Expertos en etiqueta y asesores de negocios nos guían para entender mejor el campo minado que puede ser una comida profesional
Camilita Nuttall recuerda una comida de negocios infernal.
Era la primera vez que ella y su nuevo contacto se encontraban en persona.
Nuttall, experta en charlas motivacionales, dice que el hombre no le dio ninguna explicación tras aparecer media hora tarde en un restaurante de Londres, y luego se dedicó a hablar exclusivamente de sí mismo.
Para añadir aun más agravio, le dijo que no estaba preparada para dirigir su propio negocio.
Y todo mientras se pedía el plato más caro y le decía que tendría que pagar ella toda la cuenta.
“Fue lo peor”, afirma Nuttal, de 42 años.
Menús peligrosos
Lo primero es lo primero: una comida de negocios no trata de salir a tomar algo con tus compañeros de oficina. Eso es simplemente socializar con colegas.
Es una reunión de negocios, normalmente en un restaurante, y típicamente con alguien de otra organización, o al menos alguien que no trabaja en tu equipo.
Y la conversación incluirá temas de negocios, como ventas, acuerdos o negociaciones que benefician a ambas partes.
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Hay muchas cosas que pueden salir mal durante una comida de negocios.
Puede que creas que una comida de negocios es algo fácil, pero en realidad es un campo lleno de potenciales peligros y metidas de pata.
Desde la elección de lugar hasta qué comida eliges, si bebes o no alcohol, cómo se paga la cuenta… hay una serie de cosas que pueden salir mal.
Hablar de política o de religión es casi siempre algo que hay que evitar, pero ¿qué pasa si en una conversación inocente sobre actualidad se cuela el presidente de EE.UU., Donald Trump, el Brexit o la independencia de Escocia?
En la BBC preguntamos a algunos expertos para que nos guíen.
Evitar la comida “complicada”
Lo primero que hay que pensar a la hora de organizar una comida de negocios es la elección de restaurante.
“Tienes que encontrar un sitio con un equilibro en su ambiente”, dice Jenny Flintoft, consultora en liderazgo en el norte de Inglaterra.
“Suelo elegir restaurantes que tengan un ambiente animado, para que se pueda hablar sin que te oigan en otras mesas como sucede en los que son demasiado silenciosos, pero que no tengan la música muy alta, ya que si tienes que levantar la voz, se hace muy difícil tener una conversación significativa”.
Flintoft destaca también la importancia de elegir un menú adecuado.
“Yo personalmente nunca pido, por ejemplo, mazorca de maíz, ya que es fácil que se te queden los restos entre los dientes”, explica.
La experta también evita los espaguetis o los alimentos con salsas muy líquidas, o cualquier cosa que requiere mucho esfuerzo, como el marisco.
“Durante una comida de negocios, quiero concentrarme en mi acompañante, no tener que pelear con lo que estoy comiendo”.
¿Beber o no?
También debes considerar que hay gente que sigue determinadas reglas éticas o religiosas.
Por ejemplo, en algunos contextos elegir un restaurante especializado en cerdo puede no ser una buena idea.
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Puede no ser una buena idea un menú basado en el cerdo.
Pero una vez que has reservado mesa en un restaurante apropiado, una de las grandes preguntas es: ¿puedo beber?
La experta británica en etiqueta Jo Bryant dice que lo mejor es evitar el alcohol, porque el ambiente social de un restaurante “puede hacer que olvidemos fácilmente que la comida tiene un objetivo de negocios”.
“Si bebes una o dos copas quizás te relajas demasiado y acabas aceptando hacer algo de lo que luego te arrepentirás”, afirma.
“Es importante mantenerse concentrado y con tu brillo profesional”.
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Beber no es quizás la opción más sabia…
Sin embargo, el coach de negocios Phil Jones, establecido en Londres, sugiere un término medio en relación al tema de la bebida.
“Deja que la otra persona tome la iniciativa”, dice. “A veces ayuda a relajarse”.
“Es una forma de hablar de temas más profundos, con un poco más de libertad”.
“Ni sexo ni política”
Incluso sin alcohol, las conversaciones en una comida de negocios pueden fácilmente torcerse.
“Alguna gente se lanza a soltar diatribas sobre temas candentes, y en la actualidad hay muchos de estos temas. Esto me hace cuestionar su capacidad de juicio”, explica Flintoft.
“Pero tiene que haber una buena mezcla entre una conversación auténtica y una simple venta de ideas”.
Donald Trump, presidente de EEUU.
Nuttal dice que debería haber una serie de discusiones vetadas. “No hay que hablar de sexo, política, religión, ni tampoco hablar mal de otra persona o de otra empresa, ni hablar negativamente de tu propia empresa o de la de la otra persona”.
Jones opina también que hay que evitar airear tus problemas personales.
“La esposa de un hombre estaba teniendo una aventura, y yo fui la primera persona a la que se lo contó”, explica.
“Una persona que era totalmente desconocida me dio el papel de terapeuta”.
¿Quién paga?
Sea donde sea la comida y sea cual sea el tema, William Hanson, coach de etiqueta británico, recomienda tener en cuenta el tiempo que la otra persona tiene disponible.
“Las peores comidas son las que nunca acaban y en las que tu interlocutor piensa que no tienes que ir a ningún sitio”, dice.
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¿Hay que pagar a medias siempre?
Cuando se trata de pagar, Hanson tiene una regla sencilla.
“Quien hizo la invitación y la reserva, paga”, afirma.
Para evitar que haya una situación incómoda o falta de claridad cuando llegue la cuenta, Hanson sugiere que la persona que invitó dé sus datos bancarios al restaurante antes de la comida.
“Esto elimina las dudas desagradables sobre el dinero al final de la comida”, explica.
El enfoque de Hanson es más relajado si comer con ese cliente o socio se vuelve algo más frecuente.
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En ese caso, “se puede acordar que cada vez pague uno”.
Nuttal añade que si una de las partes ha viajado una larga distancia, debería ser invitada. Pero en general, sugiere que la cuenta debe pagarse a medias.
Fuente: BBC Mundo
Vía: La Opinión
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