Podemos dividir los vinos en diferentes estilos: dulces, afrutados, aromáticos, con poco cuerpo, con cuerpo medio, con mucho cuerpo y vinos espumosos. Hasta ahora, bastante sencillo ¿verdad?
Los vinos espumosos no son tan sólo para celebraciones, los puedes disfrutar en cualquier ocasión, y a menudo son una buena manera de iniciarse en el vino. Para empezar, prueba un vino semi-seco o semi-dulce y no uno seco o brut, que tienden a tener una acidez más alta.
A menudo nuestra primera experiencia con los vinos es probar un poco de la copa de nuestros padres, mezclado con gaseosa o limonada. Aquí la clave es el dulzor, que es más agradable al paladar que la acidez o el sabor amargo que como novatos asociamos con el sabor del vino. Muchos jóvenes tienen su primera experiencia probando un Lambrusco, de nuevo un vino algo más dulce.
Por lo tanto, empieza con un vino más dulce, etiquetado como semi-seco o dulce. No hay por qué gastar mucho dinero, puede ser perfectamente entre 3 y 6 euros. Gastar más no es una garantía de que lo vas a disfrutar más.
Oliendo y probando diferentes vinos formamos nuestra nariz y nuestro paladar, y eso requiere práctica. Tu paladar muy pronto se acostumbrará al sabor dulce, y entonces será el momento de pasar a vinos más secos y más afrutados. La mayoría de los vinos son secos, lo que significa que el azúcar natural de las uvas se ha convertido en alcohol. Una uva buena para probar es Moscatel, porque los vinos hechos de esta uva huelen y saben a uva, haciendo que sea fácil y agradable beberlos.
Los vinos que son afrutados, quizá con sabores a frutas tropicales o con sabores a fresas o frambuesas maduras a menudo puede causar la sensación de dulzor, lo que es un peldaño más para descubrir vinos más interesantes.
El siguiente factor que tenemos que tener en mente es el cuerpo del vino. De nuevo, si se es un principiante, sugiero buscar vinos de estructura ligera, que son el estilo de vino más habitual en el mercado. Variedades de uva como Sauvignon Blanc, Verdejo o Pinot Grigio habitualmente producen vinos blancos de cuerpo ligero.
Hay muchos rosados que encajan en esta categoría. No hay nada más agradable que un rosado servido muy fresco. Estos vinos tienden a ser afrutados y de cuerpo ligero. Pinot Noir y Gamay son ejemplos de vinos tintos con poco cuerpo. La mayoría de los tintos tienen una estructura media o compleja.
El siguiente paso es probar vinos que son de cuerpo medio o mucho cuerpo. Estos vinos tienen mayor complejidad y sabores. Haciéndolos excelentes para acompañar a la comida. Los vinos blancos hechos de Chardonnay tienden a ser más ricos en sabores y de cuerpo medio o complejo. Los de las uvas Garnacha y Merlot a menudo producen excelentes vinos que van desde un cuerpo medio a mucho cuerpo, mientras que los de Cabernet Sauvignon, Shiraz y Malbec, por ejemplo, son conocidos por ser de estructura compleja.
En algún momento de tu recorrido en el mundo del vino tú podrás distinguir entre los diferentes estilos de vino y encontrar aquellos que disfrutas más. Este es el punto de inflexión entre estar perdido y saber en qué dirección quieres ir.
Mark O'Neill
DipWSET es fundador de TheWinePlace.es y experto en vinos internacionales.
Fuente: El Mundo
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