Consultamos a una leyenda de la pastelería siciliana sobre las características de esos postres y por qué la cocina italiana tiene tanto impacto en el mundo.
El mundo celebra la semana de la cocina italiana y Buenos Aires no escapa de la fiesta; de hecho se sumó con un factor clave: el postre, a través de “Dulzura siciliana”, un evento organizado por el Instituto Italiano de Cultura con la presencia de una leyenda de la pastelería de la región: Santi Palazzolo.
El maestro explicó que uno de los factores clave de la pastelería siciliana, reconocida internacionalmente, es haber mantenido sus vínculos con las distintas tradiciones de la zona. Más allá de las recetas o determinados trucos, ese es el principal secreto de la pastelería de Sicilia.
En sus palabras: “los postres nacen e la cultura de un pueblo. Un postre nuevo nace de la necesidad de experimentar nuevas recetas. Yo hago lo que hacía mi abuelo, pero cambiando alguna cosa; también porque los clientes entran en mi pastelería y me piden un dulce nuevo”. Al menos en Sicilia, “no existe un postre que no esté conectado a un rito”.
Algunos de los postres que marcan el paladar siciliano, y de alguna manera el del mundo, son “dulce de la ricoto”, la “frutta di Martorana”, “il buccellato”, un infaltable en la mesa navideña siciliana. Sin embargo, hay más. A Santi Palazzolo le pedimos sus recomendaciones y nos sugirió la Cassata, el cannolo, y el dulce de almendras.
En esos dulces está lo que, para el especialista, define la pastelería siciliana: productos autóctonos, como los pistachos, las almendras, la ricota, adaptados de generación en generación.
Le consultamos a Palazzolo por qué la cocina italiana suele ser bien recibida a nivel global, y nos explicó que eso ocurre porque “es una cocina doméstica, con la de la abuela: fácilmente replicable. No es como la cocina francesa, que nace en el restaurante; la cocina italiana nace en la familia”.
Y, la verdad, todos tenemos alguna receta de la nonna.
Fuente: El Intransigente
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