De presentación y calidad sobresaliente, los productos elaborados por la familia Aristizábal Idigoras en el Estado Sucre, llevan una década deleitando paladares en el mercado local. Ahora ha llegado el turno de cambiar las etiquetas.
El Atún Euskal Caribe se procesa en el Estado Sucre, de la mano de dos vascos de origen y cumaneses de corazón, Ione Idigoras y Juan José Aristizábal. Esta empresa familiar lleva adelante el procesamiento y envasado de atún desde hace una década. Actualmente, goza del respeto de los consumidores y se puede adquirir en las principales ciudades de Venezuela, ya que de su distribución se ocupa Corporación Askar.
Ahora luce un nuevo diseño en su etiqueta, de líneas simples, definidas y con mayor información sobre el producto, que permiten diferenciar con mayor rapidez cada una de las versiones y presentaciones. El atún se elabora siguiendo el método utilizado en el País Vasco para la conservación de este tipo de pescados.
En el mercado están presentes las siguientes presentaciones: en trozos en aceites de oliva y vegetal de 210g, 500g y 1kg. Luego, ofrecen la ventrecha de atún (carne del vientre del pez) también en aceites de oliva y vegetal de 310g. Le sigue atún en trozos con pimientos de piquillo de 310g y por último, la versión desmenuzada en frascos de 500g y 1kg.
El proceso comienza en alta mar, ya que Juan José administra el barco atunero llamado Ann Mary. La pesca se hace a caña, porque “el anzuelo es una muerte súbita a diferencia de la red. Eso hace que los atunes sufran menos y se traduce en una carne de mejor textura, sin hematomas, ni estrés”, explica Aristizábal. En ese caso, se reservan los ejemplares de 8 a 20 kilogramos para la elaboración de Euskal Caribe.
Luego, en la población de Juana Josefa a orillas del Golfo de Cariaco, se ubica la procesadora dirigida por Ione. Primero se limpian las vísceras y las aletas, se cortan en trozos, se aparta la ventresca o vientre del pescado, una carne muy apreciada pero escasa. Seguidamente, se cocinan a presión con agua y sal.
Posteriormente, se cortan los trozos de lomo, en volúmenes idénticos, tomando en cuenta las dimensiones de los frascos de vidrio previamente esterilizados. Se les retira la piel, revisan que no existan imperfecciones y se aprecien las láminas en la carne, que dan garantía de calidad y buen trato al producto.
“Uno de los lomos viene partido en dos, para que al extraerse, la curvatura del vidrio no lo rompa, permitiendo que el resto de las piezas salga completa. Un proceso que se hace totalmente a mano y que exige destreza, lleva mucho tiempo cuadrarlos” afirma Ione.
Una vez dispuesto el pescado en el frasco de vidrio, se envasa al vacío y se dejan reposar 20 días. Sus productores afirman que este paso determina la calidad y le permite saber si el proceso ha sido exitoso. “Un lapso para que asienten y afiancen sabores, pero también pone de manifiesto si se coló algún defecto”, expresa Ione.
En total, desde el momento de la pesca hasta que está en momento óptimo de consumo puede llevar alrededor de mes y medio. Esta empresa que comenzó como un pequeño negocio familiar ,con el excedente del pescado que traía Juan José, fue creciendo, ampliando las presentaciones y se aliaron con Corporación Askar para su distribución, lo que garantiza su presencia en los anaqueles de cadenas de supermercados y bodegones.
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