Cómo conservar una botella abierta (y por cuánto), cómo enfriarla rápido y qué hacer si tiene feo olor. Lo más práctico es volverlas a tapar con el corcho y meterlas en la heladera.
De las preguntas que más frecuentemente hace la gente a la hora de beber un vino, entre las primeras siempre aparece esta: “una vez que abro la botella, ¿cuánto tiempo puedo conservarla sin que se eche a perder?”
Entre gente civilizada, como la que viene a casa en las fiestas, es raro que eso suceda. Pero para una mayoría de consumidores moderados y otra de solitarios bebedores de vino, el dilema de la botella abierta ensombrece los brindis. Y, sin embargo, no hay nada más sencillo de solucionar.
Para las botellas de vino tranquilo abiertas, lo más práctico es volverlas a tapar con el corcho y meterlas en la heladera. No importa si es tinto. El frío ralentiza los procesos oxidativos y el vino tira unos seis días. Claro que dependerá de cuánta cantidad le haya dejado: una botella a la mitad no es problema; una a la que solo le reste una copa, el tiempo de conservación será de dos días máximo. Aunque antes de taparla, conviene preguntarse: ¿quién deja una copa sin servir? ¿vale la pena?
Como paliativo a la cantidad que reste en la botella, se puede adquirir una bomba extractora de aire. Valiéndose de un tapón de silicona que se cierra al disminuir la presión dentro del a botella, se puede garantizar un proceso de conservación mejor que con cualquier otro tapón. Eso sí: no hace a la botella eterna y, en todo caso, conviene saber para comprarlos se invierten unos 650 pesos como mínimo. Si te quedó algún regalo de fin de año sin hacer es un buen obsequio. Dato: las mejores son la Vacuvin.
El problema es con las botellas de espumosos, donde la presión interior es mayor a la exterior. En ese caso, el viejo truco de la cucharita puede aportar a la tranquilidad neurótica del bebedor, pero en rigor no es una pieza que funcione bien. Como el gas protege al vino de la oxidación que tuerce el sabor, es importante conservar el gas para que no falle el truco. Para hacerlo no hay muchas chances: o se usa un tapón con abrazadera como los que se venden en internet a contar de 360 pesos, o se vuelve a tapar la botella con un corcho de vino teniendo la precaución de volver a ponerle el bozal a la botella. Eso salvará el susto cuando vuelen al rato.
¿Cómo enfriar rápido una botella de vino?
En materia de frío, no existen grandes secretos: o se tiene un batidor (wine cooling), que te enfría cualquier botella en cinco minutos, o se tiene algo de paciencia –no más de quince minutos– y se siguen estos pocos pasos.
Cualquier botella puede ir al freezer en plan de enfriado veloz. Tintos también, aunque si son sin filtrar conviene no dejarlos mucho tiempo. El asunto para mejorar la performance, es envolverlos en un paño húmedo, para que la conducción del frío sea más eficiente. También, se puede tener una chaqueta rellena de gel (las buenas cuestan unos 650 pesos) que cubre la botella y cumple la misma función.
O bien, el mejor método inventado hasta ahora por la ciencia etílica, es usar una frapera con abundante hielo (dos cubeteras, como mínimo) y agua hasta la mitad. En este último caso, es importante homogeneizar el contenido antes de servirlo, porque el pico siempre queda caliente, siguiendo la leyes termodinámicas pertinentes.
No puedo dejar de mencionar, en todo caso, el inconveniente que supone usar el hielo para enfriar el vino, cuando bien podría usarse para otros refrescos o cocktails. Si se enfrenta este tipo de dilemas, lo mejor es comprar una bolsa de hielo y tenerla en el freezer.
Rescatar el mal olor de algunos vinos
Sucede mucho con la tapa a rosca o con los tintos muy jóvenes que, a veces, presentan un tufo desagradable recién abiertos. Como aromas de huevo podrido. En ese caso, lo único que se puede hacer es ventilar bien la botella, trasvasándola a un decanter, por ejemplo, o a otra botella. El aire obrará milagros. Si la pestilencia persiste, es hora de abrir otra botella.
Sólo el aroma del cartón mojado –que aparece con algunos defectos de corcho– tiene una solución a lo MacGyver. Se toma el film de cocina y se enrolla una buena cantidad formando un tubo irregular que pase por el pico de la botella, donde se lo introduce. Conviene agitar el vino un poco y, milagro de la electricidad estática, el aroma se reduce considerablemente capturado por el film. Si al cabo el cartón mojado resiste, mejor es abrir otra botella.
Joaquín Hidalgo
Fuente: LM Neuquen
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