La Administración Federal de Alimentos (FDA), el organismo regulatorio de Estados Unidos, determinó después de sendos estudios multianuales que los aceites parcialmente hidrogenados no pueden ser más considerados seguros para consumo humano.
“La ingesta de grasas trans se ha relacionado con un mayor riesgo de padecer cardiopatías coronarias, al contribuir a una acumulación de placa en el interior de las arterias que puede provocar un ataque cardiaco”, justificó la FDA.
Sin embargo, en respuesta a un público exigente, algunas cadenas de comida rápida y productoras de aceites como Crisco decidieron de manera unilateral adelantarse en la reducción o eliminación de grasas parcialmente hidrogenadas artificiales.
McDonald, la más popular cadena de Estados Unidos, decidió por ejemplo reducir la cantidad de grasas trans artificiales en sus menús en los últimos años, además de incorporar alimentos como ensaladas y postres a base de yogurt.
“Cambiamos a un aceite de cocina en nuestros restaurantes que redujo las grasas trans en la mayoría de nuestros productos fritos (...) también disminuimos la cantidad de grasas artificiales en nuestra pastelería haciendo ajustes a las recetas”, de acuerdo con la empresa.
Algunas ciudades de Estados Unidos, como Nueva York, prohibieron desde 2006 el uso de grasas “trans” en restaurantes y pastelerías.
Las grasas parcialmente hidrogenadas son producidas de manera natural por los animales e ingresan en pequeñas cantidades a la dieta humana con el consumo de productos como los lácteos o las carnes.
Sin embargo, las grasas “trans” artificiales son el resultado de un proceso industrial donde se les agrega hidrógeno para hacerlas sólidas, las cuales son encontradas en comidas procesadas. Son baratas y dan sabor y textura a los alimentos.
Los pasteles, donas, pizzas congeladas, papas fritas, galletas, margarinas y botanas fritas incluyen típicamente algún tipo de grasa parcialmente hidrogenada.
La Asociación Americana del Corazón (AHA) reconoce que antes de 1990 se conocía poco del efecto de las grasas “trans”, pero nuevos estudios encontraron que elevan el colesterol malo (LDL) y disminuyen el colesterol bueno (HDL).
“Comer grasas trans incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas y embolias. También están asociadas con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2”, señaló.
Estados Unidos padece una de las tasas más altas de obesidad a nivel internacional, con un 34.9 por ciento de su población adulta, equivalente a 78.6 millones de personas.
Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) estiman que el costo médico anual de la obesidad –ligada con padecimientos como el cáncer- asciende a más de 150 mil millones de dólares.
Un obeso gasta en promedio mil 400 dólares más al año en médicos y medicinas más que una persona de peso normal.
La población negra estadunidense padece la proporción más alta de obesidad, del 47.8 por ciento, seguida por los hispanos con 42.5 por ciento y la anglo con 32.5 por ciento. En el caso de los asiáticos la tasa de prevalencia es de apenas el 10.8 por ciento.
Desde 2006 la FDA ha requerido a los productores de alimentos procesados incluir información sobre el contenido de las grasas “trans” en la tabla alimenticia de sus productos.
La FDA estima que entre 2003 y 2012 el consumo de este tipo de grasas en Estados Unidos se redujo en 78 por ciento, en parte por este requerimiento, a pesar de lo cual el consumo actual continúa siendo fuente de preocupación.
Aunque la agencia inició desde 2013 el proceso de regulación específico contra las grasas “trans”, fue hasta junio del año pasado que emitió la regla final para eliminar su presencia en alimentos para consumo humano.
La FDA espera que su decisión pueda reducir la incidencia de padecimientos coronarios del corazón y prevenir cientos de ataques cardiacos fatales al año.
Bajo las nuevas directrices, las empresas productoras de alimentos procesados deberán retirar las grasas “trans” de la cadena alimentaria de manera total para 2018.
Durante este periodo los productores deberán reformar la elaboración de sus productos para eliminar la presencia de grasas “trans” o solicitar una exención que les permita su uso específico, sujeta a su aprobación.
Al cabo del periodo de transición ningún tipo de grasas “trans” podrá ser incorporado en alimentos producidos para consumo humano, a menos que exista una autorización en sentido contrario.
José López Zamorano. Corresponsal
Fuente: Notimex - México
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