La crianza permite mejorar las cualidades del vino, pero existen diferentes tipos de crianza
Se llama "crianza" a los procesos físicos, químicos y biológicos que se producen durante un periodo de tiempo y que hacen evolucionar el vino cambiando sus características.
En consecuencia, no existe un solo tipo de crianza, sino varios en función del tipo de envase y las condiciones de envejecimiento. Un vino se puede someter a crianza en barrica, en depósitos de acero, crianza en botella, bajo velo de flor, sobre lías...
No obstante, la clasificación de la crianza se acostumbra a hacer en tres grandes grupos en función de los niveles de oxígeno.
Por un lado, en la crianza oxidativa los vinos envejecen largo tiempo en condiciones de oxidación generalmente dentro de envases de madera, a los que a menudo se les añade un poco de alcohol etílico procedente de una destilación de vino para mejorar la estabilidad. Se trata de los vinos olorosos y dulces de Jerez o los Montilla-Moriles, así como los dulces de Málaga, fondillones de Alicante, rancios de Tarragona, Oporto, Madeira, Banyuls, antiguas malvasías de las Islas Canarias, etc.
Durante la crianza reductora los vinos evolucionan en ausencia casi total del aire, aplicando técnicas que impiden la oxidación de los vinos, siendo conservados en depósitos herméticos y más tarde en botellas bien cerradas. Es el caso de los vinos jóvenes especialmente los elaborados a partir de variedades blancas aromáticas.
El tercer tipo, la crianza mixta, se trata de un sistema de envejecimiento que participa de los dos anteriores, primero siendo el vino sometido a una crianza ligeramente oxidativa en envases de madera, generalmente bajo el formato de barricas de madera, y luego a un período más largo de crianza reductora en la botella, donde los vinos alcanzan la plenitud. Huelga decir que la crianza en botella es, efectivamente un proceso de crianza, de vital importancia en la elaboración del vino. Se trata de los populares vinos "con crianza en madera" blancos y, especialmente, tintos en los que el aporte de este tipo de envejecimiento mejora notablemente la calidad del vino.
Otra forma habitual de clasificar los tipos de crianza es desde el punto de vista del recipiente utilizado y las técnicas de elaboración.
De este modo hablamos de la crianza en madera, donde el vino recibe una suave y lenta oxidación, dependiendo del tiempo, tipo de madera y capacidad del envase. Utilizándose la madera de roble en la mayor parte de los casos.
Por el contrario, durante la indispensable crianza en botella el vino es sometido a un ambiente reductor que puede ser aplicada indistintamente a vinos con o sin una oxidación previa.
En la particular crianza sobre lías el vino permanece sobre los restos de levaduras de la fermentación, ya sea en botella, como en los espumosos por el método tradicional (Champagne y Cava), o bien en envases de madera o en depósitos de acero. En esta crianza además de los fenómenos de oxidación y reducción, se producen otras reacciones de tipo biológico provocadas por las levaduras.
En la crianza bajo velo el vino permanece bajo un velo de levaduras vivas ("velo de flor") y por encima de las mismas levaduras muertas ("lías"), y siempre dentro de un recipiente de madera de mediana capacidad.
La exclusiva crianza de añada los vinos en crianza pertenecen exclusivamente a una determinada cosecha, aunque en algunas zonas productoras se permite una mezcla de hasta un 15% de otras añadas, con el único fin de mejorar el vino.
La tradicional crianza por "criaderas y soleras" es un típico sistema de elaboración y envejecimiento de vinos generosos en botas de roble, donde las cosechas son sistemáticamente mezcladas de una a otra y el vino obtenido no pertenece a ninguna añada en concreto.
Fuente: VINETUR
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