Château Lafite Rothschild 1787/Foto: Château Lafite Rothschild 1787/Château Lafite Rothschild 1787
Sobre el Château Lafite Rothschild, los paladares expertos afirman que es uno de los mejores vinos que existen en todo el planeta. Pero su historia no es reciente, ni mucho menos.
La propiedad del sello vinícola estaba ubicada en el pueblo de Pauillac, en la región de Médoc, al noroeste de Burdeos. Esta bodega francesa fue propiedad de miembros de la familia Rothschild desde el siglo XIX. Pero la importancia real de este vino radica en que fue uno de los cuatro Châteaux of Bordeaux que se premiaron en el origen en la Clasificación de 1855, basada en los precios y la calidad del vino en ese momento. A partir de ese hito, Château Lafite Rothschild ha producido algunos de los vinos tintos más caros del mundo.
Las vides utilizadas en su cosecha son cabernet sauvignon, merlot, cabernet franc y petit verdot. En ocasiones se hacen excepciones, como en la cosecha de 1961 que fue 100% cabernet sauvignon.
Los grandes expertos vinícolas destacan sus aromas delicados, sutiles y complejos. Se trata de un vino de gran cuerpo, persistencia y densidad.
Una calidad extrema que da vida a uno de los vinos más caros del mundo
La excelencia de la casa vinícola está recogida en una de las botellas más caras del mundo: un Château Lafite Rothschild de 1787. Fue vendido en una subasta en Christies hace 35 años, más concretamente en 1985. El elixir (no sabemos si bebible o no) que encerraba esta botella le costó al mejor postor 160.000 dólares.
Esta botella acabó perteneciendo a la colección privada de Thomas Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos. Sí, en su cristal estaban grabadas sus iniciales.
Pero, ¿por qué esta botella adquirió un precio tan alto? Por datos como que cuando se produjo su cosecha, aún no había tenido lugar la Revolución Francesa y el filósofo Kant acabada de estrenar su Crítica de la Razón Pura. Su longevidad es un buen motivo, ¿no crees?
Fuente: La Razón
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