El turismo vinculado a la comida gana adeptos y el sector trata de potenciarlo como una manera de luchar contra la estacionalidad
Cádiz ofrece un amplio catálogo que comprende desde el atún rojo a la carne de retinto
El refrán reza que uno no es de donde nace, sino de donde pace. Y si de comer se trata, son muchos los que elegirían ser considerados gaditanos de los pies a la cabeza pasando por el gaznate. El gastronómico es uno de los sectores turísticos más en alza en la provincia de Cádiz y una bendición para un colectivo que lucha por romper la estacionalidad. La variedad y, sobre todo, la calidad de los productos hacen que la provincia estén en las rutas de los principales gourmet, gracias a iniciativas que han sabido recuperar viejas tradiciones o aportar innovaciones apasionantes.
Plato de Cigalas – Foto: Wikipedia.org
Cádiz, por mar
Lo primero que viene a la mente cuando se habla de Cádiz es el mar, la mar. Y los productos que de allí nacen. Tanto el mar como su más deliciosos habitantes atraen a un número creciente de turistas, en especial los que vienen buscando el atún de almadraba. Barbate y su pedanía Zahara se han convertido en dos referentes nacionales por este producto. Entre ellos destaca El Campero (en ambas localidades), constante candidato a Estrella Michelín y uno de los restaurantes mejor considerados a la hora de preparar el pescado. Claro que tampoco pueden dejarse de lado el cazón en adobo, chocos, puntillitas y demás joyas del pescaíto frito, que tanta fama han dado los freidores de la Bahía de Cádiz (en especial los de la capital y San Fernando). Los pescados de estero se están consolidando como una nueva 'delicatessen' entre los que buscan nuevos sabores. Del mar también nacen las propuestas de algas que acompañan arroces y ensaladas de los cocineros más de vanguardia. Muchos optarán, simplemente por unas cigalas cocidas o por los célebres langostinos de Sanlúcar.
Cádiz, y sus cabezas de ganado
La carne de retinto, de ternera criada en La Janda, ha ganado adeptos en los últimos años, en especial tras la práctica de nuevos productores que están perfeccionando su comercialización. La Castillería, en Vejer. De su cabaña, en este caso caprina y ovina, nacen los quesos payoyos, que se han ganado un merecido hueco en los mostradores de los mejores restaurantes. Poblaciones como Villaluenga además de enseñar el proceso creativo del queso, permiten a los visitantes hacerlo con sus propias manos.
Cádiz, de nombres propios
Otro de los atractivos de la provincia, a la hora de hablar de la gastronomía, son los restaurantes con nombre propio, de los que atraen por sí mismos y justifican un viaje. Por citar solo algunos, se puede hablar de El Faro (Cádiz), Aponiente (El Puerto), la Curiosidad de Mauro (Puerto Real) o Casa Bigote (Sanlúcar).
Fuente: lavozdigital.es
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