Es una variedad que difícilmente los consumidores van a buscar a las vinotecas. Sin embargo, se está imponiendo a base de inolvidables experiencias en boca.
Hay una variedad que por exótica e impredecible cautiva a los paladares curiosos y echa flit a los adoradores del confort sin estrés. Se llama syrah y en Argentina tiene una larga historia entre esos dos extremos.
Ahora que el malbec perfila el estilo de los paladares, no es de extrañar que esta variedad oriunda de Valle del Rhône –en el sur de Francia– atraviese una suerte de período de amnesia en las mentes de los consumidores. Con honestidad lo preguntamos: ¿quién va al supermercado o a la vinoteca a comprar un syrah por puro antojo? Nadie. Algo que nos apena mucho a los bebedores de pico curioso, pero que a la vez nos da una sorprendente ventaja sobre el resto: con unos pocos ejemplares en la gloria misma, es difícil no pescarlos en las góndolas selectas, mientras que otros vinos a veces hay que buscarlos con orden judicial. Así que tomen nota aquellos que no levantaron la mano, porque se están perdiendo de esos raros vinos cautivantes que hay en las vinotecas.
Ahora que el malbec perfila el estilo de los paladares, no es de extrañar que esta variedad oriunda de Valle del Rhône –en el sur de Francia– atraviese una suerte de período de amnesia en las mentes de los consumidores. Con honestidad lo preguntamos: ¿quién va al supermercado o a la vinoteca a comprar un syrah por puro antojo? Nadie. Algo que nos apena mucho a los bebedores de pico curioso, pero que a la vez nos da una sorprendente ventaja sobre el resto: con unos pocos ejemplares en la gloria misma, es difícil no pescarlos en las góndolas selectas, mientras que otros vinos a veces hay que buscarlos con orden judicial. Así que tomen nota aquellos que no levantaron la mano, porque se están perdiendo de esos raros vinos cautivantes que hay en las vinotecas.
ABC syrah
El syrah da vinos singulares, por lo menos. Y esa singularidad hay que buscarla en una larga tradición de adaptación al sol y al desierto. Mientras que la mayoría de las vides dejan de fotosintetizar a contar de los 34 ºC, el syrah, considerado un optimista porque no le teme a la deshidratación, incluso con temperaturas mayores transpira para llevar el sabor a sus racimos.
Esa razón –que en el fondo es una adaptación genética– es la que llevó a los productores del Rhône, en particular la colina de Hermitage, a plantarla y desarrollar sus sabores. La colina en cuestión está justo en una curva del río con exposición sur, de modo que recibe mucho sol y las temperaturas allí son más altas que en el fondo del valle. Así, el syrah da origen a tintos frutados y especiados que, cuando envejecen, desarrollan aromas animales y cárnicos únicos. En cuanto al cuerpo, como las bayas tienden a ser grandes, nunca resulta en vinos muy concentrados aunque puede haber excepciones.
¿Y en Argentina? Siguiendo el comportamiento optimista se la plantó en zonas cálidas. Así, San Juan y el este mendocino concentran más de la mitad del total plantado, que alcanza las 12.530 hectáreas (2016). El resto está plantado en el este de Mendoza y en algunas honrosas excepciones en zonas más bien frías y soleadas. A esas conviene prestarle especial atención. Al fin y al cabo el norte del Rhône, donde está Hermitage, no es una zona cálida.
La tendencia
Mientras que San Juan inundó el mercado en la década de 2000 con muchos syrah de zonas cálidas, llamados adrede shiraz, a la manera australiana, algunos viñedos en la provincia fueron plantados en Pedernal, un valle montañoso y soleado como el Hermitage, más meridional en todo caso, aunque más alto y por ello con una condición de temperatura similar (dato para nerds, Winkler III). Lo mismo pasó en Valle de Uco, en particular en zonas como Vista Flores, Los Arboles y San Pablo.
Así, mientras que la denominación shiraz quedó encuadrada para vinos cotidianos, de buen volumen de paladar, algo fofos y de buena madurez gustativa, los syrah en cambio reflejan un perfil más fresco y con estructura media y madurez. Entre estos dos estilos, áreas como Agrelo y Barranacas, en Luján de Cuyo aportan algunos ejemplares de perfil clásico.
JOAQUIN HIDALGO
Fuente: LM Neuquen
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