Viticultores y bodegas han sabido mantener unos vinos con características propias y que, por las peculiaridades de sus condiciones de cultivo, así como por las variedades de uva utilizadas o su elaboración, conforman un todo armónico, definido por la calidad. Unos vinos fruto de una cultura enológica milenaria.
En Aragón se trabajan las distintas variedades de uva siendo la garnacha la protagonista irrefutable en el territorio de la Comunidad, ya que alrededor de 15.000 hectáreas de viñedos son de esta uva.
A todo este puzzle de denominaciones y vinos de la tierra hay que sumar, además, la presencia de cientos de pequeños bodegueros que basan su producción en la tradición y en la búsqueda de la calidad.
La vid es una de las primeras plantas cultivadas por el hombre, remontándose la elaboración del vino a 3.000 años a.C. Durante la civilización romana su cultivo llegó a la zona mediterránea y, por lo tanto, también a Aragón, que se ha convertido en una de las regiones españolas con más tradición vitícola, registrándose un notable incremento en la Edad Media.
Desde el máximo respeto a la tradición, nuestros vinos han evolucionado adaptándose a los nuevos tiempos y son ya
líderes de las nuevas tendencias del mercado. En las últimas dos décadas, el sector vitivinícola se ha visto inmerso en un ambicioso proceso de modernización y de expansión en las distintas comarcas aragonesas, y para ello se han puesto en marcha iniciativas encaminadas a mejorar la calidad del producto y favorecer su comercialización.
Con este inmejorable marco, se puede asegurar que el vino en Aragón es mucho más que simplemente vino, porque a su alrededor gravitan otros asuntos de gran importancia para su desarrollo y expansión. Es el caso, por ejemplo, de la investigación en el campo de la enología y el cada vez más implementado enoturismo (o turismo enológico) que en Aragón está despertando un gran interés en los últimos años, en la mayoría de las comarcas.
Fuente: Heraldo.es
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