso de las recomendaciones de su padre de dejar su vicio cafetero: “¡Oh, cómo me gusta el café azucarado! Es más agradable que mil besos, más dulce que el vino moscatel. Café, café, te necesito, y si alguien quiere confortarme ¡oh, que me sirva café!”
También el novelista francés Honoré de Balzac, advirtió sobre los efectos benéficos del café en su escritura: “Tan pronto como el café llega a su estómago, sobreviene una conmoción general. Las ideas empiezan a moverse, las sonrisas emergen y el papel se llena. El café es su aliado y escribir deja de ser una lucha”.
Los artistas tapatíos tienen sus propias historias con el café: desde los que gustan de tomar una buena taza al día, hasta los que combinan su disciplina artística con el negocio cafetero.
Sara Valenzuela: café con música y charla
Desde el 19 de junio pasado, en todas las cafeterías Starbucks´s en Estados Unidos y Canadá, está a la venta el compilado Café con Música, en el que se incluye la canción Para Continuar de la tapatía Sara Valenzuela. Y aunque muy contenta por la enorme difusión que esto implica, si se trata de tomar café, Sara prefiere otro tipo de establecimientos.La Cafetería es punto de reunión frecuente para la cantante y promotora del jazz en Guadalajara, pues además de estar muy cerca de su casa, Sara disfruta el ambiente de la calle Libertad. Más que la de Chapultepec, dice, que ya le parece muy ruidosa.
“Cuando estábamos haciendo el disco pasado (En la Cocina) veníamos mucho, porque a Gerry Rosado, el productor, le fascina La Cafetería y era obligadísimo venir”, cuenta Sara, quien también considera que la carta del lugar es muy buena.
“No soy extra-cafetera”, confiesa, “pero siempre he estado rodeada de cafeteros. Mi mamá era de cinco tazas al día, mi papá también y mi hermano sí es más clavado”. Sara le encontró el gusto al café más tarde, en sus años de universidad.
Cortado con un poco de leche, y negro sólo si es de olla, Sara no perdona el café mañanero. “A veces también me tomo uno después de comer, sobre todo si como fuera de mi casa porque es parte del ritual si vas a un lugar. Y creo que a mi es lo que mas me gusta del café: que viene con el pretexto de que haya una charla”.
Para preparar en casa, Sara tiene una prensa francesa, una cafetera italiana y una de filtro. “Y del café pues a mi marido y a mí nos gusta ir probando de diferentes: me gusta mucho el que hacen en Martinique”.
Iñaki Beorlegui: cliente consentido
Iñaki Beorlegui es el cliente más consentido de La Estación de Lulio. Como el pintor tiene su casa en la misma manzana –sobre la avenida Chapultepec— asiste a diario al café de la calle Libertad desde su apertura, hace 16 años.“La principal razón de hacerme cliente fue la cercanía, pero después por la amistad que empecé a hacer con los dueños y con la gente que trabaja. Aquí he conocido a grandes amigos”, cuenta el pintor desde uno de los clásicos equipales del local.
Es ya tan parte del lugar, que cuando llega por la mañana, cerca de las once, él mismo toma su taza –una de las que normalmente se utilizan para té, porque las de café le parecen muy pequeñas— y se prepara su bebida: “me choca quemarme la boca, entonces lo hago hasta la mitad con la carga y a la otra mitad le pongo agua al tiempo”.
Hace algunos años, Iñaki llegó a un acuerdo con los dueños: un intercambio de arte por café. Los dos lienzos que hoy cuelgan de los muros del establecimiento de la colonia Americana son de la autoría de Beorlegui. Lo mismo con los cuadros de la sucursal de Providencia y la que abrirá sus puertas próximamente cerca de la glorieta de Niños Héroes.
Todas las piezas pertenecen a una misma serie, esto con el objetivo de mantener una línea estética. “Es sobre los árboles que había en el barrio y ya quedó como la imagen de las paredes de Lulio”.
El pintor está consciente de que su relación con este café es muy singular: “Hoy en día es mi cocina también. Entonces, por ejemplo, si se me antoja sopa, como en mi casa nomás tengo una estufa chiquita, bajo y me hacen la sopa. Aunque no esté en el menú”, y sonríe.
Bernardo De Niz: aficionado a los viajes y al café
“Definitivamente no entiendo a las personas que pueden empezar el día sin café, casi casi los admiro”, confiesa el fotógrafo Bernardo Deniz, quien es tan aficionado a la bebida que tiene cinco máquinas cafeteras en su casa: una de expreso italiana, otra de expreso eléctrica que compró en China, una para americano, una termo cafetera con prensa francesa y, la más reciente, una de Nespresso que se trajo de Londres.Cada una tiene su historia. De la termo cafetera, Bernardo cuenta que fue un regalo, y el mejor que ha recibido en toda su vida. “Sobre todo cuando viví en China me sirvió muchísimo, porque allá no toman café, pero sí mucho té, entonces tienen agua caliente por donde sea. Así que yo me iba con mi termo y mi bonche de café a todos lados.”
