"Sé que llevará su tiempo pero estoy seguro de que, poco a poco, irán subiendo las ventas y muchas más bodegas se animarán a elaborarlo"
Los espumosos empiezan a ser tendencia en Galicia. Hace tan solo cinco años, este tipo de vinos no estaba amparado por ninguna de nuestras Denominaciones de Origen. Hoy, sin embargo, son ya 16 las bodegas que los elaboran hasta en 3 D.O distintas de la comunidad. El sector se ha percatado de que cuenta con los varietales, los procesos y la curiosidad necesarios para elaborar grandes espumosos de calidad y ha empezado a crecer en esta dirección.
As Laxas Albariño Brut, elaborado por Jorge Hervella.
Con Rías Baixas y el albariño a la cabeza, Valdeorras y Ribeiro se han adentrado también en este mundo con variedades como el godello o la treixadura, respectivamente. Uvas, todas ellas, que hablan de cuerpo, estructura y untuosidad. Ya en los 80, un grupo de inquietos enólogos confiamos en la potencialidad de estos varietales y quisimos experimentar en la producción de espumosos propios. No nos equivocamos: las uvas nobles gallegas se adaptan muy bien dada su riqueza aromática y gustativa.
En efecto, el mayor valor añadido de los espumosos gallegos reside en lo mucho que nos recuerdan a las variedades de las que nacen. Así, podría decirse que Francia y Cataluña son los grandes pioneros en este campo pero que Galicia empieza ya a entrar, tímidamente, en la carrera, con vinos más fragantes en la fase olfativa, gracias a que se elaboran con algunas de las uvas más aromáticas del mundo como el albariño, y que, además, destacan por su persistencia y redondez en boca.
Los aromas primarios son así el gran secreto de estos vinos elaborados en Galicia con el método tradicional, también llamado Champenoise, que consiste en preparar un vino base al que se le añade azúcar y la levadura correspondiente para que este refermente en la botella y produzca carbónico, clave del futuro espumoso. Después, las botellas se almacenan en rima; esto es: tumbadas, como mínimo 9 meses antes de proceder al degüelle, que consiste en retirarle las lías del cuello de la botella y ponerle el tapón definitivo.
Paso a paso y tiempo al tiempo. Como decía, tenemos los varietales, los procesos y la curiosidad necesarios para elaborar grandes espumosos de calidad. Sin embargo, este tema es relativamente reciente en Galicia y, además, se juega con algo en contra en lo cultural: aquí este tipo de vino está relacionado con festejos como la Navidad. Tenemos que ir educando al consumidor en este sentido porque... ¿A quién no le apetece tomarse un espumoso fresquito en verano acompañado de una tapita y buena compañía?
Sé que llevará su tiempo pero estoy seguro de que, poco a poco, irán subiendo las ventas y muchas más bodegas se animarán a elaborarlo. Galicia es ya tierra de espumosos. Aunque aún estamos al principio del camino, el potencial de las variedades autóctonas gallegas para este tipo de vinos nos lo confirma. Veremos qué pasa.
Fuente: Faro de Vigo
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