Para más de uno/a, la lechuga y el tofu son los únicos alimentos que nos permitimos la gente vegana. Y oye, tampoco estaría tan mal, algo crunchie y fresco por un lado y un buen pelotazo de proteínas de distintas texturas, aromas y sabores por otro.
Sí, sorpresa, hay muuuchos tipos de tofu y muuuuchas maneras de prepararlo. ¿Y si marinamos para celebrar que estamos en temporada de playa (je)? Recetas con tofu hemos compartido ya unas cuantas, eh. Pero hoy no vamos a hablar de qué clases de tofu existen o de porqué este mágico y versátil elemento tiene un papel tan destacado en la cocina vegana.
María Domínguez Díaz
Cosas que seguro no conocías sobre el tofu
- Tiene más historia de lo que crees: 2 mil añazos ya. Las primeras menciones que se encuentran son del 950 d.C., aunque es posible que haya referencias anteriores al mismo producto con otros nombres.
- Se inventó por accidente: como suelen ocurrir las mejores cosas, el tofu es el resultado —según la leyenda— de un descuido. Un trozo de alga nori que se cae en la leche de soja y voilà, ¿qué es este cuajo tan majo?
- Vale, la cosa no podía ser tan sencilla. Hay más versiones del origen del tofu. Otra nos lleva al año 160 a.C., bajo la dinastía de Han. Según se dice, se comenta, se rumorea, el responsable de la invención es Liu An, rey de la actual provincia de Anhui y consejero del emperador Wu. Estaba un día preparando leche de soja, pero le dio por mezclarla con sulfato de calcio (yeso para los amigos) y sal. El porqué no lo sabemos. Si es cierto, tampoco, pero estas leyendas orientales tienen su aquel, ¿no?
- En España se fabrica desde el año 1962. Igual te suena la marca FANYA. La familia china que le dio nombre llegó a nuestro país en la década de los sesenta y comenzó la producción de tofu, que ahora mismo ya gestiona la segunda generación. El Corte Inglés fue de los primeros supermercados en comercializarlo.
- El tofu es básico en la alimentación de los monjes Shao Lin, que habitan un apacible monasterio budista en donde dan patadas de kung fu a base de bien.
- Se puede congelar sin problemas. Vale, esto igual lo sabías, pero no está de más señalarlo. Es recomendable escurrirlo al máximo antes de ponerlo en un táper en el congelador. Otra opción es cortarlo en dados o láminas y guardarlo en una bolsa de congelación. Una vez lo descongeles, su sabor variará poco, pero su textura será más esponjosa y carnosa. Puedes ver un ejemplo aquí.
- Existe el tofu maloliente o apestoso y es una delicatessen. El pestuzo lo provoca la fermentación del tofu durante MESES en un caldo con verduras. Es muy frecuente encontrarlo en puestos de comida callejeros de países como China, Taiwan, Indonesia o Tailandia. El olor ha sido descrito como «a cadáver en descomposición» y «a mierda fresca» (con perdón de las expresiones). Y, curiosamente, tiene un sabor suave.
- Con el licuado de soja que se obtiene para hacer tofu también se hace la yuba, piel de soja o piel de tofu. Cuando se calienta, sale nata por encima. Esta nata se cuelga y… ¡ya tenemos yuba! En Asia en general juntan unas cuantas capas y lo hacen como carne vegetal. En muchos supermercados asiáticos puedes encontrar «falso pollo» y cosas así hechas con la piel de soja.
- El silken tofu se suele comer como postre. Sí, dulce. Como es tan blandito y parece un flan, en países como China y Japón lo sirven tal cual o en daditos, le echan un poquito de sirope y postre al canto.
- El tofu de almendras en realidad no es tofu, pero se le llama así porque se parece. Es como una pannacotta (almendras, azúcar, agar-agar como gelatina) que se corta en daditos y se sirve como postre. En supermercados asiáticos lo venden ya hecho, en bote, por si quieres probarlo.¿Alguna cosa curiosa más que echéis en falta para lucir anécdotas en vuestras sobremesas? No tenemos duda: conocer el tofu es amarlo, o sea que, ¡que rule el conocimiento!
María Domínguez Díaz
Fuente: Panorama
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