Bernardo no sabe exactamente cuántos cafés se toma al día, pero sí que lo primero que hace al levantarse es prepararse uno, ahora con su nueva máquina de Nespresso. Después empieza sus actividades, en las que procura siempre tener una taza de café a la mano: “conforme pasa el día se vuelven más ligeros, hasta que al final es más como un té” dice el fotógrafo, quien considera que ya es un hábito tomar algo caliente mientras trabaja.
Su otra afición son los viajes y en semanas recientes estuvo en la India, un país que también se distingue por su tradición tetera. Y aunque quedó maravillado por los lugares, sufrió un poco por la ausencia de buen café. París, por el contrario, es la ciudad en la que más le gusta disfrutar una buena taza de su bebida favorita, tanto por el sabor como por el ambiente de los cafés parisinos.
Alejandro Fournier: cafetero reciente
En su estudio de la colonia Americana, Alejandro Fournier tiene una máquina de espresso Krups. No hace mucho que el artista tapatío es aficionado a la bebida. Le empezó a llamar la atención cuando compartió el espacio de Sector Reforma con otros artistas que sí eran cafeteros y confiesa que admiraba todo el ritual.También influyó mucho en su reciente afición el diseñador Lou Peresandi, con quien ahora comparte el espacio de trabajo y la cafetera.
“Me acuerdo un cortometraje al que me invitó a trabajar Lou, que desde entonces ya era muy cafetero, y a todo le embarraba café para crear cierta atmósfera; para hacer que todo se viera viejo o sucio” recuerda el artista.
Con menos de la mitad de una cucharadita de azúcar, Alejandro se toma dos o tres espressos al día. Los granos ya molidos los compra en la cafetería El Sorbo de Café, en la sucursal de Chapultepec.
“Creo que sí ya hay una necesidad desde hace como un año, porque la cafeína altera rico. A veces si voy a correr o hacer ejercicio me tomo una tasita antes. O después de una comida pesadona, cae muy bien tomarse un espresso”, confiesa Fournier sobre sus placeres cafeteros.
Pero su mayor consumo sin duda es después de levantarse: “para mí las mañanas son muy difíciles, conforme pasa el día fluyo mucho mejor. Soy más nocturno. Me levanto un poco sacado de onda y el café me ayuda a aterrizar”.
Óscar Núñez: profesional de la música y el café
“Hacer un espresso es toda una ciencia”, afirma el músico Óscar Nuñez, quien hace diez años se asoció con Fabrizio Sención –ahora considerado el segundo mejor barista del mundo— para fundar el Café Boutique 5 pm.Ubicado en la avenida Guadalupe 5181, el establecimiento sólo abre de 5 a 11 pm, ya que en los inicios ambos jóvenes asistían a la universidad por las mañanas. Con el tiempo decidieron mantener ese horario por ajustarse mejor a sus propósitos de cafetería gourmet: “no queríamos que fuera un lugar de desayunos”, afirma el percusionista de la banda tapatía Pumcayó.
Fue suya la idea de empezar el negocio, luego de haber trabajado en algunas cafeterías en el extranjero. “En ese entonces Fabrizio no tenía ni idea del café, yo lo enseñé; se empezó a clavar durísimo y ahora es segundo mejor barista del mundo y dos veces campeón de México”.
Óscar no es fanático de las competencias pues prefiere combinar su tiempo entre el café y la música, su otra pasión. En Pumcayó toca las percusiones, el banjo, el xilófono y hace voces, y recientemente inició otro proyecto musical, una banda “más divertida” –dice— que se llama Doroteo.
“Para supervisar nos rotamos entre Fabrizio y yo: él se va a cursos o catas, y yo tengo que grabar, tocar o ensayar”.
Además de 5 pm, Óscar y Fabrizio también son socios de Sublime, un laboratorio que se dedica exclusivamente al tueste de granos del café, que después se empaca bajo la misma marca. “Tenemos un socio que anda por todo el mundo buscando el mejor grano d e café”, explica Núñez, “él nos pasa los contactos de productores mexicanos y aquí lo tostamos cerca de Plaza San Isidro”.
Óscar es cafetero por gusto y por necesidad. “En la mañana por el levantón, y en la tarde porque tengo que estar al tanto de cómo está la calidad del café y ver cómo andan los chavos que trabajan aquí”.
Fuente: informador.com.mx
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