Los científicos al cargo de la investigación matizan sobre el desconocimiento en la materia.
Los investigadores de la UGR informan sobre la necesidad de aumentar la precaución en el uso de flores en la gastronomía, ya que según indican "no existe una lista de flores comestibles y no comestibles para regular la florifagia".
Florifagia / M.G.
Debido a la proliferación de esta técnica que especialmente se ha centrado en el acompañamiento de pétalos en ensaladas o platos de alta cocina, los expertos han alertado sobre la toxicidad de las flores que contienen "alcaloides, resinas, taninos, bacterias u hongos".
Los investigadores, pertenecientes al Centro de Investigación Biomédica, han señalado que, pese a la antigüedad relativa al consumo de flores, no existe nada claro escrito al respecto. "El déficit de estudios científicos que describan en profundidad la presencia de compuestos con efectos perjudiciales o beneficiosos para la salud sugiere precaución en el consumo indiscriminado de especies de flores", advierten.
Las más empleadas en la alta cocina suelen ser aquellas que aportan color y olorcomo los jazmines, las rosas, las azucenas o las violetas entre otras tantas. Sin embargo, el valor nutricional de estos elementos se encuentra en desconocimiento. A priori, y en base a la escasa bibliografía al respecto, se estima que el aporte nutricional es notablemente bajo.
No obstante, hay autores que apuntan al interés de algunas flores. Ejemplo de ello serían los pétalos de hibisco, capuchinas y azucenas que, de la misma forma que las cerezas, contienen antocianinas, unos compuestos antioxidantes. Con estas mismas propiedades se encuentran los carotenoides en las caléndulas y crisantemos.
En conclusión, los científicos de la UGR, pese a aconsejar precaución frente al desconocimiento, marizan que "las flores comestibles también presentan algunas cantidades importantes de algunos minerales como fósforo, potasio, sodio o magnesio".
Fuente: Diario de Sevilla
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